Capítulo 6: Prisionero número 2.

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Collonelo y Lal poco a poco tomaron más seguridad en sí mismos, ahora se frecuentaban más seguido y las cosas iban mucho mejores. Así como cualquier relación empieza.

—Niños, ella es Lal Mirch...

—Y es la novia de Collonelo —completó Reborn.

La en ese entonces joven pareja, se sonrojó, pero a pesar de todo tomaron sus manos, dando a entender que era cierto.

El primero en felicitarlos fue Tsuna. Lal Mirch lo reconoció casi al instante en que lo vio.

—Tú eres... ¿el hijo de Iemitsu?

Tsuna hinchó su pecho con orgullo y rápidamente lo confirmó.

—Ya veo —sonrió la chica—. Eres el pequeño bebé, que Iemitsu no dejaba de mencionar.

El niño devolvió la sonrisa con ternura.

—Lamento tu pérdida, y la forma en la que se fueron...

Collonelo y Reborn se tensaron, haciendo que Lal se callara después de ver sus reacciones... estaba siendo inapropiada.

—¿La forma en la que se fueron?

—Sí... Pero ya pasó, ¿no?

Collonelo, ¿qué le dijeron al niño? ¡El merece saber que les sucedió a sus padres! ¡Tiene que saber que tiene un abuelo que puede hacerse cargo de él!

Reborn guardó su pistola y se sentó en una silla, juntando ambas manos con cierto nerviosismo.

—No podemos decirle quién es. ¡Vendrán por él y se lo llevarán! Además, es sólo un niño, no merece saber algo tan cruel —dijo Collonelo, que estaba seguro de estar haciendo lo correcto.

Lal no lo aceptaba, ella sabía que cuando Tsuna creciera, la verdad saldría a la luz. Salió de ahí con determinación y la seguridad de estar haciendo lo correcto, pero al llegar ahí donde él jugaba con el horno, cocinando, sus pasos se detuvieron.

—¡A papá y a mamá le gustaría que aprendiera a cocinar! —dijo un niño muy animado—. Daré lo mejor por ellos.

El corazón de la chica se hizo pedazos, ese niño tan inocente, tan puro, tan... incrédulo de todas las cosas terribles que se le vendrían encima.

—¿Ya ves por qué no podemos decirle nada? Estaría destrozado. No le diremos nada por ahora, pero cuando crezca, deberá enterarse —dijo Reborn tomando a Lal de los hombros—. La mentira corre un año, pero la verdad la alcanza en un día.

Las palabras que Reborn le dijo ese día, tenían toda la razón y aún hoy, todavía estaban presentes en su memoria.

La forma en la que Tsuna supo todo, fue una gran recaída para el pequeño niño de ahora 13 años...



Daemon, que se encontraba disfrazado de Shoku, se puso al frente del castaño una mano extendida y la otra en su pecho.

—¿Me darías el honor de bailar contigo?

Spade cantó victoria para sus adentros cuando el chico primero lo miró con desconfianza, pero después le devolvió el gesto.

"Tan ingenuo"

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