Esa mañana despertó de maravilla, como hace tanto tiempo no lo hacía. Pudo bajar su guardia, pudo dejar de temer una intrusión en su casa como alguna vez la hubo, cobrándose la vida de sus padres. La ventana abierta daba una imagen preciosa del cielo y de las incontables nubes que había en él, nubes... Suspiró abrazando su almohada y cerrando sus ojos. Estaba enamorado y su corazón palpitaba con un ritmo suave y tranquilo dentro de su pecho.
—Tsuna, sal de tu cama, que ya es hora de hacer el desayuno —le avisó una sirvienta del castillo.
—Sí, enseguida voy.
Caminó a la cocina tarareando una canción, con pasos despreocupados. Al doblar para entrar a la cocina, se topó con el mismísimo Hibari, haciendo que sus ojos se abrieran como platos.
—¡Hibari-san! Yo de inmediato iba a-a... —el azabache no lo dejó terminar, y cayó sus labios con un suave beso. Tsuna cerró sus ojos y se dejó hacer.
Por un instante, tan sólo por un instante, se olvidó del mundo y de los problemas. Que en ese castillo donde vivía últimamente tenía memorias distorsionadas e inciertas atormentándolo todos los días sin descanso ni tregua. Hibari pensaba algo parecido, todos tenían dudas y él no era un caso aparte. Quería tirar todos sus problemas por la ventana y seguir así, sujetando entre sus brazos al castaño y olvidarse todas sus preocupaciones.
Cuando se separaron del beso sus ojos se encontraron como imanes, sus frentes chocaron y el aliento de ambos se mezclaba como perfume sobre la piel. No sabían que decirse, pero sentían. Tsuna rodeó el cuello del azabache y este le tomó la cintura con posesividad en sus movimientos, ahora menos que nunca podría renunciar a su tormento.
—Hibari-san... ¿Está mal amarlo cómo lo amo? Yo quiero saber... No me gusta sentirme así. Mamá me dijo que en el amor no hay barreras. Pero ahora todo es tan incierto, tan difícil.
El azabache alzó al castaño y cerró la puerta de la cocina con pasador, no quería que interrumpieran ése momento.
—Tsunayoshi, te amo.
Ambos se sentaron en el suelo, una frente al otro, con una mirada que podía explicarlo todo. Con un gesto que podría alegrarles la vida. Tsuna le sonrió y se lanzó para abrazarlo, no podía más con la presión, creía que viajaba en el tiempo y que volvía a ser aquel niño desamparado en busca de consuelo. El asesino y el prisionero en la misma cárcel, un rey... Un mago despreciable. Se olvidó de todo.
Squalo llevaba un tiempo observando a la pareja de enamorados con una pequeña sonrisa en sus labios. La situación le recordaba el puesto que una vez ocupó. Desalojó a las cocineras y les ordenó trabajar en el salón de arriba. Les ayudaría como una vez deseó con toda su alma que lo ayudaran a él.
Robar para seguir viviendo, para dar de comer a los niños que lo veían con esos ojos acuosos, el dolor de su mirada le escocía el corazón...
Fue apresado una vez, por un soldado del rey y tuvo que pelear contra el príncipe mayor. Nunca había estado tan nervioso en su vida como aquel día en que ganó por los pelos y fue llevado ante el rey cuando la gente se disipó con temor.
—Eres fuerte, pero eres una basura. Un mísero ladrón.
Estaba joven, muy joven, pero su vida inexistente le hizo fuerte. En su mente se quejó: "Este estúpido ni por un segundo en su vida se ha puesto a pensar que significa no existir para nadie."
—Si va a castigarme, hágalo de una vez.
—Soldados, llévenlo a la habitación real y déjenlo ahí —le lanzó una mirada calculadora y lo dejó desconcertado.
Al pasar de los minutos, Xanxus se presentó ante él y cerró la puerta tras de sí. Incluso parecía la misma escena que ahora presenciaba.
—No acepto ladrones en mi reino.
—Yo no acepto reyes como tú —le retó, sin miedo. Una oleada de valor le pasó por los pulmones. ¿Qué importaba que lo mandaran a matar?
—Puedo mandarte a la horca ahora mismo, escoria.
—Hazlo, yo ya estoy muerto.
Morir, vivir, qué diferencia había si en vida no existía, adelantar el proceso era un favor, ¿no es así? Pues él iba a aceptarlo, total, no perdía nada. Su padre se había suicidado tiempo después de morir su madre. Lo odiaba con todo el corazón. El muy cobarde lo había dejado solo, era un maldito egoísta, como también lo era el bastardo frente a él, que veía morir su reino y no se inmutaba en lo más mínimo.
—Pero si me matas —advirtió con la voz como puñal— Quiero que sepas que eres una maldita basura de mierda. Que ve morir a la gente inocente peor que perros de la calle y no hace nada, n habla y convierte en monstruos a sus hijos. ¿Dime a qué edad esos niños mataron a la primera persona? Yo no soy diferente a ellos, ni tú a mí. Mereces podrirte en la cárcel como basura descompuesta.
Xanxus lo abofeteó, dejando entumecida su mejilla.
La luna se veía por la ventana como cosa extraña, mientras del otro lado de la habitación el rey tomaba de la nuca al peliplata. No iba a bajar el rostro, no había hecho nada malo.
—Cállate —amenazó—. Guarda silencio.
Callarse... No. Ya había callado mucho tiempo, veinte años callando su presencia para vivir, era una vil ironía. Y estaba harto de estar así, siendo compañero del silencio. Le dio un golpe a la palma del rey para quitárselo de encima y poner entre ellos una barrera invisible, una barrera que no lo hiciera vulnerable, porque se había cansado de serlo.
—Voy a pelear. Yo no voy a morir tan fácilmente, ¿Me entiendes? No soy como tú, un cobarde.
Xanxus se sentó en su cama y tocó el cabello del joven, que le llegaba a sus hombros. Sacó una daga y mientras él creía que lo iba a apuñalar, dirigió la daga a su cabeza y lo cortó más arriba de su nuca, dejándolo perplejo.
—Comienza de nuevo, que tu cabello crezca. Así me gustaría más.
—¿Qué estás diciendo...?
—Que eres mío, que te quedarás aquí y me servirás, eres muy interesante para ser una basura. Enséñame, escoria, que es lo que te repugna de mí, que haré que te mueras por desearlo.
Susurró en su oído unas palabras que no olvidaría nunca: "El pacto comienza, prepárate."
Se acostumbró a pasar sus días esperando morir, como el resto de los mortales. Pero él sólo quería una cosa en todo el mundo, nada más un deseo. Debía salir y abrazar a Tsunayoshi por última vez, correr hasta él y decírle: "Cumplí con la promesa, Tsuna, lo hice."
Esperó años por una sentencia, esperar dos días no le aceleraban el corazón por el miedo, sino por la ansiedad de querer salir, de ser libre por lo menos antes de morir de viejo. No pedía mucho, bueno, ser libre. Pero ¿Quién en su lugar no?
—Cada te ves más decrépito... ¿Crees poder salir de aquí?
—Tengo que, Bermuda, no tengo otra opción.
La sombra suspiró. No tenía caso hacerlo cambiarde parecer, era un necio por naturaleza, además de testarudo
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¿Hola?
Este... Soy yo, he revivido.
¡Diablos, me da vergüenza estar aquí otra vez! Después de mi aucencia... Todo es rarísimo. Pero tuve muchas dificultades privadas y... bueno.
Heme aquí.
¡Espero que lo disfruten!
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Mundos Diferentes.
FanfictionHibari es un príncipe del reino de Namimori, con un fuerte temperamento. Un día y por casualidad escucha una canción y ve a un castaño bailando. Pero tiene la necesidad de volver a verlo. ¿Qué pasa si comienza a frecuentarlo y a caer en el amor con...