Susanoo se quedó dormido en la mesa del comedor sin darse cuenta, hasta que poco antes de que el sol saliera uno de los gallos gritó con mucha fuerza, levantando al dios de golpe. Se restregó los ojos y recogió sus cosas, listo para dirigirse al muelle principal del Takamagahara, a un par de kilómetros de la ciudad principal. En la entrada del muelle, estaban dos guardias sentados con sus espadas envainadas al hombro.
—Susanoo-sama ¿Qué haces aquí a esta hora? —preguntó uno de los guardias.
—Raijin-kohai... Fujin-kohai... —saludó Susanoo, reverenciándose, como era costumbre. —Voy a visitar a mi madre Izamani-san.
—Genial, supongo que entonces vas a... —se detuvo cuando vio su tatuaje en el pecho. —Te ascendieron verdad? Y no fui a la ceremonia de mi mejor amigo. —dijo agachando la cabeza decepcionado
—Hey, pensé que yo era tu mejor amigo. —reclamó Fujin a Raijin.
—Que hayamos sido compañeros por cuatro siglos en la misma labor no significa que seamos mejores amigos, a ver... ¿Cuál es mi comida favorita?
—Ehm... —pensó Fujin. —Es el Ramen?
Raijin suspiró. —Ese es el tuyo, Fujin.
—Es el Takoyaki, con salsa de soja y que la masa tenga trocitos de chile. —contesté.
Raijin se limitó a hacerle una mueca a Fujin que decía «¿Ves? Eso es un mejor amigo». Susanoo se despidió mientras ellos seguían discutiendo sobre comida y amistad. Caminó hasta entrar a una enorme cabaña hecha de finas maderas y remachado en oro.
Dentro de el templo/cabaña estaba el Zouka-Sanshin, la unión de los tres dioses creadores de Japón (después de crear el mundo, se dice que se ocultaron, pero en realidad se unieron a formar una sola entidad), un anciano alto de cabello largo atado a un moño y una notable calva en la parte superior de su cabeza (los dioses no envejecen como los mortales, pero algunos prefieren optar la forma de una persona de tercera edad, en cambio los dioses más recientes prefieren usar apariencias más juveniles y esbeltas)
—Susanoo-samma, me alegra verte de nuevo. —saludó con múltiples voces al unísono. —¿A qué se debe tu llegada?
Susanoo se reverenció para saludarle. —Tenno-Heika, vengo para visitar a mi madre, Izanami-san. ¿Puedo proseguir con mi camino a través del Ame-no-Ukihashi?
Zouka-Sanshin sonrió y sacó de su kimono una enorme llave, la cual colocó en la enorme puerta a sus espaldas y la abrió. —El puente siempre estará abierto para ti.
Susanoo dio el primer paso hacia el mundo mortal. Bajó y bajó por el enorme puente que se creaba con nubes hasta formar madera y se destruía a sus espaldas, la niebla cubría su visión hasta que al fin tocó la tierra mortal; su siguiente destino: El Monte Fuji, ahí se encontraba la otra entrada hacia el Yomi. Izanagi cerró la entrada principal el día del nacimiento de Susanoo, Amateratsu y Tsukuyomi.
La caminata duró horas hasta que llegó a la aldea de Unnan, el viaje tomaría varios días hasta llegar al Monte Fiji y escalar hasta la cima, así que no tenía que perder tiempo y decidió seguir caminando con paso firme hasta su destino.
La noche empezaba a caer, y un Susanoo llegó a lo que quedaba de un bosque muerto a la mitad del camino, estaba atento por si algún animal o bestia maligna se dignaba en atacarle, pero de momento nada se le había acercado. «Crack» se escuchó, Susanoo arqueó una ceja mientras lentamente colocó su mano en la vaina de la katana, listo para atacar. «Crack» se escuchó de nuevo a sus espaldas, con un simple movimiento del pulgar se preparó para quitarle el seguro de su espada y dobló las rodillas.
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El Último dios
FantasyDesde su nacimiento Susanoo no fue aceptado por su padre y su difunta madre no estuvo ahí para él. Lo que hará que busque ganarse el respeto de su padre y los demás dioses, demostrará con todo lo posible que él no es solo una bestia para matar. Pero...