Hibari recordaba el rostro de la mujer que acusaba al castaño y lo insultaba cómo si lo que hizo no tuviera perdón. Era una mujer bastante altanera y tramposa, pero el azabache no estaba dispuesto a dejar al castaño a su suerte.
—¿Qué pasa herbívora? Tú no haces más que causar alborotos en el reino, si él te mancho tu horroroso vestido, existe algo llamado baño para que lo limpies.
El rey miró a su hijo complacido, pero con una interrogante en su mente: ¿acaso su hijo estaba defendiendo al chiquillo?
La mujer se puso de pie y corrió a lo que eran los baños de invitados. Ciertamente Tsuna derramó vino sobre ella, pero era una manchita tan estúpida que daba rabia.
Tsuna y Enma se acercaron cautelosos a lo más próximo de los príncipes.
—Arigato... —susurraron al mismo tiempo.
Los hermanos les dirigieron una mirada cómplice y alzaron sus copas para ser servidos, pues si los demás se enteraban que intercambiaban palabra con los cocineros serían mal vistos.
La cena no se dio con más contratiempos a lo largo de la misma. Los tres camareros iban y venían con la comida caliente en bandejas de plata y cubiertos de oro.
Enma llevaba tiempo observando al joven rubio, con curiosidad. Mientras que Gokudera estaba bajo la atenta mirada de un príncipe llamado Yamamoto.
—Tsuna sería un excelente consorte, hermanito.
El tenedor de Hibari salió volando en dirección a su hermano por una extraña razón.
—Yo sólo decía la verdad, se ve hábil en la cocina. Deberías cortejarlo, sólo tienes que pedirle permiso a su padre o a su tío.
—Nunca voy a casarme con él —rezongó el menor.
—Nunca no existe en tú vocabulario, Kyoya.
La vida del castaño estaba llena de rutinas como la de todos los demás, pero seguir esa rutina era lo que lo hacía feliz.
Atender a su tío y cuidar de los niños de la pequeña aldea del bosque lo mantenían firme y no dejaban que se desmoronara. Siempre que la idea del inminente enfrentamiento que esa persona tendría que pasar venía a su cabeza, se ponía triste y angustiado. Y era ahí cuando los niños lo distraían con lo que sea.
Tsuna era muy especial para el pueblo, desde que nació -y aunque no lo precenciaron- fue la alegría de sus padres y los demás. Bailaba en el centro del bosque, pero nadie podía superar los delicados pasos que él hacía. Ni hacer la deliciosa comida que el preparaba.
—¡Este chico es un ángel! —exclamaba la gente.
—Es una bendición —decían otros.
El chico desde muy temprano tuvo que aprender a subsistir sin ayuda, al morir sus padres. Ese fue un hecho que marcó la vida de muchos ahí, pero el castaño logró hacerle frente.
Pero desde que los guardias del palacio irrumpieron un día y se llevaron a la persona más importante en la vida de Tsuna, este se vio flechado.
Tsuna estaba decidido a agradecerle al príncipe Hibari, pero aún no confiaba en él. ¡De ninguna manera confiaría así nada más en el hombre que hería por diversión!
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Mundos Diferentes.
FanfictionHibari es un príncipe del reino de Namimori, con un fuerte temperamento. Un día y por casualidad escucha una canción y ve a un castaño bailando. Pero tiene la necesidad de volver a verlo. ¿Qué pasa si comienza a frecuentarlo y a caer en el amor con...