CAPITULO 3 COMIENZO Y FIN

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CAPITULO 3 DESAMOR Y AMOR II
Como les había contado estoy con Ameyali, esa chica sí que era muy amorosa conmigo pero no me molestaba, también tenía sus buenos momentos en los que me dejaba solo y me daba mi espacio, el gran problema era que no me sentía feliz, tal vez un poco pero no me duraba esa felicidad.
Iba caminando por la calle cuando la vi, al principio me quede congelado de verla ahí parada en aquel lugar como si nada, como si no pasara nada y todo estuviera bien y pudiera regresar como si nada Hillwood sin detenerse a pensar en el daño que me hizo pero pronto me di cuenta de mi gran equivocación.
-¡Helga! -Grite molesto deteniéndola y entonces... -¿Olga?
La rubia se veía realmente mal, estaba demacrada, estaba ojerosa y también tenía la mirada perdida, llevaba un abrigo pero al darle la vuelta descubrí que tenía unos zapatos desgastados y ropa destrozada como si la hubieran lastimado gravemente algo que no me gusto pensar realmente.
-¿Qué quieres? Ahora no estoy disponible -Dijo sin ninguna emoción en su voz
-No...quiero decir ¿Dónde rayos estabas? Helga... -Un dolor en el pecho me cruzo, aun no podía hablar de ella sin que me afectar.
-¿Helga? ¿Qué Helga? -Pregunto mientras me miraba suspicaz, pensé que tal vez me había equivocado, pero no...esos ojos eran inconfundibles y el físico era idéntico a Olga, claro sin estar en aquel estado deplorable.
-Vamos te llevare a tu casa -Dije tratando de tomarla pero ella se soltó de mí y comenzó a caminar nuevamente en dirección contraria
-Olga -Le llame pero no me hizo caso, así que la seguí un momento pero...desapareció cuando llegamos a la casa de... -Olga -Susurre con verdadera pena al notar que Olga estaba en una casa de citas.
Sé que lo que Olga le hizo a Bob y sobre todo a Helga no tenía perdón, pero tampoco me imagine que ella terminaría en un lugar así, cuando siempre tuvo una vida brillante, lástima que la vida no siempre es como creímos y puede dar mil vueltas y solo hay que saber manejarla, pero...Olga no lo supo hacer.
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Llegue a la casa de huéspedes y comencé a buscar algún teléfono donde localizar al señor Pataki quien ya no vivía más en aquella casa que muchas veces fui a visitar para saber noticias de Helga, aun así debía avisarle que Olga estaba en un hoyo sin fin y también esperaba encontrar alguna noticia de Helga, hablando sinceramente.
No encontré nada, pero en aquel momento mi teléfono sonó, respondí de inmediato, pero nadie respondió del otro lado.
-¿Qué ocurre hijo? -Mi padre estaba detrás de mí viéndome con curiosidad
-Nada, se equivocaron -Comente y después me fui a mi alcoba, desanimado de no poder encontrar un teléfono de Bob.
-Helga -Susurre antes de cerrar los ojos para así poder verla en mis sueños y estar por fin con ella, aunque todo fuera una fantasía.
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Al día siguiente me fui rápidamente a la preparatoria pues se me había hecho tarde, no podía creer que me hubiera pasado, realmente nunca había sido de los que se levantaban tarde pero en fin, el autobús me dejo así que tenía que caminar hasta la preparatoria.
Al llegar aquel día me di cuenta de que sería un largo y pesado día, más que nada porque Gerald estaba cerca. -¡Jajajaja! Eres un tonto Eugene -Dijo burlándose -Ni en tus sueños
Eugene levanto algo que había en el suelo, que no alcance a distinguir pero inmediatamente Gerald y sus nuevos "amigos" comenzaron a patear lo que había ahí y comenzaron a reírse más de las suplicas que hacia Eugene.
-¡Ja jajajaja!
-¡Gerald! ¡Basta!
Si ya sé que dirán como solía decir Helga, el buen samaritano Arnold no puede mantenerse a raya de los problemas de los demás pero enserio ¿Qué hubieran hecho en mi lugar? ¿Dejar que lo humillaran o lastimaran más de lo que ya estaba? No verdad.
-¡Tú no te metas Shortman! -Grito Gerald mirándome con verdadera furia y odio ¿en qué momento fue que Gerald me odiaba tanto?
-¡Déjalo en paz, Gerald!
-No -Dijo sonriente -¿O qué? ¿Me pegaras? El buen samaritano me pegara...Uy que miedo -Dijo burlonamente
-No pero...
-¡No te metas Arnold! -Dijo Phoebe quien llevaba meses sin hablarme si quiera me jalo del brazo para alejarme de Gerald.
-¡Llorón! -Gritaron Gerald y sus amigos, eso sí que me molesto y entonces...
Gerald estaba en el suelo sangrando de la nariz y yo tenía mi puño arriba, en un momento estaba con Phoebe y al siguiente estaba pegándole a Gerald y después él ya estaba en el piso y yo solo miraba horrorizado la escena.
-¿Arnold? -Susurro Ameyali mirándome sin poder creerlo
Phoebe también me miraba sorprendida aunque tenía una pequeña sonrisa, creo que en realidad deseaba que alguien le pusiera un algo a Gerald desde hace mucho, me pregunto si aún ella...bueno eso no importa ahora, solo supe que de un abrir a cerrar de ojos pronto estuve en la oficina del director...suspendido.
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Bien mi familia no tomo nada bien mi suspensión así que aquí me tienen haciendo laborales del hogar en mi primer día de suspensión (eran tres días, así que ya sabrán como me siento)
Sonó el teléfono, de inmediato respondí pero... -¿Diga?
Se escuchó la respiración del otro lado y de pronto comencé a sentirme molesto pues seguramente era Gerald o alguno de sus amigos jugándome una broma -Bien Johanssen déjate de tonterías -Dije realmente molesto y colgué
Seguí con mis labores y el teléfono volvió a sonar, molesto me acerque dispuesto a gritarles hasta de lo que se iban a morir cuando...
-¿Arnold?
-¿Eugene?
-Si perdón Arnold por molestar pero...me preguntaba si...bueno tu sabes...si...te gustaría ir conmigo a tomar...un helado -Dijo aquel chico que aun estimaba aun cuando muchos se había alejado de él, lo cual era triste.
-Claro
-Bien te veo en el parque ¿Si?
-Claro
Colgué el teléfono tratando de quitarme de la cabeza la loca idea de que Eugene era el bromista.
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Al llegar al parque mientras esperaba a Eugene me encontré con una mujer rubia que no me esperaba, ¿Acaso era la semana de encontrarme a la familia de Helga?, me acerque lentamente y Miriam Pataki volteo a verme con los ojos hinchados -¿Señora Pataki?
-¿Arnold?
-Si
-¡Oh Arnold! -Dijo abrazándome lo cual me tomo por sorpresa -¡Que gusto verte!
-Igualmente señora Pataki, pero...me esta asfixiando -Dije sin aliento y ella me soltó de inmediato -¿Cuándo...salió? -Pregunte avergonzado
-Hace unos meses... ¿Has visto a mis hijas? -Dijo tomándome desesperadamente de mi ropa, era increíble ver la fuerza que tenía.
-A Olga...si hace un par de días -Dije sonrojándome -No creo que...
-¿Es ella verdad?
-¿Qué?
-La vi hace unos días en una casa de...citas -Dijo mientras observe como unas lágrimas salían de sus ojos -Pensé que me había...equivocado
No sé si sabía leer mi pensamiento pero si ella había atinado a lo que yo sabía -Si
-¿Y Helga?
-Ella... -Dolor -Fue adoptada hace medio año por una familia que no conozco...solo sé que se la llevaron lejos de aquí -Mas dolor
-¿Y Bob?
-Del señor Pataki...no sé nada
-¡Oh mis niñas! -Sollozaba fuertemente pero cuando intente consolarla, la mujer salio corriendo de ahí, dejando caer unos volantes de la familia Pataki, ella los estaba buscando desesperadamente al parecer.
Acaricie el rostro de Helga de aquella fotografía en la propaganda -Helga... -Susurre sin darme cuenta de que alguien me observaba de cerca.
-¡Hola Arnold!
-¡Hola Eugene!
El pelirrojo se acercó a mí, alegremente mientras caminábamos hacia Slaussen's él me contaba de todo lo que estaba haciendo y lo que le gustaba, era agradable estar con un amigo, además ya era tiempo de que volviera a ver por mi vida como decía mi mama o Ameyali.
-Qué bueno que estés en el club de teatro, entonces Eugene -Dije sonriéndole mientras comía mi mantecado
-Si -Dijo mientras me miraba intensamente algo que me hizo sentir raro e incomodo
-¿Qué ocurre? -Dije incomodo ya de cómo estaba el pelirrojo
-Nada -Se sonrojo -Solo que....te agradezco lo que hiciste
-No fue nada -Dije restándole importancia -Sabes como soy
-Si sé que siempre ayudas a los demás pero...en verdad muchas gracias
-Por nada Eugene, solo... ¿porque te estaban molestando? -Pregunte curioso
-Pues tú ya sabes...
Me quede sorprendido ante su contestación, pues realmente no lo sabía - ¿Yo? No...no lo se
-Pues seguramente por lo mismo que a ti te molestan
-¿A mí? -Gerald me molestaba por Helga, ¿Acaso...Eugene también?
-Pero no te preocupes creo que ahora estaremos bien -Dijo feliz tomando mi mano
-Eso espero...porque además es tonto ¿No lo crees?
Eugene asintió fuertemente mientras me miraba como si nunca antes hubiera visto la luz del sol -Eso es lo que siempre digo -Dijo sonriente algo que me causo desconfianza.
-Si porque ya no está aquí...
Eugene no me escucho aparentemente, de un momento a otro me tomo de la nuca y me trato de besar, aquello no me lo esperaba lo juro en verdad; lo empuje tal vez con más fuerza de la normal.
-¡¿Qué demonios te pasa?!
-También me gustas Arnold -Dijo sonriéndome a lo que yo solo me levante asustado
-¡¿Qué demonios te pasa?! -Volví a preguntar -¡¿Acaso estás loco?!
-¿No te gusto? -Dijo algo avergonzado y si sé que debí ser más amable pero no pude.
-¡No! ¡Estás loco! -Dije saliendo a zancadas del lugar, molesto por la gran confusión y por mis labios expuestos de aquella manera con alguien que no era Helga, ni mi novia era mucho pero mucho peor...era del mismo sexo que yo.
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Al llegar a mi casa paso lo que faltaba para la cereza del pastel, Ameyali estaba en mi habitación y lo peor no era eso, no...encontró todas las fotografías de Helga en el altar que tenía en mi closet...si sé que Helga lo hacía mejor pero no pude evitar ponerlo en nombre del amor que perdí por estúpido...había fotografías que logre rescatar gracias a Phoebe, también libros de poesía que logre encontrar en la casa abandonada delos Pataki, así como la zapatilla de Cecil y el primer libro, poemas escritos por mí, cartas que nos habíamos escrito, etc.
-¿Ameyali? Yo...
-No digas nada -Murmuro molesta -Espero que sean muy feliz tú y imaginaria...Helga -Susurro mientras me miraba con dolor demasiado dolor que me hizo sentir mal -No quiero que estés conmigo mientras pienses en otra -Sentencio -Adiós para siempre
-Pero...
Ella se fue sin dejarme hablar, lentamente vi el lugar que tenía como un santuario y me di cuenta que tal estaba realmente mal, ya estaba llegando a la locura, al observar la peluca rubia que tenía encima de una cara que intente hacer parecida a la de Helga, con pura plastilina, esto no estaba bien.
Yo no estaba bien, perdí a Ameyali, lastime a Eugene y en la escuela también todo estaba mal e incluso Phoebe me dijo que la mayoría ahora me temía gracias al golpear a uno de los brabucones basquetbolista que se la pasaba dándose aires de grandeza lo cual no me hacía sentir mejor

EL DIARIO DE ARNOLDDonde viven las historias. Descúbrelo ahora