Capitulo 7

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Suspiro, su espalda apoyada contra uno de los lados de la ventana, su mirada perdida en la extensa ciudad ante el, su cuerpo se relajo casi imperceptiblemente cuando una pequeña corriente de aire agito su cabello. Esa suave brisa alivio momentáneamente el abrasador calor del mediodía. Estaba aburrido, ese día era como todos los anteriores, monótono. 

Alguien entro en la habitación, no se molesto en girarse, sabia perfectamente quien era. Escucho sus pasos, acercándose, luego se detuvo. Nuevamente reino el silencio, opresivo, tan solo interrumpido por el bullicio del mercado a yaciente. Ninguno de los dos dispuesto a dar el primer paso. Desde luego el no iba a ser el primero en hablar, si quería algo de el tendría que pedírselo, nunca habían sido una familia muy unida o amorosa. Estaban podridos por dentro, cada uno peor que el anterior. Todo oculto tras una fachada y el poder de su posición familiar. Su invitado no deseado se aclaro la garganta, finalmente cansado de esperar.

-Quiero que vuelva.- directo al grano ¿para que molestarse con formalidades? nada de ¿que tal has estado? siento haber ignorado tu existencia en los últimos tiempos, estaba demasiado ocupado para pasarme por la habitación del lado a saludarte. Puedo sentir el amor en el aire, pensó sarcásticamente. -¿Me estas escuchando?- Como deseaba poder hacerlo. Se limito a encogerse de hombros, todavía sin girarse. El suspiro molesto a sus espaladas le hizo sonreír, siempre podía encontrar diversión en su desgracia. -Quiero que vallas y la convenzas de volver conmigo.- ordeno severamente, porque eso era una orden, no una petición. Sintió la contracción de sus labios, irritado. Si tanto la quería de vuelta, debería ir el personalmente. Una risa burlona escapo de sus labios.

-Si eso es lo que deseas, hermano.- dijo al fin, girándose para mirarle de soslayo, el desprecio goteando de cada una de sus palabras. Su hermano asintió rígidamente. Sin más palabras entre ellos, se giro, dejando le solo una vez más.




Maldecía el momento en el que estuvo de acuerdo con esto, por otro lado si no lo hubiera hecho el resultado habría sido mucho peor. Aun así... ¿porque tenia tan mala suerte? Esta bien, quizás exageraba, pero era molesto, cada minuto que pasaba solo lograba irritarlo más. Estaba en pleno mediodía, cuando el sol golpeaba con más fuerza, a kilómetro y medio de su ciudad, delante de la destartalada puerta de una desconocida, para colmo de males, ella no se encontraba allí. Estaba tan tentado ha hacer una pataleta como si fuera un niño, pero eso solo empeoraría las cosas. Enfadado miro al hombre frente a el, el padre de la chica supuso.

-¿Donde puedo encontrarla?- trato de calmar su voz. Silencio. No le culpaba, si no estuviera obligado, no estaría haciendo esto. Al fin y al cabo, no era justo lo que su hermano quería. Era más que injusto, era cruel. No importaba cuanto lo intentase, ella era una mujer libre, no podía obligarla. Era uno de los tantos motivos por los que le despreciaba, había tenido a una mujer que lo amaba incondicionalmente, no a su riqueza, ni el poder de su familia. Eso se demostró cuando ella le pidió que huyeran juntos, pero su hermano, como el cobarde que era, se negó, aceptando la propuesta de matrimonio que sus padres sugirieron para el. El miedo al que dirán, a perder su riqueza y estatus de poder. Ahora se encontraba el, allí, en medio de prácticamente la nada, porque su hermano quería recuperar a la mujer que amaba, la mujer que había perdido por su propia estupidez y cobardía. Se podría pensar que a aprendido la lección, pero no, era tan estúpido o engreído, seguramente las dos cosas, para pensar que ella dejaría su vida, sus posibilidades de un futuro matrimonio, para convertirse en su amante, su concubina. 

-Lo primero que tendrías que hacer es librarte de la arpía que tienes por esposa.- murmuro por lo bajo, si fuera el, si se encontrase casado por conveniencia y no pudiera huir, incapaz de estar con la mujer que amaba, no dudaría ni por un instante en deshacerse de ella, cualquier sacrificio seria poco y lo haría gustoso, si al final podía estar con quien deseaba. Sus ojos se fijaron en un pequeño oasis. Dando un suspiro, continuo caminando, sus pies hundiéndose en la arena. Una chica, seguramente su vecina, se había apiadado de el o quizás solo estaba resentida hacia la muchacha, fuese como fuese le indico donde podía encontrarla. No estaba muy lejos del pueblo, pero se encontraba agotado. La sombra de los arboles le proporciono un refugio del abrasador sol. 

Sintiendo su garganta seca, camino hasta el lago, arrodillándose y bebiendo de forma ávida, calmando su sed. Ya mas tranquilo, relajo su cuerpo contra el suelo, sus dedos jugando con el agua.

-Menuda perdida de tiempo.- se quejo, después de todo, ella no estaba allí. Por lo  menos el lugar era agradable, quizás podría nadar un rato... Un chapoteo capto su atención, levantando la vista, sintió su respiración detenerse. Allí estaba la chica que había estado buscando, completamente desnuda ante el, apenas unos pocos metros de distancia. Su pelo suelto se pegaba a sus hombros, empapado, apenas cubriendo sus pechos, las gotas de agua resbalado lentamente por su piel. el lago le cubría de cintura para abajo o debería si no fuese por lo cristalino que era. No dejaba nada a la imaginación. Se cubrió la boca con la mano amortiguando el gemido que salio de ellos, aun así no fue suficiente, la chica miro directamente en su dirección, sus ojos amplios. El sintió su estomago hundirse, atrapado con las manos en la masa, lo único que atino ha decir fue... -¿Miau...?- estupendo, bien hecho, pensó con sarcasmo. Sin embargo parecía que no era tan horrible respuesta al fin y al cabo, la chica comenzó a reírse, una risa que lo dejo atontado. Que tan estúpido era su hermano al negarse a huir con ella, el se metió en el agua, una sonrisa felina, acerándose e ignorando la pesadez de su ropa. De todas formas... su perdida, mi ganancia. 




Adrien se incorporo de golpe, jadeando, su piel cubierta por el sudor, la ropa pegándose a su espalda de forma incomoda. Con incertidumbre levanto la sabana, mirando bajo ella, luego la dejo caer como si quemara, su rostro ardiendo de vergüenza. La chica del sueño... ¿Era Marinette? Tenia algunas diferencias, pero era claramente ella. Con un gemido, salio de la cama. Miro al rededor, esperando algunas burlas de su kwami. ¿Donde esta Plagg? se pregunto, luego sacudió la cabeza, seria mejor darse una ducha fría. Estaba tan avergonzado. Ni siquiera había sido un sueño tan fuerte. ¿Como podía el haber...? ¿Tan poco control tenia? ¿Se podía eso, si quiera, considerar un sueño húmedo?  

El secreto del primer Chat Noir (Marichat)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora