CAPITULO 12 UN AMOR PROHIBIDO II

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CAPITULO 12 UN NUEVO OBSTACULO, UN NUEVO AMANECER
Muchas veces cuando nos aferramos por capricho hay personas que lo confunden con amor, pero si te aferras por amor también lo toman como capricho, en cualquiera de los dos casos para la gente externa todo es un capricho ¿Por qué nos cuesta tanto reconocer el amor? El amor que dos personas se pueden profesar sin ningún tipo de sentimiento negativo entre ellos pero ¿Cómo saber cuándo realmente es amor? La mayoría del tiempo ni nosotros mismos somos capaces de ver el amor real a un capricho o cuando el amor en definitiva se convirtió en rutina.
Pero cuando amas de verdad, no importa el tiempo, no importa la distancia ni lo que pase con la otra persona, si amas a la persona de verdad el destino solo se da la tarea de reunirlos de nuevo y si se aman pueden sobrevivir a cualquier situación no importa cuántas personas se opondrán al final el amor que es el más fuerte sentimiento que existe en el mundo lograra superar cualquier obstáculo y este al ser tan fuerte, sincero y puro, lograra soportar todo.
A.P.S

Stella Shortman…
-¡Papa…no! –Arnold estaba encima del inerte cuerpo de su padre donde había un baño de sangre, comenzó a sentirse la tormenta avecinar, intente acercarme a mi hijo pero este… -No…no te acerques mama
Un trueno se escuchó a lo lejos, algo que temía Miles y que Arnold por más que trato en San Lorenzo no había logrado hacer.
La sangre por un momento paro aparentemente mientras Arnold colocaba su mano en la herida de Miles, algo que era realmente increíble ante los ojos de los inquilinos que mire por el rabillo del ojo, pero Miles no despertaba, esa desesperación se comenzó a mostrar.
La lluvia comenzó a azotar con rudeza las calles de Hillwood.
Realmente esta no había sido mi idea al querer que Arnold controlara lo que los ojos verdes nos habían advertido, de echo desde un principio me negué a que Arnold siquiera intentara aprender a controlar sus emociones para controlar un poder que en el dormía, nunca estuve de acuerdo, mi mayor miedo se volvió realidad ¿ahora qué pasaría? El jefe de la tribu comento que el poder natural de Arnold cuando se otorgó la naturaleza de San Lorenzo no podría despertar al menos que el mal volviera, sabía que la sombra había sido derrotada hace tiempo pero ¿Qué tal si hubiera quedado algo? aunque el jefe también dijo que sería el mal en nuestro mundo, nuestro entorno…creo que se refería a la maldad que existe en el mundo, la maldad del hombre y esa misma provocaría esto, por un momento me perdí en mis pensamientos hasta que Susi me murmuro que la ambulancia ya venía, Arnold seguía tirado junto a Miles sollozando pero la tormenta no cesaba, debía controlar a Arnold.
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Helga Pataki
Al salir de la casa de huéspedes escuche un grito desgarrador que me congelo la sangre quise volver pero celeste me tomo desprevenía y coloco la pistola en la cabeza –Un movimiento en falso, hermana y te mueres
-¿Qué…?
-Amor no grites –Fabián apareció con el arma guardándola bajo el abrigo, sentí mi corazón morir –Si lo haces o intentas algo, el siguiente en morir será el cabeza de balón o su madre.
Me comenzaron a arrastrar por la oscuridad de la noche, pero de pronto escucho el trueno en el cielo, este se volvió más oscuro y siniestro, de inmediato comenzó a caer gruesas gotas llenas de furia al parecer, los truenos comenzaron a asustar a celeste y a Fabián que iban corriendo ya conmigo arrastrándome.
-No –Dije –No puedo más…
Fabián me tomo del brazo –Vendrás conmigo, quiero hacerle un regalo a ese estúpido –Pero un nuevo trueno cayo a poca distancia de nosotros, eso sí que era extraño.
-Hay que irnos ya –Celeste entro al automóvil con Armando quien nos esperaba pero antes de que pudiera subirme una pequeña corriente de aire cerró la puerta del auto dejándome afuera de este, de pronto no sé porque pero supe que debía correr con todas mis fuerzas de regreso a la casa de huéspedes, aunque se escuchó un disparo en medio de esa tormenta, este nunca me alcanzo y una maldición susurro mi nombre pero no hice caso.
El rugido del coche a lo lejos me hizo saber que ellos se habían ido, con trabajo llegue a un callejón que reconocí de inmediato, ahí estaba frente a mí la escalera de incendios, sin pensarlo dos veces subí.
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Arnold Shortman
Observaba a mi padre quien estaba siendo llevado por los paramédicos, la lluvia continuaba pero estaba vez era más tenue, mi enojo, mi furia había salido de mi ser sin proponérmelo, no debía perder el control, el jefe de aquella tribu siempre lo dijo si yo perdía el control podía perderme por completo…mi hermano observaba desde lo lejos triste mientras mama lo tomaba de la mano para llevarlo con la abuela, seguramente estaba más que asustado por todo.
No podía seguir poniéndolos en riesgo, sentía que ese poder que solo una vez salió en San Lorenzo volvía, aquella vez que tuve que enfrentarme a…enfrentarme a la sombra.
Ese malvado pirata.
Subí con rapidez a mi habitación para tomar una chaqueta nueva pero entonces… -¡¿Helga?!
-Arnold –Suspiro un tanto aliviada e histérica pero contenida, de inmediato se acercó a mí y me abrazo con mucha más fuerza como si estuviera al punto de quiebre.
-Estas empapada debes…secarte –Dije abrazándola para acunarla y llenarla de calor, que en efecto pareció llegar porque ella dejo de temblar de frio.
-Gracias –Murmuro mirándome interrogadoramente pero yo solo fui por una toalla del cajón y se la entregue rápidamente saque unos pants y camisa junto a un suéter de los más chicos que tenía –Cámbiate
Iba a salirme pero…
-Arnold –Me llamo, voltee lentamente a verla con el corazón latiendo a mil por hora –No te vayas por favor
-¡Arnold! –Mi madre gritando desde abajo me saco de mis pensamientos cortando el momento, pero sin evitar que ella siguiera mirándome con insistencia, esa intensidad en sus ojos, pero debía cambiarme también, dios no me había dado cuenta de que estaba lleno de sangre ¿O que…de verdad planeaba irme así por las calles de Hillwood?
-Mama –Murmure mirándola afuera de mi alcoba, sin cerrar la puerta por completo -¿Qué ocurre?
-Ya se llevaron a tu padre, por favor quédate en casa con la abuela cuidando de tu hermano, tu abuelo y yo vamos a ir al hospital…
-Pero… -¿Cómo podía pedirle aquello? Su padre podría estar al borde de…
-Arnold funciona –Murmuro rápidamente mientras dejaba ver detrás de ella a Abner –Abner está bien, seguro con tu padre también funciono
-Pero…
-Tranquilo, seguro lo hiciste también bien
-¿Cómo pude…puede…digo?
Tenía mil preguntas sin respuestas y no sabía si alguna vez las tendría, Arther el jefe de la tribu de ojos verdes, también entre muchas cosas dijo que la magia, el poder, lo sobrenatural no es para cualquier persona y que no es bueno querer saber más allá cuando aún no es tiempo, cuando aún nuestra mente no está lista, todo llega a su momento y en algún tiempo tal vez sabría ¿Cómo demonios supo que funcionaria? La fe, la fe también dijo que es milagrosa y fuerte si es que creemos.
-Recuerda no trates de entenderlo –Sonrió débilmente aun seguro que estaba muerta del miedo al ver a mi padre ahí tirado yo aún lo estaba –Ya tenía pulso cuando se lo llevaron
Respire trabajosamente pero asentí, sabia también porque mi madre quería que mejor quedara encerrado y no afuera, los inquilinos de seguro iban también hacia el hospital para ayudar aunque a veces era más un apoyo, un gran apoyo esta vez tal vez tendrían miles de preguntas para Arnold y su familia y su mama y abuelo querían evitarlo por ahora.
-Te llamare de allá, te quiero hijo –Me dio un cálido beso en la mejilla y se fue, yo cerré lentamente la puerta antes de ver a Helga nuevamente quien no se había movido ni un centímetro, ella lo sabía, no había necesidad, miraba su aterciopelada mirada tan profunda como el mar, observándome con dulzura y tristeza, lentamente me acerque y cuando estábamos tan cerca ella me abrazo para ofrecerme el calor que necesitaba yo también, deje caer mis lágrimas, mientras ella me consolaba acariciando mi cabello, el sentir que podía perder a mi padre había sido un susto tremendo y una incertidumbre total, mi desesperación por ayudarlo provoco que despertarla aquello que no queríamos pero que ahora agradecía, ella también sollozaba en silencio antes de dejarnos caer en la cama sentados.
-Arnold yo…de verdad yo de verdad lo siento…
-No, no tienes que disculparte –La mire tiernamente aunque mis lágrimas estaban obstruyendo un poco mi visión aun así pude ver la hermosura de su mirada aterciopelada azulada de Helga. –Nada de esto es tu culpa –Le di un tierno y casto beso en los labios de Helga, quien dio un respingo ante la sorpresa de mi acción, ella se sonrojo y después de unos minutos me miro con una tímida sonrisa.
-Arnold yo…yo debo de explicarte algo y es que…
-No…Shhh
-Pero es que…lo que dijo Fabián…no…yo
-No quiero saber nada por ahora –Murmure besándola nuevamente robándole el aliento a Helga quien sonriente me miro de nuevo después de cortar aquel hermoso beso –Sabes algo Helga, sigo enamorado de ti
-Arnold –Susurro acercándose a mí con la clara intención de besarme así que cerré mis ojos para disfrutar la caricia de mi amada pero –Yo tampoco he dejado de amarte…ni un día –Sentí el cosquilleo de su aliento rozando con dulzura mi piel, eso hizo que mi corazón se acelerara pero ella me miro con ternura –Debo cambiarme o me voy a resfriar –Tomo la toalla y comenzó a secarse un poco el cabello, yo la miraba hipnotizado pero antes de poder reaccionar ella me miro con una pequeña sonrisa tímida pero intensamente su mirada.
-Helg…. –Susurre pero ella me callo con un beso inesperadamente
Se separó de mí con dulzura y comenzó a desabrochar su camisa, la cual ya se transparentaba por lo mojado y ahora estaba fuera de su cuerpo dejando al descubierto sus bien formados senos de tamaño promedio y un brasiere de encaje blanco con rosa.
Sonrojada espero mi reacción, yo sonreí dulcemente mirándola a los ojos no quería incomodarla, ella prosiguió un poco más animada quitándose el jean, dejándome a la vista sus piernas bien torneadas y glúteos bien proporcionados –Eres hermosa –Murmure sin pensarlo, me sonroje y ella también pero sonrió mientras con tranquilidad se acercaba hacia a mí, yo extendí una mano para tomar la suya. –Lo digo enserio
-Gr…gracias Arnold –Bajo la mirada sonrojada y sonreí ante la imagen de una Helga dulce y enamorada eso me hacía sentir muy bien.
-¿Quieres…quieres ayudar…ayudarme? –Murmuro sonrojada hasta las orejas, mi aliento se cortó ¿De verdad podría…?
-¿Quieres…? Es decir que…
-Shhh –Susurro mientras me miraba avergonzada entonces entendí. Tal vez siempre fue un problema el que fuera un poco denso como me decía siempre Helga pero ella parecía disfrutarlo pues me sonrió burlonamente
-Ven –Susurre con la sangre palpitando en mis venas, acercándola hacia mí para besándola con ternura y amor primero pero poco a poco se fue intensificando, caímos en la cama Helga quedo de un lado y yo del otro en la orilla, comenzaba a sentir que podía explotar…una pequeña ráfaga de viento se escuchó pasando cerca de nosotros y ella tembló un poco
-Creo que tienes abierta la ventana cabeza de balón –Me dijo dulcemente
-No –Susurre tiernamente envolviéndola entre mis brazos para darle de mi calor, mi deseo por ella estaba quemándome a mí por dentro, lentamente baje mis manos hacia la espalda de ella, y la otra en la pierna.
Lentamente comenzamos a dejarnos llevar por la pasión pero lentamente comencé a bajar sus bragas deseoso y muy apasionado con ganas de sentirla, ella no se opuso también lo deseaba seguramente.
Lentamente toque la pierna de Helga haciendo un camino hasta los glúteos de Helga quien tembló un poco ante mi caricia, ella me trataba de desabrochar la camisa y yo estaba por dirigirme a mi siguiente punto, después de unos momentos desesperantes entre ambos ella tratando de quitarme el pantalón y yo tratando de desabrochar el brasiere, ella quedo desnuda y mi pantalón estaba ahora abierto.
La mire con dulzura y pena, ella también me miraba igual y lentamente baje con el corazón acelerado hacia sus senos, ella tenía involuntariamente su brazo alrededor de estos a la mitad cubrían y con la mayor dulzura quite su brazo, ella me sonrió dulcemente y sonrojada, cuando vi su pecho deje de respirar pero volví mi mirada sonriéndole para decirle que todo estaba bien y volví a besarla con amor y dulzura, mientras hacía lentamente el recorrido en su cuerpo hasta llegar a su seno donde fue una sensación inexplicable y satisfactoria.
Baje por su cuello besándola hasta llegar a su pecho, Helga soltó un gemido inevitable y que escuche perfectamente bien, sonreí traviesamente -¿Te gusta verdad?
-Arnold –Susurro excitada lo que me excito aún más, comencé a besar con más confianza su seno dentro de mi boca, pasando mi lengua por este disfrutando cada sensación y cada gemido que ella soltaba dándome la confianza para saber que estaba haciendo lo correcto.
Baje una mano para explorar sus piernas, sus glúteos y de pronto dejándome llevar me fui hacia su vagina donde se sobresaltó y me miro sonrojada –Perdón –Murmure avergonzado
Hice un movimiento con la intención de levantarme pero ella me detuvo –Arnold –La mire sonrojado –Quiero estar contigo –Sonreí tiernamente
-No tienes que si no…
-Si quiero
-¿Segura?
-Bésame
Jalo de mi camisa abierta hacia ella donde comenzó a besarme con más insistencia y deseo, me necesitaba podía sentirlo, lentamente me fue tratando de bajar el resto de mi ropa, le ayude hasta que quede totalmente desnudo, estábamos ya sin pensar, sin nada que nos preocupara, el amor y la pasión, el deseo y la necesidad que teníamos uno del otro se apoderaron en aquella habitación, en esta cama de nosotros, quede encima de ella después de besarla con amor y dulzura, sentía ya la necesidad…baje mis besos por todo el pecho y la cintura de Helga ella disfrutaba cada caricia, cada beso, me lo demostraba tocándome y jalándome de esa forma, volví a subir sin detener mi recorrido de besos en el cuerpo de ella, comencé a separar sus piernas hasta que mi miembro quedo entre estas –Helga –Dije excitado mientras ella me besaba el cuello, no sabía cuánto podría entonces comencé a intentar ingresar punto en el que Helga quedo en seco pero no me detuvo.
Su vagina estrecha y mojada parecía acoplarse lentamente a mi pene, el cual lentamente comenzó a ingresar hasta que ella dejo escapar un quejido. -¿Estas bien? Me…me detengo
-No –Me dijo pero pude notar su nerviosismo y un poco de confusión pero me regalo una dulce sonrisa –Quiero ser tuya
Sonreí con ilusión y amor, comenzó un pequeño vaivén con delicadeza para no lastimarla, para no incomodarla aunque estaba al borde del éxtasis, Helga era hermosa y estaba exquisita por decirlo de un modo, era maravillosa, me volveré adicto a ella seguramente.
-Te amo –Helga gemía mientras yo comenzaba un vaivén más fuerte y le tocaba sus senos, tocaba su piel, besaba su cuello, sus orejas, ella era mía…solamente mía
-También yo mi dulce Cecile –Helga se sonrojo aún más pero sonrió mientras se dejaba hacer el amor por mí pero a la vez ella me hacia el hombre más feliz, ella me estaba acariciando besando donde podía y eso me estaba volviendo loco. Estaba por terminar, mire a Helga quien gemía de placer pero al sentir mis labios me miro excitada y sonrojada, asintió con un golpe seco en la cabeza, mientras me besaba con amor y pasión, atrayéndome del cuello con sus brazos, entrelazando sus dedos en mis rubios cabellos, estaba vuelto loco comencé con un vaivén más fuerte, hasta que llegue al punto de éxtasis, del cielo.
Ambos excitados y con respiraciones entrecortadas nos miramos sonrojados pero sonrientes –Te amo Helga –Susurre mirándola mientras apoyaba mi cabeza en su pecho y ella me volvía a abrazar.
-También te amo Arnold demasiado –Ella me abrazo con más fuerza, yo me Salí de ella para no incomodarla y para que estuviéramos más cómodos nos abrazamos de lado, ella estaba entre mis brazos ya cayendo en los brazos de Morfeo, la cubrí con dulzura con la cobija y dándole un beso dulce en su frente.
-Mi Helga –Murmure mientras dejaba caerme entre los brazos de Helga y Morfeo.

...
-Demonios Helga Geraldine Rickman esto nos va a meter a todos en problemas, zorra –Murmuro una persona desde el gran ventanal, donde observaba como la pareja se había acomodado, la lluvia había parado pero después hubo mucho viento y ahora el cielo nocturno se veía hermoso. –Lo siento pero Fabián lo sabrá –Tomo una fotografía mirándolos con desprecio –Si yo no soy amada tu tampoco debes serlo

EL DIARIO DE ARNOLDDonde viven las historias. Descúbrelo ahora