EL DIARIO DE ARNOLD

CAPITULO 8 UNA AMISTAD PELIGROSA I

A veces el destino es caprichoso al volver a ponernos frente a aquella o aquella personas que pensábamos jamás volver a ver...o tal vez el corazón es el caprichoso ¿No? ¿Cómo rayos seguir fingiendo como siempre? Pasar desapercibido como siempre lo has hecho, seguir siendo invisible pero ahora por una razón más fuerte...ahora me he dado cuenta que la vida en mi casa era mejor, ahora me doy cuenta del error tan grande que cometí, pero a veces es muy imposible poder remediarlo, más por fuerza por peligroso que resultaría....es mejor mantener a salvo a quienes aman que tenerlos y después perderlos por imprudencia...

¿No lo creen? Realmente nadie puede responder algo como esto...pues deberían estar en mis zapatos como yo en los suyos para comprender nuestros problemas, pero nos podemos dar una idea y lo único que puedo decir a mi favor es que realmente amo a esa persona, daría mi vida por ella, así que sin importar que pase conmigo...quiero que él sea feliz.

H.G.P

Me encontraba camino a mi casa cuando de pronto sentí como nuevamente alguien me seguía tal vez era mi nerviosismo ante la advertencia de Celeste o solo tal vez estaba paranoico, realmente no lo sabía pero cada que volteaba al lugar donde sentía que provenía aquellas miradas...no había nada.

Llegue a casa. -Hola abuelo -Saludo al ver a su viejo abuelo frente al televisor, este también le saludo sonriente pero el rubio siguió camino a su habitación pero antes de terminar de subir.

-¿Arnold?

-¿Qué ocurre mama? -Respondió el joven al escuchar la voz de su madre.

-Tenemos una nueva inquilina y tal vez -Sonrió Stella mientras dejaba ver a....

-¡Cecile!

-¡Oh! ¿Ya se conocían?

-En la escuela...ella

-Somos compañeros -Respondió la pelirroja

-¡Oh! Eso es muy bueno, Arnold, Cecile estará viviendo aquí, sus padres no pueden viajar ahora y no la quieren dejar sola ¿Le ayudaras cierto?

-Claro -Sonreí dulcemente hacia la joven

-Bien, muéstrale la habitación 7 mientras yo hago la comida, hijo -Dijo mama antes de desaparecer por la cocina

-¿Vamos? -Tome su pequeña maleta que estaba descansando en el desván, ella me sonrió dulcemente y asintió sin decir más.

-Bien ¿Qué te parece? -Comente al abrir la puerta de su habitación.

-Me parece genial, algo grande para mi sola pero está bien -Comento aquella joven que algo en ella me hacía sentir algo que pensé había muerto.

-¿Puedo preguntarte algo?

Ella me miro sorprendida y a mi parecer nerviosa -¿Qué?

-¿Solo te llamas Cecile?

La joven abrió sus ojos ante la sorpresa de mi pregunta pero casi inmediato se compuso y sonrió dulcemente, bueno eso me pareció al principio -¿Porque? ¿Acaso me parezco a tu ex? -Pregunto acercándose a mí, provocando mi sonrojo ante su coqueteo -¿Quieres que tenga otro nombre para pensar que esa persona volvió? -Me puso sus brazos alrededor, podía sentir su calor sobre mi cuerpo, mi corazón latía como loco.

-¿Eh...bue...eh? -No podía pronunciar ni media palabra, estaba completamente embobado, aquella joven era hermosa, no se parecía en nada a Helga ahora que lo pensaba pero lo que sentía era muy parecido a como me sentía con ella, podía jurar que era exactamente igual.