CAPÍTULO IX #2 - La inesperada cita con Daryl

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—¡Maldición! —la voz de Anna me sobresaltó— Estas hecha una muñeca.

Voltee los ojos y volví a mirar mi reflejo en el espejo. Para ser sincera, elegí lo primero que encontré de entre mis atuendos para salir. La verdad no me importaba estar demasiado arreglada pero parece que mi plan no estaba resultando. Había optado por un short tiro alto de color azul metálico que resaltaba la tez pálida de mis piernas y una blusa sin mangas de color blanco con unos zapatos acordes; decidí dejar mi cabello suelto con algunas ondas en las puntas y un maquillaje que enmarcase el azul grisáceo de mis ojos.

—No es para tanto —comenté con desinterés.

—Si tú lo dices... —ironizó— creo que lo vas a volver loco.

—Ya deja esas locuras Anna —mi voz sonaba irritada.

—Está bien, está bien, no quiero tu puño sobre mi bello rostro —soltó entonces una carcajada y salió de la habitación.

Me encontraba colocando perfume detrás de mis orejas cuando escuché una bocina; fui hacia el balcón y me quedé perpleja al ver al ya conocido moreno fuera de un Lamborghini rojo estacionado en la vereda de enfrente.

—Tu cita está aquí —Anna vino a mi encuentro con una gran sonrisa.

—No recuerdo haberle dado mi dirección —murmuré.

—Fue Matt —respondió—, Daryl se lo pidió hace un par de horas cuando confirmaste su encuentro. Dijo que no quería que fueras en taxi y prefirió pasar por ti, pero todo era una sorpresa.

—Claro —ironicé—. Quiere congraciarse conmigo.

—Le agradas —veo una sonrisa traviesa asomarse por sus labios.

—Pero él no me agrada a mí.

—Pero lo hará, solo es cuestión de tiempo, ya te lo dije.

—Me voy —tomo el pequeño bolso de mano con la intención de terminar esta absurda conversación y me despido de mi amiga para bajar las escaleras.

Cuando salgo del complejo de departamentos lo visualizo recostado por el auto con una rosa en la mano sonriendo de par en par. Estaba vestido con un pantalón de mezclilla, una camiseta de color gris que se ajustaba a su trabajada figura y una chaqueta negra. Emana una sensualidad que no podía explicar ni aunque quisiese. Sus ojos eran exóticos y misteriosos, mientras la comisura de sus labios se elevaba en una sutil sonrisa que lo hacía ver como un modelo de revista. Me acerqué lentamente devorándolo con la mirada, el maldito era increíblemente sexy lo cual me atraía sin remedio alguno.

—Isabella —extendí una mano con la intención de estrecharla, pero en vez de eso la tomó con delicadeza y sin más posó un beso en mis nudillos. Prontamente un sutil calor se expandió por mi cuerpo, informando que ese pequeño contacto era capaz de encender una gran chispa—. Esta hermosa.

—Gracias, tú no te ves nada mal —respondí con sensualidad—. ¿Vamos? —pregunté sin mirarlo.

—Como gustes —extendió frente a mí la rosa—. Casi lo olvido, esto es para ti. Me recordó a tu belleza, espero no te moleste el atrevimiento.

La tomé entre mis manos sintiendo así la suavidad de sus pétalos y su embriagador aroma; era preciosa. Di las gracias y caminé hacia el asiento del copiloto, me abrió la puerta, le dediqué una pequeña sonrisa para posteriormente ingresar al vehículo. Daryl se sentó y volteó hacia mí, me dedicó una gran sonrisa y arrancó.

Íbamos a una velocidad considerable, lo cual me relajaba en cierta manera. Se había creado un silencio un tanto incómodo pero no tenía intenciones de crear ningún tipo de conversación; la realidad es que daba asco si se trataba de socializar.

Quiero ser todo lo que necesites (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora