Capítulo 18

40 2 0
                                    


No soy consciente del tiempo que tarda en regresar, mi cabeza se entretiene buscando el por qué esta aquí pero como hoy no funciono bien carburo mas despacio y cuando estoy aun armando la primera teoría aparece por la puerta con una bandeja, la deja en mi regazo y se sienta en la cama a mi lado.

— Necesitas reponer energía

Miro la bandeja con una ceja levantada: sopa, verduras y arroz, me giro para mirarlo con la misma expresión.

¿Que haces aquí?

— Tu me llamaste

— ¡¿Yo?!

— Si, ¿no lo recuerdas?

No, solo recuerdo levantarme para ir a beber agua y si, tenia el móvil en la mano pero no recuerdo haberte llamado

— Pues lo hiciste, y como no contestabas me preocupe, menos mal que BTS tenia una copia de llave sino no hubiese podido entrar

— No entiendo nada — real, estoy confusa

Cuando entramos estabas desmallada en el suelo y ardiendo, ellos llamaron al médico de la empresa mientras que yo te acostaba

¿Ya ha estado aquí el doctor Choi?

Si, hace como media hora, come

Hago una mueca y mira la bandeja, la verdad es que huele bien, en ese momento una idea cruza mi cabeza al mirarlo y mirar las mangas del pijama.

— ¿No me habrás cambiado tu?

Digo intentando taparme con los brazos en un ataque de vergüenza, amor propio o llámalo como quieras. Me mira de arriba abajo y sonríe de lado, dios mio eso ha sido demasiado sexy como para soportarlo.

— No, aunque no hubiera estado mal

— ¡Lay! — le grito recriminandole el comentario

Te cambio el doctor, te inyecto la medicina y me dejo escrito el resto junta a la receta

Me toco el brazo ¿inyección? A través de la tela gruesa del pijama puedo notar la tirita, odio las inyecciones y pongo mala cara.

— ¿Miedo a las agujas?

Pánico

Sonríe y mira la habitación es la primera vez que esta aquí y la examina, yo mientras ataco el cuenco de sopa que me llama, esta muy bueno, me sorprende, no sabia que cocinara tan bien. Continuo el asalto cuando me fijo en que no deja de mirar sus regalos en el suelo, en un rincon apartado de la habitación.

— ¿Parece que estén desterrados?

— Lo están

¿Por que?

¿Tu que crees? — digo acabandome el arroz

— ¿Estaba bueno? ¿quieres algo mas?

— Si y no, estoy llena

Se levanta y se lleva la bandeja, al minuto regresa con un vaso de agua y un bote de pastillas.

— Son para la fiebre — dice y me los ofrece

— Gracias

Al hacerlo nuestras manos se rozan, debido a la temperatura de mi cuerpo debería notarlo frío pero es cálido, cosa que confirmo cuando pone una mano sobre mi frente, me sorprende poniéndome nerviosa.

Distancia 10.184,52 kmDonde viven las historias. Descúbrelo ahora