Capitulo 14

1.7K 149 31
                                    


Marinette había tenido una buena noche, aunque algo rara. Ella había soñado con Chat Noir, su molesto, pero siempre confiable compañero de batallas. Claro, su sueño no tenia nada preocupante, solo había implicado una tonta, ridícula idea, que hacía tiempo que no podia dejar de pensar. Ella había visto sus orejas de gato moverse antes, como si  fueran reales y no solo una parte más de su traje. La diseñadora quería saber si su amigo, tenia más cualidades felinas o si todo terminaba con la apariencia. Más de una vez, como Ladybug había tenido que reprimir el impulso de acariciar sus orejas y de eso había tratado el sueño. No solo había acariciado sus oídos, si no, que Chat Noir se acurruco en ella, ronroneando como si fuera realmente un adorable gatito en busca de más mimos. Que soñara con eso, solo le tentaba a probarlo en la realidad. Por supuesto que nunca se lo contaría, seguramente se volvería aun más insistente.



Su mañana podría haber sido mejor, decidió al final, mirando con fastidio a la multitud de civiles que no le permitían cumplir con su deber. Había estado de camino a la escuela cuando, el señor de las ratas, apareció aterrando a la población de París, con un pequeño ejercito de lindos roedores de todas las cosas. Casi le había resultado gracioso, entonces habían llegado las ratas del tamaño de perros pequeños y todo se volvió un caos. No es que ella no estuviera menos horrorizada que los civiles. Si los dientes de los roedores más pequeños, hacían daño, no quería experimentar la de las ratas de alcantarilla. De todas formas... El akuma no era un enemigo realmente fuerte, pero si escurridizo. No parecía tener prisa por conseguir sus pendientes, así que dedujo, que estaba esperando la aparición de Chat Noir y poder conseguir al mismo tiempo su anillo. Ella no esperaba que su enemigo se cansara de esperar y lograra encerrarla, junto a un montón de adultos que no dejaban de gritar. Ladybug deseaba no haber sido tan descuidada. Suspirando, se froto el puente de la nariz. Podía ser peor, se dijo a si misma. 



Si Marinette era sincera consigo misma, debía admitir que rara vez tenia un verdadero mal día, al fin y al cabo, ella era Ladybug, la representación de la buena suerte. Ni siquiera estaba segura que su actual situación se pudiera considerar mala suerte. Claro llegaba muy tarde a clase, un akuma andaba suelto y había roedores por todas partes. Los ratones no le resultaban desagradables, de hecho los encontraba hasta algo lindos, pero nadie quería encontrarse rodeado de ratas. Sobretodo si eran feas, gordas y malolientes ratas de alcantarilla. Una prueba de ello era su actual situación. Se encontraba en un centro comercial, frente  a un montón de mujeres y hombres histéricos, que no parecían comprender que todo terminaría antes si purificaba el akuma y no perdía el tiempo tratando de calmarles, para que le permitieran encontrar una forma de marcharse y así, solucionar el problema de raíz. Seguramente Chat Noir se estaría preguntando donde estaba, mientras se enfrentaba él solo a su enemigo. Ella no podia evitar estar preocupada, sabía que era fuerte, pero él no podia purificar el akuma, tenia que encontrar una forma de salir de ese sitio. Solo esperaba que no se metiera en líos. 



Chat Noir contemplo el objeto en su mano, todavía era sorprendente lo que artículos tan inofensivos como una foto, o la vieja pulsera de cuerda y madera que ahora sostenía, podían ser la fuente del poder de sus enemigos. Él paso el pulgar por el ornamento, jugando con el desgastado material, pensando que hacer con el, mientras ignoraba deliberadamente los sollozos y quejidos de la maltrecha y temblorosa figura a sus pies. No tenia que preocuparse por su reputación de héroe, al fin y al cabo, hasta que no destruyese la pulsera la transformación permanecería. El civil tras el akuma no recordaría nada del incidente. La sonrisa maliciosa que se deslizo por sus labios izo temblar a su enemigo, quien se arrastro por el suelo, tratando de alejarse de él. Sin molestarse en mirarle, piso sobre su pecho, obligando a su cuerpo a permanecer donde estaba. No seria bueno si escapase, aunque tampoco es que pudiera huir en su estado. 

-No tienes ni idea...- comenzó, bajando la vista hacía su victima y sonriendo de forma horrible, disfrutando de la mirada aterrorizada que recibió a cambio. -... de lo relajado que me siento ahora mismo.- Adrien sabia que debía estar horrorizado por como estaba actuando, del placer sádico, que estaba sintiendo al ver esa figura lamentable a sus pies, ni siquiera sabía si esa actitud y sentimientos eran realmente suyos o los de la voz en su cabeza, pero tampoco le importaba. Él regreso la vista a la pulsera, volviendo a contemplar sus opciones. Lo correcto, seria lo de siempre, entregárselo a Ladybug para que lo purificara y esperar al siguiente infectado, con la vana esperanza de que no apareciera. Tengo una idea mejor, susurro su conciencia. -¿Cual?- cuestiono en voz alta, como si su conciencia fuera alguien realmente tangible, presente junto a él. La mala suerte se puede considerar energía negativa, dijo la voz, solo tenemos que absorberla. -¿Como?- pregunto, entrecerrando los ojos. Una risa fue su respuesta. Solo sigue mis instrucciones.

Chat Noir inclino la cabeza hacía un lado, una de las orejas de gato se movió y entonces susurro una sola palabra. Unos zarcillos negros se lanzaron sobre la pulsera con saña, como si fueran pirañas, devorando el material sin piedad, mientras Adrien contemplo como el ornamento en sus manos, se degradaba más y más hasta que se desmorono entre sus dedos, como si nunca hubiera existido. El akuma desapareció, dejando tras de si a un civil inconsciente. Había funcionado, él, Chat Noir, el representante de la mala suerte, acababa de eliminar a un akuma por si mismo... Una pequeña risa escapo de sus labios, luego una carcajada, realmente, realmente él... se estaba volviendo loco ¿verdad?




El secreto del primer Chat Noir (Marichat)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora