Adrien sonrió, su mano extendiéndose hacía la chica frente a él, sus dedos jugando con un mechón de pelo, maravillándose con su suavidad, mientras lo colocaba tras la oreja de la joven, sus dedos acariciando su mejilla. Ella era preciosa, tan hermosa y amable. Sabía que debía estar aterrado o por lo menos alterado cuando se había despertado en medio de la noche, en el cuarto de Marinette, en su cama, abrazándola, sin saber como había llegado allí cuando lo ultimo que recordaba era irse a dormir en su espaciosa y solitaria habitación. Pero por sorprendente que pareciera eso no le preocupaba tanto como debería, a decir verdad ni siquiera lo inquietaba en lo más mínimo. La sensación de despertar junto a ella, después de una noche de sueño reparador era increíble, inclinándose sobre el cuerpo junto a él, presiono sus labios en su cuello, apenas el más leve de los roces contra su nuca, el olor suave natural de la diseñadora se mezclaba con el de productos horneados, en una unión celestial para sus sentidos. Gimiendo en voz alta, consciente de los peligros que eso representaba, se apretó contra ella.
-¡Dioses, te amo princesa!-murmuro febrilmente contra su piel, luego se congelo, todo su cuerpo rígido, inmóvil. ¿Dioses? ¿De donde había salido eso? ¿Desde cuando él hablaba de esa manera? Claro, Dios era una palabra o exclamación cotidiana en el día a día, ¿pero... dioses? ¿porque lo había dicho en plural?
-Pelos de punta, tenemos que irnos.- la voz de Plagg le sobresalto, se giro bruscamente, sus ojos aterrizando sobre su amigo, quien le miraba con diversión, mientras se acercaba.
-¿Que...?- fue su elocuente respuesta, él estaba sonrojado, lo sabia. Riéndose de su vergüenza, su amigo se inclino, señalando al anillo.
-Estabas siendo espeluznante y esta a punto de amanecer.- le contesto. -¿No querrás asustarla, verdad?- el kwami tenia razón, él no quería asustarla y si Marinette se despertaba mientras Adrien todavía estaba allí, no podría volver ha estar cerca de ella, en el mejor de los casos huiría nada más verlo ¿y entonces, como podrían protegerla? Su compañera de clase le necesitaba, era demasiado confiada e inocente para sospechar de los demás. Él era su única protección contra los demás. Asintiendo más ara si mismo que para su amigo, extendió el puño.
-¡Plagg, garras!- cerro los ojos, disfrutando de la sensación de libertad que siempre acompañaba a la transformación en Chat Noir. Cuando pasaba de ser el niño encadenado bajo la sombra de Gabriel Agreste a ser su yo verdadero.
Chat Noir se giro, no quería irse, alejarse de ella, aunque de momento era inevitable. Sus ojos verdes brillaron en la oscuridad de la noche, mientras observaba la figura durmiente de la diseñadora, las sabanas revueltas, apenas cubrían sus piernas. No pudo evitar reírse cuando su amiga dio un pequeño ronquido adorable, sonriendo en sueños mientras se acurrucaba sobre si misma. Sonriendo con cariño se acerco, agarrando la sabana la cubrió con ella hasta sus hombros, besando su cabeza, su dedo pulgar acariciando su mejilla con cariño en un ultimo toque amoroso. Amor, realmente la quería ¿no? Pasándose una mano por el pelo, se rió por lo bajo. La amaba. El Adrien Agreste, alias e identidad secreta Chat Noir, estaba locamente enamorado de su compañera y amiga de clase, Marinette.
-¡Dioses! ¿Que tan ciego estoy!?- riéndose de su propia ceguera, ignoro deliberadamente su repentino cambio en el habla, eso no importaba, no cuando cada día que pasaba podía sentirse descender más en la locura, si tan lograra asustarse de ello...
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El secreto del primer Chat Noir (Marichat)
FanfictionTikki y Plagg ocultaban un gran secreto a sus portadores. El primer Chat Noir, no había sido ningún héroe, ni compañero de batallas de Ladybug, si no, su enemigo. Alguien que la había amado hasta el punto de la locura absoluta, que había querido ent...