Toda la verdad

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Dean se sentó en la mesa y luego Sam hizo lo mismo, quedando frente a las chicas. Recién habían terminado de desayunar, y tenían que volver a trabajar en la investigación.

- En fin... si no queréis contestar a alguna pregunta en concreto, ningún problema. Pero recordad que estamos haciendo esto por vuestra seguridad.

- Que sí, que sí, que nos vais a hacer el tercer grado.-sonrió la adolescente- Venga, empezad ya.

Sam carraspeó y formuló la primera pregunta.

- ¿Habíais notado algo raro antes del ataque, antes de encontraros con nosotros?

- No, nada. -contestó la mujer- Todo era normal, como siempre. Íbamos por el mismo camino, hemos parado en el mismo bar que cada vez que visitamos a mi madre, y no hemos notado nada extraño, ni en la carretera ni los días anteriores.- Emma negó dándole la razón.

- ¿Y antes, en Minnesota?- continuó el mayor- No hablo de ahora, sino de todos estos años. ¿Alguna vez os ha pasado algo fuera de lo normal?

- ¿Aparte de lo de la bestia bajo mi cama? No, que yo sepa.

- No. La verdad es que tú- señaló Rachel al cazador- me convertiste en una paranoica jajaja- ambos rieron levemente-. El caso es que suelo estar muy atenta y alerta, y no he visto nada que me llame la atención, así que...

- ¿Y personas cercanas a vosotras?- siguió con las cuestiones Dean- ¿Algún familiar o amigo vuestro ha tenido alguna experiencia paranormal?

Ambas negaron.

- ¿Seguro?- dijo esta vez Sam.

- Nuestros respectivos amigos no nos han contado nada- respondió la mujer, y su hija asintió apoyándola- y la única familia que tenemos es mi madre, que lleva una vida muy tranquila últimamente.

A Dean seguía rondándole en la cabeza el tema de las fechas que no cuadraban, y no iba a desperdiciar esa oportunidad para indagar sobre el misterioso padre de Emma.

- Y ¿nadie más?

- Nadie más. -espetó Rachel, ambas se habían dado cuenta de por dónde iban los tiros.

- Tú eres un poco cotilla, ¿no?- dijo la adolescente, sin llegar a mostrar enfado, no obstante tampoco la sonrisa pícara que la caracterizaba- No, no tengo padre. Y vale que a veces de pequeña sentía que me faltaba algo, pero no se echa de menos lo que nunca se ha tenido.

- No he sabido nada de él en años- prosiguió la madre, más calmada que quien estaba sentada a su lado- Aún así, no tengo ningún motivo para creer que él sea una especie de criatura sobrenatural.

El móvil del cazador comenzó a sonar.

-Perdonad- se levantó y salió de la cocina para meterse en su habitación y tener un poco de intimidad para hablar.

Un silencio incómodo se instaló en la sala.

- Disculpadle, seguro que no quería entrometerse- reconoció el pequeño de los Winchester-. Sólo estamos recogiendo información para saber por donde buscar.

- Tranquilo, no importa- dijeron ellas, casi al unísono.

Dean salió del cuarto.

- Era Cas. Tiene algo. Cree que sabe donde vivía la bestia.

- Pues en marcha, entonces.- Sam se puso en pie- No hay tiempo que perder.




Dean entró en el salón cuando Rachel estaba ojeando algunas de las pinturas colgadas en las paredes. Al advertir que él estaba allí, ella se volvió para mirarle.

- Siento lo de antes. Soy un bocazas.

- Tranquilo, no importa. Sé que estás preocupado, y con razón. Y que es tu trabajo y sabes a lo que estamos expuestos.

- Ajá-se pasó la mano por el pelo pensando como cambiar de tema-. Sam y yo vamos a salir a buscar el lugar donde vivía lo que sea que os estaba persiguiendo. Él está comprobando que las armas estén listas y nos iremos en unos 10 minutos. Sólo quería avisarte por si...

Calló al ver la ligera sonrisa que se dibujaba en su cara.

- Sí, ya lo sé: ventanas cerradas, no abrir la puerta y tener a mano la sal, el revólver y el teléfono, lo recuerdo- se acercó un poco a él-. Aunque se me hayan olvidado algunas cosas, me enseñaste tanto, que creo que podremos mantenernos a salvo hasta que volváis. 

Él asintió, comprensivo. No conocía a Emma, pero sabía que Rachel era una mujer muy fuerte, física y mentalmente, y que podría cuidar de sí misma. Su hija parecía haber heredado eso, y a pesar de que acababa de enterarse del peligro al que estaba expuesta y del verdadero "trabajo" de los hermanos, la pequeña también era muy inteligente y seguro que podría aguantar hasta que un cazador llegase a asistirla. 

Sin embargo, recordárselo no estaba de más; no iba a admitirlo, pero Rachel había sido muy importante en su vida y no la había olvidado, por muchos años que hubieran pasado.

- De eso estoy seguro. Pero...- posando sus manos sobre los hombros de ella, admitió a regañadientes- ... no quiero que os pase nada malo.

Rachel sonrió con nostalgia; después de todo, sí que quedaba algo del antiguo Dean. Parecía que iba a hacer un ademán de irse, pero al final se arrepintió. 

- Una cosa más- Dean hablaba muy rápido- Joder, no sé cómo preguntarte esto... Hemos estado investigando por qué os podría estar persiguiendo esa cosa, y...- dijo, gesticulando en exceso- nos preguntábamos si... podría tener alguna relación con nosotros. Es decir...

Nunca había visto a Dean tan nervioso y confuso. Estaba claro que quería decir algo pero no sabía cómo, y Rachel sabía de qué se trataba.

- Emma no es tu hija.- le interrumpió mientras, después de tantos rodeos una gota de sudor bajaba por la frente de él.

La habitación quedó en silencio durante unos segundos. Un torbellino de sentimientos invadió al cazador: alivio, rabia, alegría, tristeza... ¿tranquilidad? No, desde luego que tranquilidad no: sentía que el corazón se le iba a salir del pecho por la fuerza y rapidez con que latía. Se secó el sudor y por fin pudo hablar, lo que no sabía era qué palabras emplear.

- Vale, de... acuerdo. Compréndelo, es por vuestra seguridad. Tengo enemigos y quiero que estéis a salvo. Si os pasara algo por mi culpa nunca me lo perdonaría. Es mejor así. No es que yo... Bueno, a ver... Mejor me callo.

Se dirigió hacia el balcón para tranquilizarse, o quizá, si no funcionaba, bajar por esas escaleras y esperar a Sam en el Impala. Al quedarse en silencio se había sorprendido del pensamiento que había volado por su mente unos instantes antes, y es que una parte de él quería que Rachel hubiese dicho que sí, que él era el padre de Emma.



Lo que no sabía era la lucha interior que también Rachel estaba teniendo, y poco antes de que saliera al balcón, creyendo que estaba perdiendo la única oportunidad de ser sincera, se dirigió a Dean casi gritando:

- ¡Espera!- él se detuvo, pero no la miró. Esta vez ella habló en un tono más bajo, casi murmurando- Me enteré de que estaba embarazada un par de semanas después de haberte marchado. Te llamé, pero...

Se oyó a las espaldas de ellos un golpe seco primero, y después una sinfonía de cristales esparciéndose por el suelo. Al darse la vuelta, descubrieron una mochila y un móvil roto a los pies de una inmóvil y pálida Emma.

Tan sencillo como llamarte 'Papá'Donde viven las historias. Descúbrelo ahora