CAPÍTULO VI - Problemas

436 45 19
                                    

De repente abrí los ojos y todo el mundo estaba atento a mí, se escuchaban aplausos y muchos silbidos. Dirigí mi vista hacia León quien sonreía de par en par mientras aplaudía, después miré a Daryl; su expresión era de pura arrogancia, sonreía de lado mientras aplaudía con delicadeza.

Bajé del escenario y abracé a mi amigo, sonreí a Daryl y decidimos sentarnos en una mesa cerca de la esquina. Hablamos durante un largo tiempo, León me había contado que estaba en pareja hace un año y medio, su novia se llamaba Natalia.

Era modelo y la había conocido unos meses después de llegar a New York, fue amor a primera vista. Habían conectado desde el minuto uno, cuando llegó con unas amigas al bar y desde allí se volvieron inseparables. Conocía a mi amigo y jamás había visto que su mirada se llenase de tanto amor y orgullo al hablar de alguien. Entendía que estaba realmente atrapado por esa mujer pero lo veía feliz y no hice más que alegrarme por él.

Cada tanto dirigía algunas preguntas a Ortega pero todo era referido al bar y algunas otras cosas más banales. Me di cuenta que él no tenía idea de las cosas que hacía el verdadero Daryl y por consiguiente, supuse que el bar era algo que se encontraba totalmente separado de los trabajos ilícitos del dueño. Me sentí más relajada ante esta información, mataría con mis propias manos al moreno si mi amigo se veía envuelto en algún tipo de problema.

Cada tanto podía sentir como su mirada penetrante se posaba en mí. Normalmente no me hubiera molestado en absoluto o hubiera actuado indiferente, pero de alguna manera me hacía sentir incómoda. Él parecía darse cuenta de ello y se mostraba divertido lo cual me hacía incomodar aún más.

Luego de unos buenos tragos, decidí ir a los servicios. Me disculpé con los muchachos y caminé lentamente entre el tumulto de gente que se encontraba en el lugar; refresqué un poco mi rostro, retoqué mi maquillaje, mi cabello y salí de nuevo hacia la pista de baile. Busqué la mesa donde nos encontrábamos y divisé a León riendo con su móvil en la mano, pero cuando desvié la mirada hacia Daryl algo llamó mi atención.

En mi asiento, colocado un poco más cerca de él, se encontraba una morena de cabello castaño y con un trasero donde podría jurar entraba todo New York. Estaba muy cómoda apoyada sobre sus brazos rozando con sus dedos las manos del moreno mientras se acercaba a su oído, susurrándole cosas y haciéndolo reír.

Llegué a la mesa, tomé otra silla y me senté al lado de León quien cerró su teléfono celular y se acomodó para seguir charlando. Por otra parte, la muchacha estaba escribiendo lo que parecía su número de móvil en la palma de Daryl; cuando terminó le dio el bolígrafo a él. Éste lo tomó pero no pudo escribir nada porque no quitaba sus ojos de los míos; no me había dado cuenta que los estaba observando fijamente.

—¿Se te perdió algo cariño? —de pronto, la morena se percató de mi presencia y comenzó a hablar con voz altanera.

—Nada que tú poseas —respondí con una gran sonrisa mientras una carcajada salía de la boca de León.

Su semblante se volvió serio mientras Daryl sonreía divertido por la situación. Al siguiente momento, la top model volvió a ignorarme para centrar toda su atención en él y luego de anotar algo en su palma la despachó, asegurando que tenía "asuntos importantes" con nosotros. En un gesto de entero capricho, la mujer tuvo que marcharse, no sin antes morder la oreja de su conquista.

—Sutil —murmuré con ironía.

—Que puedo decir, ¡las mujeres son intensas! —exclamó con ese maldito tono de arrogancia.

—No te confundas, no todas son atrevidas ni tampoco intensas —respondí seria.

—¿Eso crees?... —antes de que pudiese seguir hablando, un hombre robusto de cabello rubio y semblante serio se colocó a su lado y habló en su oído.

Quiero ser todo lo que necesites (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora