Capítulo 4.

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—Y ¿qué vamos a hacer con él? —Preguntó Alexandre, mirando detenidamente a Joshua, quien estaba desmayado en el suelo.

—Tengo una idea —respondió Jane.

—¿Es una buena idea? —Cuestionó Adrian.

Claro que es buena, es de Jane.

—¿Acaso lo dudas?

—Adrian, recuerda que Jane es tan buena en las bromas como ustedes dos. No tan buena como yo, pero es buena —Comenté con una sonrisa.

Jane se ajustó el gorro de lana en la cabeza y sonrió.

—Ya verá ese idiota que con nosotros nadie se mete.

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—¡Al menos déjame quedarme hasta que esté en ropa interior! —Reclamé, cruzándome de brazos.

—Hermana, ¿por qué lo quieres ver desnudo? —Preguntó Alexandre con una ceja alzada.

—¿No me digas que ya llegaste a esa edad? Te tengo que dar la charla —Comentó Adrian con una sonrisa.

—Oh, tú cállate. Sólo quiero ver porque eso puede ser una mayor humillación para él.

—Sí, claro... —Murmuró Jane, rodando los ojos.

En ese momento, Adrian y Alexandre le quitaron la camisa, revelando un abdomen no tan marcado, pero aún así se veía bien.

—Uh, esos pectorales —Dije.

Jane sonrió mientras negaba con la cabeza y me haló fuera de la habitación.

—¡Hey, Jane, lo quería ver desnudo!

—Aunque sea un imbécil, merece privacidad.

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Horas luego, habíamos decidido (Adrián y Jane) que lo mejor era no dejarlo desnudo, ya que a los estudiantes les podría dar cáncer de ojo y no queríamos bajar el prestigio del colegio.

Así que luego Alex y yo llegamos al acuerdo de que le pondríamos solamente unos boxers rosa chillón con corazones que habíamos encontrado en una rara pero útil tienda para bromas. La tienda es rara, igual que el dueño.

—Oigan, pero Joshua despertará antes de que empiece el día de mañana —dijo Alex, luego de que acabáramos con él.

—¡Podemos sedarlo! —exclamé con demasiada alegría comparada con lo que propuse.

—O simplemente podemos amarrarlo bien a la silla, ¿no creen? —Sugirió Jane.

—¡Aburrido!

—Debes estar por lo menos un poco contenta de que caminará por el colegio con unos pantaloncillos rosa con corazones —Comentó Adrián.

—Querido hermano, se te está pegando el aburrimiento de Jane.

—Nah, solo tengo sueño.

—Pero si apenas son las nueve de la noche —dije.

—Necesito mi sueño de belleza, ¿sabes?

—Pero...

—¡Ababadabadabada! Sueño de belleza —me interrumpió.

—Adri...

—Sueño.

—¿Qué...?

—De.

—Ni siquiera yo tengo un sue...

—Belleza.

—Creo que tú y mamá se han juntado mucho —comentó Alex —¿Qué hicieron tú y ella mientras Amelie no nacía aún?

Problemas En La Secundaria BravoureDonde viven las historias. Descúbrelo ahora