CAPÍTULO I - Un nuevo comienzo

1.2K 64 24
                                    


Movía las caderas al ritmo de la canción que sonaba desde el equipo de música mientras cantaba a puro pulmón, algo desafinado sí, porque no había pre-calentado pero no me importaba, puesto que solo mi acompañante perruno me escuchaba y parecía no importarle.

—¡Obelix! ¡Vení acá!

Un bulldog francés color canela, lo tenía desde hace un año. Se había convertido en el gran amor de mi vida y mi compañero de aventuras. Movía su cola y corría de un lado al otro tan contento como yo mientras preparaba un poco de chocolatada. Era entrada la tarde así que lo más lógico hubiera sido preparar café, pero conociéndome si lo tomaba a esa hora, más los nervios y la emoción de lo que pasaría al día siguiente, lo más probable hubiera sido que no pegase un ojo en toda la noche. 

Terminé de prepararlo y me acomodé en el sillón de la sala estirando las piernas sobre la mesa ratona y llevando a mi lado a Obelix quien ya se había calmado y me miraba con ojos de "yo no fui"; mirada la cual no puedo resistir.

De repente la puerta principal se abrió y puedo divisar a mi hermano entrar con una sonrisa gigante como de costumbre.

—¡Hermanita! —gritó y corriendo hacia mi me atrapó entre sus brazos, elevándome y dando giros sobre sí mismo riendo muy fuerte.

—¡Tomás! ¡¡Tomás!! —comencé a sentir mareos—¡Bajame! ¡Para! ¡Ah, mierda! —gritaba mientras golpeaba su espalda y movía las piernas de manera desesperada. Pero a él parecía no importarle, creo que se divertía aún más con mis intentos de escapar de su abrazo de oso.

Tomás era mi hermano mayor, nos llevábamos 5 años de diferencia. Él medía casi un metro ochenta mientras yo apenas llegaba al metro sesenta, por lo cual era muy evidente saber quien era la persona mimada de la familia. Vivíamos en un departamento cerca del centro de la ciudad desde hace ya casi tres años, cuando decidí salir del barrio en el que me encontraba sumida con algunos problemas que no podía resolver. 

Él me había ofrecido quedarme en su departamento con la condición de que ambos pagáramos el alquiler y los demás servicios. Decidí aceptar puesto que, necesitaba salir de ahí lo más rápido posible y además porque era mi hermano, no podía pensar en nadie mejor con quien vivir; aunque a veces era medio (demasiado) insoportable nos llevábamos sumamente bien. Era mi mayor confidente en casi todo y sabía sobre las metas que tenía para mí misma. Después de perder a nuestros padres, Tomás había decidido ir a Los Ángeles a perfeccionarse en contabilidad y sistemas, solo pasaron dos años cuando volvió y comenzó a formar parte de una empresa importante donde ahora era jefe en la sección contable.

—¿Se puede saber por qué este repentino ataque de risas, abrazos y demás? —levanté una ceja y lo miré con desconfianza; lo conocía mejor que nadie y sabía que había algo que me estaba ocultando.

—¿Ah? ¿Acaso un hermano no puede ser cariñoso ahora? —puse los ojos en blanco mientras me colocaba en el suelo y seguía riendo, esta vez más tranquilo.

—En serio Tomás, te conozco. Yo sé que hay algo detrás de todo este show amoroso. Aunque admitiré que voy a extrañar tus ataques de risa —levanté la vista hacia sus enormes ojos verdes, los cuales se encontraban radiantes y llenos de entusiasmo, mientras sus hoyuelos estaban en su máximo esplendor.

Tomás era un hombre sumamente atractivo y carismático; algo romántico y bastante tímido en cuanto a mujeres se tratase. Las pocas chicas que había traído al departamento eran bastante... indiscretas. Se lanzaban a sus brazos y no importaba que yo estuviese en el sillón leyendo algún libro o mirando algún programa policial de los que me gustaban. Además, suelo ser una persona muy celosa de aquellos a los que amo y cada vez que las chicas cruzaban la puerta miraba a mi hermano de mala gana. Nunca entredí porque tenía tan mal gusto en cuanto a mujeres se tratase.

Quiero ser todo lo que necesites (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora