V e i n t e

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Jessey

Tras el beso del principio de la noche, pensé que Taylor querría llegar más lejos, pero me echó gentilmente de su casa. Desde que mencioné a sus padres, se ha comportado de una forma muy extraña. Decido no hablar más de ese tema cuando esté con ella, si quiere contármelo, esperaré hasta que le apetezca hacerlo.

Una vez tumbado en mi cama, me llega un mensaje de Zac, diciéndome que me dejé la cartera en el restaurante. Mañana pasaré a recogerla pronto.

Hay que componer un nuevo tema para la banda, así que empiezo a tocar las cuerdas de la guitarra, cerrando los ojos y encontrando inspiración.

Mi mente empieza a generar imágenes de unos labios rosados con una sonrisa tierna, junto con unos ojos verdes extraños y un pelo rubio que me encantaría tocar.

En media hora, ya he compuesto un par de estrofas.

                         •    •    •

—¡Jay! ¡Jaaaaaay! —unas manos me mueven los hombros, pero no quiero abrir los ojos—. ¡Tu guitarra se ha estropeado!

Al oír esas palabras me levanto sobresaltado y miro hacia la esquina, donde se encuentra mi guitarra. Después miro a quién ha sido el causante de mi despertar.

—¿Es que me quieres matar de un infarto, imbécil?

—¡Tendrías que haber visto tu cara!—se troncha Evan— Fue cómica, en serio. Y tu forma de brincar de la cama también.

Maldita sea la hora en la que le di la llave de la casa. Me tiro de nuevo a la cama, bostezando.

—¿Qué hora es?

—La hora de la comida. Te has saltado las tres primeras horas de clase, holgazán —mierda, me he perdido trigonometría y quería hablar con Chloe—. La profesora Thompson me ha dicho que has sacado un nueve en el examen de ayer. Serás cabrón. Yo he sacado un diez, sin el cero, ¿lo pillas?

—Sí, lo pillo. Y no me hace ninguna gracia. Deberías tomarte más en serio la trigonometría.

Voy al baño para darme una ducha y me visto. Pensando en que, ya que es la hora de la comida, aprovecharé para recoger mi cartera olvidada.

—Tengo que ir al Tommy Mel's a recoger una cosa.

—Te acompaño, y de paso me tienes mucho que contar sobre una tal rubia con mechas de colores —me da una sonrisa ladeada y un guiño. 

No hay casi nada que contar, pero bueno. Cogo la mochila que tiene mi uniforme de béisbol y salimos.

Llegamos al restaurante y saludamos a Zac. Él se excusa para ir a recoger mi cartera, que está en su mochila.

Evan está comentándome algo cuando el grito de una voz conocida nos sobresalta. En un breve movimiento de cabeza la veo. Una sonrisa se ensancha en mi rostro al ver que está concentrada en su ordenador escribiendo algo. Es muy mona cuando frunce el ceño. No me esperaba encontrarla aquí, pero me alegra.

Su amiga Alexis está a su lado leyendo lo que sea que está poniendo. Le doy un codazo a Evan señalando la mesa donde ambas están sentadas. Cuando el camarero me devuelve la cartera, nos dirigimos ahí.

—Que no se te caiga la baba, tío.

—Lo mismo digo, mantén en tu sitio a tu amigo. —comenta divertido el rubio.

Lo que siento por ti.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora