CAPÍTULO III - Conociendo mi nueva vida

557 55 20
                                    


Sentía como pequeños rayos de luz se deslizaban por entre la cortina hacia mi rostro. Había tenido una noche algo agitada, algunas pesadillas cortas donde se escuchaba esa risa horrorosa y disparos para después dar paso al silencio. Esto hacía que me despertase algunas veces durante la noche. Me levanté de la cama y me dirigí al baño, tomé una ducha tibia, me arreglé y me puse ropa cómoda. 

En la otra habitación, Anna seguía dormida. Había tenido una noche difícil así que supuse que querría descansar un poco más. Saludé a Otto y a Obelix y comencé a preparar el desayuno; un poco de café, unos hotcakes con algo de miel y un poco de jugo de naranja. Una vez terminada mi gran obra maestra, decido despertar a mi amiga. 

—¡Oye bella durmiente! ¡El desayuno está listo! ¡Es día de compras! No creíste que lo olvidaría tan fácilmente, ¿no? —observo como se retuerce entre las sábanas mientras ríe despacio. 

—Fui yo quien te invito así que no me puedo quejar.

Luego del desayuno, me coloqué algo fresco y cómodo ya que era un día soleado y no había rastro de una sola nube. Aunque Anna me había advertido que muchas veces la lluvia llegaba a la ciudad sin pleno aviso y cuando uno menos lo esperaba, se encontraba completamente empapado.

Pasamos prácticamente toda la mañana de compras, habíamos recorrido todas las tiendas y logré conocer gran parte de la zona hasta el Central Park. Luego decidimos ir a almorzar a un restaurante. Habíamos hablado de prácticamente todo; las cosas que sintió y vivió al llegar aquí, como había sido su historia con Matt y porque fue tan difícil llegar a su corazón. También me había hablado de su ex novia Lana y del accidente.

Me había contado sobre el pasado de su novio y el de su hermano, en ese momento me di cuenta que lo entendía a la perfección. Luego me habló de Lisa, una chica que había conocido en la empresa con la cual se volvió muy amiga, estaba ansiosa por presentármela. También nombró a su jefe, Gabriel Simons y me comentó sobre el dueño de la empresa Ryan Carter. 

Más adelante, mencionó al mejor amigo de Matt, un tal Colin y dijo que era el cantante de una banda o algo así. Por último me había descrito quién y cómo era la jefa del departamento de Recursos Humanos; Cassidy Sparke. Una mujer muy bella según Anna, con un gran carácter, pero amable y comprensiva.

Terminamos por volver al apartamento cerca de la tarde, no habíamos parado un segundo excepto para almorzar.

Al llegar, tomé una ducha fría, hacía bastante calor y caminar tanto nos había hecho sudar. Me coloque un short y una blusa bastante suelta, salí de la habitación hacia la cocina y entonces vi a mi amiga besando apasionadamente a su novio. Por un segundo me congelé y sentí como mis mejillas comenzaban a arder. 

¿Qué estaba pasando conmigo? 

A mí no me molestaba en lo más mínimo ver a personas besarse o incluso tener sexo. No era nada nuevo para mi, pero esta vez era distinto. Había algo que no había visto antes, al menos no después de mis padres. 

No era solo pasión o deseo lo que veía en sus besos y sus expresiones. Era algo más, era amor o al menos así lo identificaba. Tiempo atrás había sentido esas sensaciones, aunque después pude percibir que no era algo real, sino producto de mi gran desesperación por ser salvada. Pero así como llegó se desvaneció, dando paso al mismo dolor de siempre. Por ende, no podía estar segura de saber realmente qué era lo que se sentía ser amada con locura. 

Decidí entonces, carraspear un poco y dirigirme hacia la cocina. Ambos se soltaron rápidamente acomodándose la ropa, solté una risa y me dirigí hacia Matt.

—Veo que ya te encuentras bastante bien— de soslayo miraba divertida a mi amiga quien se había vuelto un tomate. 

—Pues si, solo fueron unos cuantos golpes. Estoy acostumbrado a ellos cuando entreno con los chicos en mi gimnasio, pero Daryl todavía se encuentra en cama, se llevó la peor parte.

—Entiendo, ¿no pasó más nada anoche? —pregunté mirándolo de manera desinteresada.

—No, los amigos de Daryl cuidaron que nadie volviese a la villa y solo nos acostamos a dormir. ¿Qué tal la mañana de compras? —preguntó de repente; quería distraerme del tema así que lo deje en paz. 

—¡Súper! ¡No tienes idea la cantidad de cosas que compramos amor! ¡Y hablamos hasta que nos quedamos sin aire! —Anna gritaba como una niña, adoraba a esa muchacha, siempre tan feliz. 

—Si, la verdad es que me cansé de oír a tu novia hablar sobre ti —la miré rápidamente y vi como sus mejillas volvían a ponerse rojas mientras él reía a carcajadas.

—No me sorprende, habla de mi tanto como yo hablo de ella. Es preciosa, ¿no lo crees Isabella?—volteo a verme con un brillo de picardía en los ojos.

—Es una de las mujeres más hermosas que conozco Matt  —respondí con el mismo tono juguetón.

—¡Ay! ¡Ya basta! —rodó los ojos y ambos reímos con fuerza. Mi amiga era muy vergonzosa cuando alguien la halagaba y eso era muy divertido porque se comportaba como tonta. 

—Pero si es la verdad princesa, sabes que eres sumamente guapa. Aparte de ser una persona completa y absolutamente sensacional, ¿por qué crees que me he enamorado de ti? No eres solo una cara bonita y lo sabes. Ahora ven aquí y dame mi bes...—el castaño ni siquiera pudo terminar la frase y su novia ya estaba colgando de su cuello besándolo con dulzura. 

Era tan romántico, tan surreal. Se podía sentir el amor en el ambiente cuando ellos dos estaban cerca. Anna lo había conseguido, había logrado encontrar a su príncipe, ese del cual hablábamos cada noche bajo las estrellas. Y también había conseguido ese amor verdadero que no todos son capaces de encontrar. Ese amor que mis padres se profesaban, que era tan especial. Ese amor que estaba segura, yo jamás tendría y por un momento sentí un vacío en el pecho. 

Deseaba con desesperación poder tomar todo ese amor en el aire y llevarlo a mi corazón para así poder sentir quizá, una leve pizca de todo lo que había allí. Pero sabía que era imposible, ese sentimiento simplemente no estaba hecho para mí.

—Bella, ¿por qué lloras? —la voz de Anna pudo arrebatarme de mis tristes y someros pensamientos. Sin haberme percatado de ello, seguía parada frente a la pareja con una lágrima deslizándose por mi mejilla, la seque rápidamente y sonreí nerviosa.

—No es por nada malo, simplemente no puedo dejar de sentirme tan feliz por ti. Porque aún recuerdo las veces que me hablabas de encontrar ese amor que tanto deseabas y ahora lo tienes, está allí y es tan bonito que me emociona.

—¡Oh Bella! —se acercó y me dio un fuerte abrazo— Sabes que tú también lo puedes tener, ¿no es así? Tienes tiempo de encontrar al amor de tu vida; no debes cerrarte, debes abrir ese corazón para que así toda esa plenitud pueda entrar en ti. Ese es el secreto—la miraba con los ojos vidriosos, quería creer en sus palabras pero simplemente no podía. No sabía cómo hacer para conseguirlo y mi orgullo probablemente destrozaría todo intento así que me limité a asentir. 

—Ya tengo al amor de mi vida y está en ese sillón roncando como un puerco —apunté a Obelix y Matt no pudo contener la risa así que terminamos por carcajearnos todos. 

Era domingo por la noche, mañana iría a presentarme para la entrevista en la empresa y si me aceptaban trabajaría desde ese mismo momento. Era algo rápido, puesto que hacía solo unos días la secretaria de Cassidy había contraído matrimonio de manera inesperada; decidiendo junto a su esposo ir a vivir a Europa. 

Anna le aseguro a Gabriel y al Sr. Carter que yo era lo que ellos necesitaban. También dijo que era sumamente responsable, puntual, profesional y seria. Sí, mi amiga había dicho todas esas cosas de mí y algunas eran verdad. Excepto la puntualidad, no se me daba muy bien pero tendría que hacer el gran esfuerzo. Cerré los ojos y respire profundo, al fin todo salía como quería, al fin comenzaba a sentir algo de orden.

Por primera vez creía que la vida me sonreía, qué ingenua fui. 

Quiero ser todo lo que necesites (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora