Inicio de un pueblo y una leyenda

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Después del incidente del bosque, Susanoo llevó a Tsukuyomi a curar su herida, era algo profunda pero sanaría sin problemas. Amateratsu estaba en la entrada del bosque arrodillada esperando lo peor, cuando vio a Susanoo cubierto de sangre y a Tsukuyomi en sus brazos se preocupó gravemente. —Onii-chan, ¿Estás bien?... Estas lleno de sangre.

Susanoo continuó caminando con algo de dificultad. —No es mía... —jadeó. —Al menos la mayoría... Tsukuyomi ocupa ayuda... su brazo... —dijo antes de desplomarse en el suelo. Usó toda su energía peleando contra el gran Nian, estaba agotado.

Detrás de ellos les siguió Izanagi y los demás dioses con la piel desollada del Yokai, fue cortada con el mismo colmillo que Susanoo le arrancó. Un par de diosas se acercaron a Tsukuyomi con hierbas y vendajes. Le colocaron aceite de limón y sake para prevenir una infección en la herida y la vendaron, cuando logró recuperar la consciencia le dieron de tomar té con miel para que recuperara sus fuerzas.

En cambio Susanoo estaba frente al lago lavándose la sangre del Nian que lo cubría casi totalmente, cuando notó que el agua se movía sobre su cuerpo hacia sus heridas hasta sanarlas. Algo completamente asombroso para él.

Izanagi se le acercó con el colmillo del Nian y se sentó junto a él, no hizo contacto visual, solo miraba el horizonte. —Fue muy estúpido lo que hiciste, el Nian te pudo haber asesinado. —dijo Izanagi. —Pero me alegra que lo hayas matado... Sólo ten más cuidado, no sabemos si la próxima vez podrás salir vivo de esa.

Susanoo no prestó mucha atención a las palabras de su padre, solo pensaba en lo sucedido hasta que una idea cruzó su mente. —¿Y si hacemos una ciudad? —pensó en voz alta.

—¿Disculpa?

—Una ciudad, donde podamos vivir... Cubrirla con murallas para que las bestias no crucen, así no vivir moviéndonos en esas tiendas de campaña, podríamos hacerlo en una colina. En la cima haríamos un palacio para ti, con una base de piedra y paredes de madera, podemos usar papel de arroz para que entre la luz. Podríamos asentarnos en esa ciudad, hacer casas fijas, cómodas para vivir en ellas. Podríamos buscar a los hombres más fuertes para que la resguarden y seleccionar a los más habilidosos para que creen armas de buena calidad.

Izanagi se quedó pensando un momento, miró el horizonte imaginando la ciudad perfecta, con faroles que iluminaran en la noche, granjeros cuidando la cosecha, artesanos creando de todo y a el en la cima de esa colina con un imponente palacio lleno de lujos, tal y como sus hermanos le habían prometido antes de dejarlo en la tierra. —"TakamaGahara" —la nombró. —La Alta llanura en el Cielo. La ciudad de los dioses, así podemos estar tranquilos cuando cuidemos y guiemos la tierra. Pero tendremos que organizar a todos los dioses para que cumplan las tareas en las que más sean aptos.

Izanagi se levantó y reunió a todos los dioses, entusiasta compartió la idea de crear una ciudad para ellos, donde puedan vivir en paz y gobernar la tierra sin problemas. A los demás dioses les agradó la idea y sabían que Izanagi sería un buen líder para ellos, si no fuera suficiente que fue uno de los primeros dioses.

Caminaron por las llanuras celestiales hasta que encontraron el sitio perfecto, una colina alta con un río a sus cercanías, comenzaron lento para hacer todo a la perfección, planearon donde colocarían las tiendas para poder vender sus productos, el lugar más apto para colocar las casas y cómo crearían esas casas, la madera fue su mejor opción con techos de paja para mantenerse secos durante la lluvia y calientes durante el invierno, crearon los primeros caminos, con arena y polvo, luego con piedras lizas.

Personas con talento se encargaron de crear ropas con diferentes telas, experimentabas con todo lo que podían, artesanos creaban joyas de piedras, metales y diferentes tipos de maderas, la ciudad poco a poco empezó a tomar forma y la cultura japonesa empezó a crearse y a transmitirse a los humanos. Crearon la música, las pinturas, empezaron como juegos de niños, luego crearon escenas magníficas de monstruos temibles contra fuertes y apuestos guerreros, también escenas de hermosas mujeres deslumbrando en un paisaje. Se creó el arte.

Buscaron a los hombres más fuertes y valientes para ser los guardias de la ciudad, se hicieron los primeros herreros, hombres habilidosos con el martillo y el fuego para crear armas. Pero Susanoo no se sintió conforme con sus creaciones, encontró sus técnicas de pelear desordenadas y mediocres. Buscó a los mejores herreros para crear lo que el creería, sea el sable perfecto, un sable fuerte, liviano y letal, siendo este último su mayor meta.

Intentaron con distintos metales y aleaciones, diferentes técnicas de maleado, formas y tamaños, hasta que con los años, su esfuerzo sangre y sudor surgió efecto, la Katana fue creada. Susanoo quedó muy satisfecho con el resultado, su filo era tan poderoso que la sangre se limpiaba de un simple movimiento, sus movimientos eran llenos de gracia y brutalidad; lo que disgustó a Izanagi, se preocupaba que su hijo era violento y sanguinario al pelear, como si de una bestia se tratase.

Hasta que un día en una practica con los soldados, Hachiman decidió desafiar a Susanoo con Bokken, Susanoo estaba confiado en sus habilidades en el combate, durante varios siglos perfeccionó su técnica. Cuando el combate empezó la situación no fue favorable para Hachiman, un solo error por poco le costó la vida, fue suficiente para que Susanoo acabara con el, dejándolo gravemente herido aún con una simple espada de madera.

Ese fue la gota que derramó el vaso para Izanagi, lo que obligó a Susanoo a irse de la ciudad, hasta una costa donde él solo construyo un templo para él, la soledad le hizo pensar que debía mejorar... Pasaron los siglos y le llegaban noticias de que habían ciertos dioses escogidos para ser ascendidos, con trabajos especiales y títulos, pero en ningún momento le llegó una oportunidad, lo cual le deprimió.

Creó el bushido, "El camino del guerrero", el cual él usaría para limitarse tanto moralmente como en combate, su forma de pelear también varió, siendo menos violento y más efectivo. Intentó volver a la ciudad que había creado pero Izanagi no le recibía con buenos ojos, aún después de demostrar que había cambiado. Sus hermanas, Tsukuyomi y Amateratsu le apoyaban a mejorar, pero Amateratsu aún tenía sus dudas, Izanagi con palabras venenosas quiso influir su forma de ver a Susanoo, pero Tsukuyomi hacía de oídos sordos y mantuvo la esperanza en él, pero Amateratsu fue levemente corrompida por las palabras de su padre.

Con el tiempo las tareas y ascensiones empezaron a acabarse, hasta que un día Susanoo en su templo recibió la noticia de que tendría una oportunidad para ser un verdadero dios, finalmente sería ascendido.

El Último diosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora