Capítulo 1

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-Anna,cielo! Ven y ayúdame a subir el sofá.
-Tía Kat,¿no crees que el sofá pesa demasiado para subirlo por todas esas escaleras?
-Cielo,hace dos años que vivimos juntas,ya no tienes que seguir llamádome "Tía Kat",ahora soy como tu madre,¿no? Llámame sólo Kat.
-Si,supongo que lo eres.
Mi tía Kat,quiero decir,Kat no está muy bien de la cabeza,lo reconozco.Pero yo la quiero muchísimo.Además, me compra libros...que no es que la quiera sólo por eso,pero ayuda un poco.
La casa tenía tres dormitorios y yo escogí el mas grande.Suerte que a mi tía no pareció importarle demasiado, por que ya era demasiado tarde como para cambiarme a otra estancia,ya había colocado todos y cada uno de mis cachivaches en su nuevo lugar.
Cuando por fin me senté en la cama a descansar,escuche un grito.Parecía una mujer,mi tía seguro.Bajé hasta la cocina,donde estaba colocando las cosas.
-Tia Kat!Digo...Kat! Estas bien?
-Si cielo,por que lo dices?-Mi tía solo me llamaba cielo,rara vez mencionaba mi nombre.
-Por que escuché un grito y pensé que habrías sido tu...pero,si no eras tu,quien fue?
-Ni idea cielo,pero ayúdame a colocar las cosas en el salón.

Cogí la primera caja que vi,la agarré y subí hacia el salón.La casa tenía dos plantas: en la de arriba estaba mi cuarto y el de Kat,el salón y un baño y abajo la cocina,otro cuarto,un baño y una pequeña salita.Me dispuse a colocar todas las figuritas de Kat (cada una tenía una pequeña historia detrás,eran recuerdos de buenos momentos) y acabé antes de lo previsto.No sabía que hacer así que decidí explorar la casa.Hasta ahora sólo vi mi habitación y el baño de arriba.Bajé a la habitación de abajo y me quedé un rato observándola.A primera vista,nada extraño.En todas las casas viejas de la tele había algún secreto oculto, y yo conseguiré averiguar el de esta.Golpeé cada baldosa en busca de alguna suelta,el mítico escondite de tesoros.No hubo surte, así que seguí buscando por la habitación,a medida que avanzaba y veía que no había nada, mis esperanzas de encontrar un tesoro o algo inusual disminuían. Pensé en dejarlo por hoy,ya casi era hora de cenar y aún no me había duchado.

La Casa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora