Lo que siento por ti.

D o c e

Jessey

Paso por la casa de mi amigo después del
Tommy Mel's. Su madre, que es igualita a él físicamente, me abre la puerta. Subo a su habitación y le veo con él movil en una mano mientras con la otra sujeta una bolsa de plástico con hielos encima de la cabeza.

Levanta la vista y me mira. Bufando, se quita la bolsita de la cabeza. Dejando ver el chichón.

-Eso tiene muy mala pinta. -comento.

-Y que lo digas. Estoy harto de estar en ésta posición -señala el gran bulto que tiene con el dedo-. A este paso, se va a hacer más largo que mi pene.

-Pues entonces déjame decirte que tu pene es muy pequeño -esquivo riendo el cojín que me tira a la cabeza.

-Seguro que tienes envidia porque el tuyo es más pequeño que mi meñique -bromea-. Me tendré que poner una gorra para mi cita con Alexis.

-¿Cita?

-Ya sabes una reunión entre dos personas en la que...

Hago un movimiento con mi brazo.

-Sé lo qué es una cita, Evan -me siento con él en la cama-. Lo que quiero decir es por qué has tardado tanto en pedírselo.

-Supongo que el golpe me había dejado idiotizado y he ido a su mesa a preguntárselo y al darle el móvil de su amiga.

Coge el mando a distancia y enciende la tele. Poniendo Bob Esponja. Niego con la cabeza, mi amigo es un caso perdido.

-Por cierto -habla de nuevo- la próxima vez que la veas, dile que su móvil podría haber roto hasta la mesa.

Comenté que a mi hermana le encanta leer.

Pero le gusta más cuando yo soy quién le leo mientras ella está tumbada en la cama. Cuando termino de leerle el capítulo, dejo el libro en la estantería.

-Nunca comprenderé porqué a las chicas os gusta tanto los chicos malos y misteriosos. A mí no me gustaría ser como este tal 'Hache'.

-Supongo que porque son directos, no se callan lo que dicen. Los sensibles nos parecen sosos.

-¿Me estás llamando aburrido, enana? -le empiezo a hacer cosquillas y se retuerce debajo de mí.

-¡Para, para! -le hago caso y ella me mira con ojos brillantes.

-Tú eres mi héroe.

Le doy un par de besos y un abrazo de buenas noches y me voy a mi habitación.

Cojo la guitarra que está en una esquina de mi habitación. Aparte del béisbol, tocar este instrumento es una de mis pasiones. Me calma y se me da bien componer, aparte de cantar. Tengo una pequeña banda y todos los sábados nos reunimos para tocar.

En cuanto empiezo a tocar, mi mente va hacia lo ocurrido unas horas antes en la cafetería del colegio.

Esa cara angelical y esos ojos verdes con motas marrones me miraban con una ternura que nunca había sentido antes.

Y de alguna forma encendieron algo dentro de mí.