Dudas

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Pov Marinette

Al salir de la escuela me fui a casa, iba a hacer mis deberes y luego esperaría a Rose para tomar sus medidas pero cuando iba pasando por el parque escuche un estruendo y varios gritos. Me transformé y fui a un lugar cercano donde Oblivion estaba haciendo que sus victimas perdieran la memoria. Peleamos un poco y luego llegó Chat Noir. Juntos lo derrotamos y chocamos los puños.
-C: buena pelea my Lady
-L: gracias Chat, tampoco estuviste mal
-C: por cierto ¿fuiste tú quien dejó la nota en mi puesto hoy?
-L: ¿quién más podría ser?
-C: gracias, me ayudó a sentirme mejor
-L: de nada
El se acercó a mí y cruzó su brazo por mi hombro.
-C: entonces Bogaboo, que te apetece hacer hoy, claro si tienes el día libre
-L: ¿acaso piensas robarme otro beso o que?
Chat se sonrojó de inmediato. Seguro no lo recordaba, la verdad es que yo tampoco pero de la nada apareció en mi mente y lo dije solo para comprobar su reacción. Fue muy cómico verlo tan nervioso.
-C: e-e-eso ff-ue pues, solo, solo, un, ¿impulso?, l-lo lamentó mucho. Te prometo que nunca volveré a hacer algo que te disguste mi Lady.
Se tiró al piso en señal de rogar, me empecé a reír mucho, me dio pena cuando el alzó su cabeza avergonzado. Me agaché pasar estar a su misma altura, lo mire a los ojos, toque la campaña que llevaba en su cuello y en un tono un poco seductor dije
-L: ¿quién dijo que me disgustó?
Se sonrojó al instante. Me reí un poco más, luego lo ayude a pararse y me despedí. La verdad no pretendía sonar así cuando le recordé el beso, solo quería dejar en claro que no estaba molesta y pues, que me gustó. Nunca pensé que sería capaz de decirle algo así a Adrien, pero después de todo también era Chat y tal como el había dicho, esa era su verdadera personalidad y admití que me encantaba tenerlo como compañero.
Cuando llegué a casa vi a Rose en la pastelería hablando con mi mamá, la invite a mi cuarto y empecé a tomarle las medidas. Terminé bastante rápido ya que teníamos el boceto hecho y pudimos ir a una tienda a comprar las telas que necesitaba.

Pov Narrador

Una Semana Después

El primer rayo de sol impactaba la ciudad de París, iluminando el rocío que cubría una gran parte del área debido a la lluvia de la noche anterior. En una pastelería una ojiazul se despertó temprano, lo cual era inusual, para poder dar los toques finales a un hermoso vestido negro. El cuello era un collar que rodeaba la clavícula, pasaba a unos escasos centímetros de los hombros y completaba la circunferencia en la espalda sobre el músculo trapecio. De la joya caía una tela de chifón recta hasta una altura superior a la rodilla. La muchacha pensaba que había algo mal con el vestido, al probárselo vio que no tenía forma. Lo volvió a poner en el maniquí y con un trozo de seda azul cielo que su pequeña y roja amiga encontró en su reserva de telas, creó un cinturón que ajustaba la cintura y resaltaba su figura femenina a la vez de tener una perfecta armonía con sus hermosos y grandes ojos.
Unos estratos más arriba se encontraba un joven en su cocina llenando un plato con todo tipo de queso que encontraba en el refrigerador. Subió a su habitación para ser salvajemente embestido por un pequeño gato volador que con una fuerza extraordinaria le arrebató el plato, lo depositó en la cama y empezó a comer lo que para él era "la comida de los dioses". Mientras tanto el rubio esculcaba su armario en busca de un traje para la celebración de esa tarde. Debido al oficio de su padre el tenía muchos pero ninguno lo hacía sentir realmente cómodo. Hurgando encontró cosas que ni siquiera recordaba haber recibido, pero lo más sorprendente fue como al apartar una chaqueta violeta que ni siquiera era de su agrado vio una estela azul caer a sus pies. Era un fragmento de lana con la forma de una hermosa bufanda. El regalo más preciado que poseía. Lo decidió al instante, usaría esa bufanda como pieza central del conjunto. Miro a su pequeño amigo que con un apetito voraz devoraba queso tras queso con pequeñas pausas para saborearlo. Se acercó a la ventana admirando la belleza del nuevo día que se mostraba ante el, la nueva oportunidad para ver a su compañera de cabello azabache. Pensaba tan frecuentemente en ella que la espera se hizo infinita y decidió salir a verla, pero no como su amigo de la clase, si no como un gato que tropezó en un tejado.
Lo que ninguno de los dos jovenes sabia es que escondiéndose en las calles estaba un chico de tez morena y ojos aceituna que había roto las reglas para seguir los deseos de su corazón. Para ver a la persona que amaba.

El amor es ciegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora