CAPÍTULO XIII - ¿Embarazada?

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Abrí mis ojos y divisé los tenues rayos de sol colarse por la ventana. La noche anterior después de mi catarsis junto a Daryl me había quedado dormida, el cansancio me pesaba en el cuerpo y mi mente se encontraba un tanto confusa.

Fui al baño, me cepillé los dientes y luego el cabello, entré a la cocina y me dispuse a preparar unas tostadas con algo de café. Ya en el sofá tomé mi móvil para mandar varios mensajes, entre ellos a Daryl preguntando cómo se encontraba y agradeciendo su compañía por la noche anterior.

Tomé mis tenis, ropa deportiva y la correa de Obelix para dirigirme al parque, el aire fresco me haría bien.

El sol golpeaba con intensidad pero la brisa era liberadora, los árboles se mecían al compás del viento mientras las risas de los niños, los ladridos de animales y el tráfico daban vida al espacioso lugar.

Aunque sabía muy bien cómo serían mis días a partir de la llegada de Máximo no podía huir, volvería a encontrarme así le llevara mucho tiempo; toda una vida si era necesario. Conocía sus métodos, le gustaba jugar sucio y no me sorprendería que utilizase a mis seres queridos para llegar a mi; no lo había hecho aún por el simple hecho de que sabía perfectamente dónde me encontraba.

En el preciso momento en el cual crucé mi mirada con él, dejé de sentirme en libertad. Las memorias de las acciones pasadas volvieron, como todo lo que haces porque jamás llegas a escapar de aquello que es parte de ti. No puedes esconder tu alma, tu verdadera esencia y aunque te arrepientas, muy dentro sabes lo que eres aunque no quieras aceptarlo.

Y yo, sé muy bien quién soy y las atrocidades que he hecho en nombre de otros; pero claro que eso jamás es una excusa porque mis ojos no pestañeaban al matar.

Siempre he tratado de pensar que de alguna manera, las personas a las cuales les arrebataba la vida eran igual o peor de lo que yo. Creo que llegué a convencerme de eso en algún pequeño momento de mi vida; creyendo que eran la misma escoria y que yo me volvía su verdugo. Pero no estaba más que equivocada; yo no era verdugo de nadie más que de mí misma. Máximo lo sabía y disfrutaba de verme envuelta en esa densa nube de estúpidos pensamientos de los cuales trataba de engañarme.

—Que agradable sorpresa encontrarte por aquí —una voz profunda me aparta de mis pensamientos y oriento mi mirada en su dirección para chocarme con la imagen de Gabriel Simons.

—Señor Simons, ¿cómo se encuentra? —mis palabras salen como plástico por la falsedad de mi educación, no esperaba encontrarme con nadie conocido, menos con él.

—Muy bien, ¿y tú? Veo que gustas de ejercitarte, eso es bueno, ayuda a mantener las cosas en orden —puedo notar como su remera se pega a su sudorosa piel, sus brazos marcados y su frente brillante me dan la pauta de que su actividad fue intensa.

—O al menos ayuda a intentarlo... —murmuro mirando nuevamente hacia las personas que se encuentran en el medio del parque.

—¿Te molesta si tomo asiento? —dentro de mi cabeza las palabras de Anna comienzan a resonar pero reconozco que no tendría una excusa válida para no aceptar, sería demasiado obvio.

—Para nada —respondo en seco.

Prontamente siento su presencia cerca de mi cuerpo, un silencio incómodo se implanta entre los dos pero prontamente es quebrado por su risa. Volteo y puedo ver como sus blancos dientes hacen acto de presencia iluminando su rostro así como sus ojos azules. El cabello le brilla por el sol y algunas hebras se vuelven de un dorado intenso, es ciertamente un hombre atractivo.

—¿Puedo preguntar el motivo de su risa? —indago con curiosidad.

—Oh nada en particular, creo que ese perro es muy gracioso —su dedo apunta en dirección recta y entonces lo sigo con la mirada para encontrarme con Obelix y otro pequeño perro en una lucha intensa por quien se apodera de la rama.

—Su nombre es Obelix —comento con ternura.

—¿Es tuyo?

—Claro, es mi compañero de aventuras, no me imagino sin él. ¿Usted no tiene mascotas?

—Puedes tutearme Isabella, no estamos en el trabajo. No, no tengo mascotas, mi vida es demasiado ajetreada para poder hacerme cargo de un ser vivo que necesita de mucha atención —su rostro se vuelve serio.

—Pues que aburrida tu vida, debe ser muy solitaria —escucho nuevamente una risa socarrona salir de él, es sexy.

—Para nada, mi vida no es aburrida aunque si algo solitaria —cruzamos miradas por unos momentos y pude ver como una chispa se encendía en sus ojos.

—Es hora de irme, tengo archivos que no van a terminarse solos. Con permiso —llamo a mi perro y a los pocos segundos lo encuentro frente a mí con la gran rama, moviendo su cola y festejando a mi acompañante—. Es hora de irnos pequeño rufián, hasta luego Gabriel.

—Adiós Isabella, fue un gusto compartir esta breve charla contigo, espero se repita pero con un poco más de tiempo —guiña un ojo mientras le sonrío levemente, tomo la correa y comienzo a caminar en dirección a mi hogar.

—Adiós Isabella, fue un gusto compartir esta breve charla contigo, espero se repita pero con un poco más de tiempo —guiña un ojo mientras le sonrío levemente, tomo la correa y comienzo a caminar en dirección a mi hogar

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—¡Qué me cuentas! ¿Gabriel Simons? ¡Dios! Ese tipo es un Casanova de primera mano —Los gritos de Anna inundaban la cocina mientras la pasta hervía en la olla y preparaba su salsa especial.

—Que te digo, es un tipo extraño, algo en él no me gusta —muerdo una zanahoria mientras coloco algo de música.

—Sí, es extraño muchas veces, quien sabe los secretos que esconde. Lo único que afirmo es que ha estado con casi todas las mujeres de la empresa; excepto claro las ancianas y algunas casadas que son fieles —reímos ante sus gestos.

—No me sorprende, es ciertamente un hombre atractivo y por demás mono para conquistar al sexo opuesto —escucho como el sonido de las verduras siendo cortadas por el cuchillo se detiene. Observo entonces a mi amiga con los ojos fijos en mi y su rostro serio.

—No me vas a decir que te gusta Gabriel, ¿no? ¿Ya te dije que es tu jefa la que se encuentra enamorada de ese hombre?

—Relájate, que sea un hombre cuya seducción es palpable no quiere decir que me guste y que tendré sexo con él —vuelvo a escuchar el cuchillo hacer su trabajo—. Aunque no sería una mala experiencia...

—¡Isabella! —suelto una carcajada y trato de calmar el rostro lleno de horror de Anna.

—¡Es broma! ¡Ay! Eres toda una susceptible mujer —digo entre risas.

—Es extraño sabes, hace un par de semanas que me siento así. Es como que todas las cosas me afectan y me pongo a llorar de la nada, además me siento más cansada que de costumbre —miro sus ojos y en ese preciso momento una idea llega a mi mente como un rayo, sin mediar mucho mis palabras lo suelto con toda sorpresa.

—¡¿Estás embarazada?! —veo sus ojos abiertos de par en par mientras su rostro refleja total y absoluta sorpresa.

—¡Pero qué dices! Eso es imposible, totalmente improbable —veo como trata de pasar saliva por su garganta de manera agresiva.

—Anna...

—¡Demonios! Puede que sea así —veo como sus ojos me piden auxilio y voy para darle un abrazo, la aprieto contra mi cuerpo mientras acaricio su cabeza.

—Tranquila cariño, debemos hacer los estudios correspondientes para saber si es verdad.

—Ay Bella, ¿qué ocurrirá si estoy embarazada? —la separo de mi cuerpo por unos momentos y con una gran sonrisa afirmo.

—Seré la tía más feliz de todo el mundo.

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⏰ Última actualización: Oct 11, 2017 ⏰

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