Capítulo 3

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A los dieciséis años...

Creo que es la hora. El momento de decírselo. De acuerdo, allá voy.
Me dispongo a salir de mi habitación, pero no me atrevo.
Ok, no tengo porqué decírselo así, tal cual, puedo darles pistas.
Sonrío un poco al tener una idea. Me giré y miré la pared pintable que tengo tras mi cama. Borré las cosas menos importantes y me puse a pintar.
Cuando acabé, bajé a comer, satisfecho.

Como todos los martes, mi madre hace la colada. La seguí sigilosamente por las escaleras hasta mi habitación, y me quedé detrás de la puerta. Cuando se dio cuenta de lo que había en la pared, abrió la boca de asombro y pestañeó tres veces.
Tras aclararse la garganta me llamó.
-Alex, ven a tu habitación, cielo.
Salí de mi escondite.
-¿Si?
-¿Porqué tienes pintada en tu pared la bandera del orgullo gay?
-La pintamos mis amigos y yo, además, es bonita, tiene los colores del arco iris. ¿A que sí?
Me abofeteé mentalmente por lo patético que soné. Bravo Alex, bravo.
-Ah, vale - me miró con cara de duda - ¿Sólo por eso?
Empecé a ponerme nervioso.
-Si, claro, solo y únicamente por eso. Bueno, quería decirte que hoy he quedado con mis amigos así que... hasta luego. ¿Me dejas salir, no?
-Sí, pero antes recoge tu habitación y lava los platos, que el lavavajillas se ha roto. ¡Ah! Y vuelve antes de las diez.

Después de hacer todas las tareas llamé a mis amigos para quedar en el parque.

-¿Ves? No se lo ha tomado tan mal.
-Porque no sabe que soy gay.
Rodé los ojos.
-Bueno, al menos la reacción de tu madre fue buena, falta la de tu padre.
En ese momento suena mi móvil.
-Hablando del rey de Roma... mi padre me ha dicho por was que mi mi madre le ha comentado lo de la bandera.

          * solo centrate en las            chicas. Luego borras eso de        la pared.*

Me eché a llorar; mi corazón parecía estar cada vez más apretado, y sentía un fuerte dolor en el pecho. Mis amigos me dieron un gran abrazo reconfortante y cálido.
-Tranquilo, cálmate. Solo se ha sorprendido.
-Sí, Anny tiene razón, cuando se lo digas te comprenderá. O eso espero... - lo último lo dijo en un susurro, pero lo escuché. Lloré más fuerte. Estaba destrozado. 

Soy gayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora