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Seung Hyun se pegaba a Ji Yong todo el día. Lo esperaba a primera hora del día fuera de su apartamento, lo acompañaba en cada uno de sus trabajos y al final, ya en la cafetería, Youngbae les dejaba tomar un par de bebidas y conversar en una pequeña terraza inhabitada del lugar.

Siempre se enfrascaban en enormes y profundas conversaciones que podían durar horas y horas, de no ser porque Ji Yong tenía que trabajar al otro día. Esa era una de las tantas características que le gustaban del menor, era una persona con mucha voz de opinión y estaba abierto a hablar de casi todo, a excepción de un tema: homosexualidad.

Seung Hyun había intentado hablar sobre ello un par de veces, pero el otro inmediatamente desviaba la conversación con alguna otra cosa.

El mayor realmente no sabía por qué eso acomplejaba tanto a Ji Yong, si mal no recordaba había sido él quien había investigado sobre eso cuando recién habían comenzado su relación.

"—Según Internet, nosotros somos pareja. —exclamó Ji Yong entrelazando la grande mano del mayor con la suya, mucho más pequeña y delgada.

—¿Pareja? Pero las parejas se supone que son hombre y mujer, ¿no? —Seung Hyun seguía sin entender. Eran los noventas y en esa época ese tema no era muy hablado entre la gente, por lo que no sabía mucho de lo que estaba pasando.

—Sí, pero también puede haber parejas de dos hombres o dos mujeres. —Ji Yong se removió un poco incómodo por lo que iba a decir— A esas personas les dicen homosexuales... y no son muy queridos por la demás gente."

Recordaba que aquella vez él le había dicho a Ji Yong que no había nada de qué preocuparse y Ji Yong había aceptado, tranquilizándose. Él estaba bien con el tema en ese entonces, ¿por qué ahora le aterraba tanto?

No hallaba respuesta.

Por otro lado, Ji Yong batallaba mucho consigo mismo. Todos los días se decía que debía alejarlo, pero cuando él tocaba a su puerta con esa sonrisa ancha y los ojos brillantes, todo en lo que había pensado se iba a la mierda.

Se estaba dejando llevar, Ji Yong lo sabía, no tomaba el control de sus emociones y dejaba que su corazón galopara como loco por un simple roce de Seung Hyun, o que sus mejillas se encendieran si le decía algo bonito.

Ese hombre lo estaba volviendo loco.

Estaba perdiendo tanto sus cabales que por primera vez en todo el tiempo en el que llevaba trabajando, pedía algunas horas libres sólo para ir a casa de Seung Hyun a jugar con la consola.

Todos los días a las cinco de la tarde ambos estaban ahí, con snacks y música hip-hop —la favorita de ambos—, listos para echarse unas buenas partidas en la Play.

—Seung, siempre que vengo veo que tú llegas de otro lado, ¿qué acaso no te quedas en tu casa? —le preguntó Ji Yong una vez mientras se metía una papa frita a la boca y movía sus pulgares ágilmente sobre las palancas del control, concentrado en la pantalla.

—Oh, ehm... Lo que pasa es que reservé muchas semanas en el hotel cuando planeaba venir, y bueno, —masculló Seung Hyun mirándole de reojo, pero sin dejar de jugar ágilmente— fue bastante dinero, ya sabes. No podía simplemente regalar esos millones de wones.

La pantalla anunció que Ji Yong había sido el ganador y éste soltó una pequeña risita.

—No te juzgo, yo tampoco lo regalaría. —comprendió, metiéndose un bonche de papitas a la boca y con la boca llena continuó hablando— Aunque yo amaría vivir aquí, siempre fue mi casa favorita. Es maravillosa.

Sin nada para agregar, Seung Hyun asintió mirando a todas partes menos a Ji Yong. Había mentido. No se había quedado en el hotel por dinero, el dinero sí lo pudo haber regalado, eran sus recuerdos.

Los recuerdos de esa casa le traían una nostalgia extraña que no podía soportar por nada del mundo, lo torturaban.

Le hacían recordar los buenos tiempos, pero enseguida recordaba todos los momentos en los que lloró al llegar a la escuela por tanto odio que recibía.

Estaban en la terraza, en silencio, fumando como de costumbre después de haber pasado el día juntos, y entonces, Seung Hyun se atrevió a hablar.

—¿Ji? —carraspeó ligeramente, tomando una enorme calada a su cigarrillo, y el mencionado se giró para mirarle— Sé mi novio.

Perdóname, Seung.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora