CAPÍTULO XI - Por esos ojos

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Ira... Mi cuerpo ardía de ira...

Me encontraba sentada en el sofá de mi amiga llorando sobre su regazo mientras ella me sobaba el cabello y susurraba palabras tranquilizadoras.

El cuerpo me dolía, no sé en qué momento me volví tan frágil que las simples lágrimas drenaban toda mi energía. No podía pensar en nada más que en sus ojos oscuros llenos de malicia, la misma que me hizo huir, que me hizo llegar aquí y donde le di otro sentido a mi vida. Todo había sido por esos ojos...

Anna fue al baño y entonces decidí volver a mi apartamento. Necesitaba relajarme, necesitaba pensar y si seguía llorando no lograría hacer nada. Una vez en mi hogar, me quité la ropa y entré a la ducha, el agua fría que caía sobre mi rostro se fundía con las lágrimas saladas que no dejaban de brotar de mis ojos.

Por un momento creí que podía ser feliz de verdad. Creí que realmente podía encontrar un camino nuevo, con paz y sonrisas, pero no era más que un engaño, una estúpida ilusión. De repente la vida me había devuelto todos los recuerdos dolorosos como una puñalada que dolía en lo más profundo.

Caminé hasta el espejo y lentamente observé mi reflejo. Veía un fantasma del pasado, una sombra oscura como el mismo vacío, una cobarde que prefirió huir a enfrentar sus verdaderos demonios. Mi pecho dolía como nunca y mis ojos estaban irritados e hinchados pero no podía evitarlo, las lágrimas salían por si solas y yo no podía hacer nada para detenerlas.

Necesitaba ver a Daryl, por algún extraño motivo era la única persona que me hacía sentir serena. Con quien podía hablar y tener la seguridad de que entendía lo que significaba tener un pasado que te condene.

Sabía que era día de karaoke y probablemente se encontraría en el bar ya que León tendría una cena con Natalia y no iría a trabajar. Comencé a vestirme, tratando de estar lo más presentable posible y no evidenciar mi destrozo interior.

Volví a mirarme en el espejo y esta vez me sentí un poco mejor, mi cara no estaba tan pálida y mis ojos se habían deshinchado bastante. Salí del edificio y me dirigí caminando hacia el bar, necesitaba el aire fresco que me brindaba la noche.

Una vez dentro, me dirigí a la barra para pedir una mimosa y me dispuse a escuchar la música y observar a mí alrededor. No encontraba a Daryl por ninguna parte pero sabía que no estaba muy lejos. Transcurrió una hora y media aproximadamente en la cual tuve que desechar a morenos, rubios y demás para poder tomar mi bebida en paz.

De repente volteo hacia al escenario y lo veo. Se encontraba con el micrófono hablando y presentado a las parejas y solos para dar comienzo a la popular noche de karaoke. Estaba sonriendo y su vestimenta era tan sencilla que no pude contener mi sonrisa, era sumamente atractivo y hasta podía jurar que su mirada reflejaba la más pura diversión.

Disfruté de las distintas interpretaciones mientras mi mente divagaba por la silueta de ese hombre. Existía algo en él que llamaba mi atención de manera monstruosa y aunque podía dilucidar que se trataba del peligro que él significaba, sentía que no podía ignorarlo, me era imposible.

—Miren que trajo la noche —su sonrisa era inmensa y sus ojos brillaban en una chispa contagiosa.

—Buenas noches —respondí con una media sonrisa.

—¿Qué te trae por aquí pequeña princesa? León no ha venido.

—Lo sé, he venido a verte a ti.

—¿Y eso? —su expresión de asombro me hizo reír— ¿Acaso va a llover?

—No te pases —sentencié con el rostro serio para después reír.

—¿Qué ocurre? —su mirada me escudriñó, pude notar que trataba de analizarme para encontrar la razón no sólo de mis palabras, sino mi actitud que había dejado de ser defensiva. Me sentía cansada y realmente necesitaba hablar con alguien.

—Hoy... he tenido un encuentro con mi pasado. Aquel que tanto he venido a olvidar —mi garganta se había cerrado en un nudo doloroso y las lágrimas se arrinconaron como nunca. Daryl tomó mi mano sin mediar palabra alguna y me encaminó hacia fuera.

El aire azotaba contra mis rostro el cual ya estaba empapado y tenía miedo, mucho miedo. ¿Cómo podría sentirme segura sabiendo que Máximo había venido por mí? Lo conocía demasiado bien para intuir que destruiría todo aquello que me importaba y no se detendría hasta que volviese con él.

—Puedes contarme lo que necesites —se había quedado a mis espaldas para luego sentir sus brazos alrededor de mi cuerpo y entonces ya no pude quitarlo, ni siquiera lo intenté.

—Daryl yo... —voltee lentamente para encontrarme con sus grandes ojos veteados. Las palabras no salían de mi boca pero por algún motivo era mi mirada quien hablaba por sí sola; soltando a gritos lo que mi garganta callaba.

Sin decir nada me tomó entre sus brazos y caí rendida, llorando amargamente. La preocupación así como la incertidumbre comenzaron a hacer estragos en mí sin darme cuenta de ello.

El miedo de saberme presa nuevamente en una vida peligrosa y agria me constipaba irremediablemente. No quería volver a ser lo que había sido, quería algo mejor, algo limpio y bueno, quería a Daryl en mi vida y no sabía porque. Tenerlo cerca significaba peligro, era sinónimo de problemas porque él también seguía sujeto a una correa que lo conectaba con un mundo ilegal y arriesgado.

Este hombre era un reflejo de lo que yo había sido en un no muy lejano ayer. Sin embargo, desde la primera vez que lo había visto, esta sensación el pecho se había implantado en mí y a pesar de hacer todo lo posible para no pensar en ello, hoy más que nunca se alborotaba de tal manera que no sabía si correr o quedarme.

Por primera vez no sabía que decir o que hacer, como reaccionar ante una persona que no conocía casi en absoluto pero por algún incierto motivo su presencia alejaba algunos fantasmas para traer otros nuevos.

Quiero ser todo lo que necesites (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora