Regreso a Casa

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Susanoo y Tsukuyomi dejaron el palacio, iluminados por la luna llena y las antorchas de las calles, su brillo iluminaba los charcos creando pequeños espejos. Las maravillas nocturnas les rodeaban, las luciérnagas se encendían y apagaban en los pastos, brillando como leves velas a punto de esfumarse.

Caminaron juntos hacia la casa de Tsukuyomi, que se encontraba entro dos montañas alineadas perfectamente con la luna, brillando especialmente en los eclipses lunares.

Tsukuyomi de distraía contando sus historias, de todo lo que veía en el mundo mortal, se divertía con tan solo recordar las tonterías que hacían los niños mientras jugaban en la noche y suspiraba al ver las parejas caminar a la luz de la luna.

Al pasar por el bosque de las almas los espíritus flotaban como medusas nadando en el aire, cantando recuerdos del pasado con voces dulces y angelicales. Se detuvieron un momento para disfrutar del espectáculo, cuando se acercaban demasiado a los espíritus estos huían de golpe emitiendo un divertido silvido.

Después de cruzar el bosque llegaron a la entrada del templo lunar, un gran arco morado con la luna tallada anunciaba su llegada, Susanoo dejó a Tsukuyomi en la entrada y se reverenció para despedirse.

Onii-chan, ¿me acompañas hasta que me quede dormida? —pidió Tsukuyomi.

A Susanoo le pareció divertida la infantil propuesta de su hermana menor. —Aún sigues siendo una niña después de todo.

Ella se fue a su habitación y se vistió con su pijama blanca. Susanoo chasqueó los dedos y una brisa recorrió el lugar llenándolo del dulce aroma de las flores en la cercanía y una leve lluvia empezó a sonar sobre el techo, calmando el ambiente.

—Onii-chan, cántame una canción para dormir, por favor.

Susanoo notó que Tsukuyomi estaba más mimada de lo normal, así que se aclaró la garganta y cantó una melodía para dormir a los niños mortales.

Yurikago ga uta o

Kanariya utau yo

Nenneko Nenneko

Nenneko yo

Yurikago no ue ni

Biwa no ma ga yureru yo

Nenneko nenneko

Nennneko yo

Yurikago no tsuna o

Kinezumi ga yusuru

Nenneko Nenneko

Nenneko yo

Yurikago no yume ni

Kiiroi tsuku ga kakaru yo

Nenneko Nenneko

Nenneko yo

No había terminado de cantarle cuando Tsukuyomi ya estaba profundamente dormida, entonces la terminó de arropar y se levantó para irse.

Oyasuminasai (buenas noches) Tsukuyomi-chan.

Se dirigió a su hogar, regresó por el bosque de las almas y me se desvió hacia el océano, caminó por la playa hasta llegar a un muelle donde un arco rojo con una gota de agua tallada que indicaba mi llegada.

Se paseó a través de un puente para poder llegar a su casa, un templo con varias series de plataformas sobre un pequeño risco en el mar, con pequeñas construcciones tradicionales conectadas por puentes, todo rodeando una colina con una fuente en la cima, cuya agua se deslizaba por canales artificiales de roca, mojando la piedra y la tierra, mágicamente el agua era dulce en la cima y después de cruzar los puentes el agua se salaba, llenando los océanos de la tierra.

El Último diosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora