Capítulo 7

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          A los pocos días, tras tomar la decisión más importante de su vida hasta la fecha, Taãgah se desplazó hasta mi residencia para recibir mis últimas instrucciones. Pero dada la peculiaridad del viaje me vi en la obligación de proveer a la joven de las herramientas adecuadas para asegurar su seguridad. La acompañé a ella y a su enorme amiga hasta una sala especial en la residencia y le pedí que dejase en la antesala sus armas, sus prendas de defensa tales como rodilleras, muñequeras y demás enseres, propios de la tribu y confeccionados de la forma tradicional, a base de cañas, de telas y de madera. También despojó a Mnehl del collar de alforjas que llevaba, que le servía para transportar todo tipo de utensilios y provisiones para ambas.

—Todas tus herramientas quedarán aquí a buen recaudo hasta tu regreso —le dije—. ¿Qué tal lleváis la sincronía entre las dos?

—La verdad es que muy bien, excepto algunas noches que o sus sueños o los míos nos despiertan —me contestó—. Aún no consigo que obedezca mucho. Hace un poco lo que quiere, imagino que aún es una cachorrita y le gusta mucho el juego. Las palabras que me enseñaste sí que las está asimilando bien, pero aún es rebelde e impulsiva.

          Yo no pude evitar reírme ante tal deducción.

—Cuando eras cachorrita tampoco fuiste precisamente fácil de domar. —Me sonrió, ya que siempre fue una niña rebelde que no hacía caso a nadie, ni hacía nada que no le venía en gana. Era tan amorosa y tierna como revoltosa.

—Qué va, si yo soy muy llevadera... —me replicó irónicamente. Y no pudimos evitar echarnos a reír a carcajadas.

          Taãgah fue sometida a una actualización en todos sus sistemas artificiales. Se le dotó de un navegador integrado en su brazo y cambiamos el material de sus ropas por uno especial que no solo era resistente y maleable, sino también térmico y con una densidad especial. También la doté de una lanza distinta a la suya, pues la de ella solo podía extenderse como máximo cuatro metros y solamente contaba en uno de sus extremos con una punta afilada para la caza y la defensa. El nuevo bastón era una versión mejorada con un material indestructible que podía aturdir con descargas de electricidad, siempre que una de sus puntas entrase en contacto con otro objeto o ser vivo. A su vez podía extender la longitud de este hasta varias decenas de metros sin ver comprometida su estructura ni resistencia.

—Son impresionantes, Saemi, muchas gracias —me dijo ella entusiasmada al examinar todas las mejoras.

—No puedo permitir que recorras medio mundo con una lanza vieja y ropa básica —le contesté sonriendo mientras me ponía manos a la obra con la animante.

          Con Mnehl utilizamos un arnés ancho, aunque liviano, que tenía muchas cavidades de distintos tamaños para albergar provisiones, agua y demás enseres. También tenía la capacidad de desplegar una tela de cobertura para proteger al animal de los infortunios climatológicos.

—Y por último esta tienda es especial, de tela dúctil como tu ropa y de un material especial de camuflaje. Te será de gran utilidad.

—Nunca vi nada igual. —Me contestó mientras la tocaba y ojeaba.

          Una vez acabada toda la fase de acondicionamiento, Taãgah y yo conversamos sobre todas las dudas que pudiera albergar la joven.

—¿Qué es exactamente esta pantalla de mi brazo, Saemi? —me preguntó.

—Es tu navegador personalizado. Todo lo que escanees con la palma de tu mano será procesado y tendrás la información que necesites —le expliqué mientras nos sentábamos en unos cojines grandes que habían en el suelo—. Servirá para que la experiencia de tu viaje sea completa, con conexión y comunicación desde cualquier lugar. Podrás identificar todo aquello que encuentres en tu camino. —La joven puso su mano sobre el nuevo bastón y un láser escaneó el arma y entonces se escuchó:

La Búsqueda de TaãgahDonde viven las historias. Descúbrelo ahora