Capítulo 42

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¿Quién dijo que los juegos era solo cosas de niños?

Narra Aria

Sentí un fuerte dolor en la cabeza en el momento en que intenté abrir los ojos. Mis manos fueron hacia mi rostro e intenté aclarar mi vista. Toqué mi nuca al sentir un especie de líquido viscoso.

El miedo recobró por todo mi cuerpo al ver mi mano llena de sangre.

Miré hacia mi alrededor y me encontraba en una especie de cama, con sábanas sucias llenas de polvo. Me encontraba en una habitación pequeña. Blanca, con algunas grietas y humedad en el techo.

Miré hacia el sitio donde provenía la deslumbrante luz. Al girar, la cama emitió un chirrido desagradable, por lo que opté por levantarme de ella.

Era una pequeña ventana. Intenté asomarme por ella pero al hacerlo descubrí que en esta había tres barrotes haciendo que mi manera de escapar se fueran a lo que venía siendo, la mierda.

Suspiré y miré la habitación en la que me encontraba. Solamente era la cama en toda la habitación, un váter sucio y algo oxidado y un espejo pequeño colocado en la pared con un cutre tornillo. Delante de mí se encontraba una puerta. La cuál seguramente se encontraba cerrada.

Me acerqué hacia ella y mi frase se hizo realidad.

Pequeñas lágrimas empezaron a aparecer en mi rostro. Me senté en el borde de la cama y tapé mi rostro con mis manos.

¿Cuándo acabará todo esto?

El sonido de unos pasos hizo que dejase a un lado mis pensamientos para centrar la mirada en la puerta. Ésta se abrió desvelando a dos hombres formidos con grandes músculos y tatuajes hasta en el rostro.

-Arriba rubita, tenemos prisa-

Fruncí el ceño, y antes de poder despegar mi cuerpo del colchón tan incómodo uno de ellos me agarró fuertemente del brazo levantándome bruscamente.

¿Rubia?

Me empujaron en el momento en qué salimos de aquella pequeña habitación para empezar a caminar por un pasillo con millones de puertas más.

Por el rabillo del ojo pude observar una gran puerta al lado de unas escaleras que solamente conducían hacia arriba. En la puerta había con grandes letras:

SALIDA

De esto saqué la conclusión de que nos encontrábamos en un edificio de gran altura, por que al pasar por las escaleras levanté la mirada y éstas se hacían infinitas.

Una puerta se abrió ante mí. Aquel hombre me soltó el brazo y me dio otro empujón para entrar en aquella sala.

Mi mirada se centró en una gran mesa donde se encontraba otro hombre. Pero éste estaba de espaldas.

-Me alegro de volver a verte querida Aria-

Aquella voz...

Abrí los ojos con temor y me alejé de él lo mayor posible. Mi espalda tocó la puerta. Mi pulso se había acelerado en cuestión de segundos, mis manos empezaron a sudar, y mis ojos recorrieron toda la sala en busca de algo con defenderme.

Y aunque suene de locos, lunáticos, y puedo de exagerar pero de enfermos, prefería estar con el mismísimo Harry Styles en una misma habitación que con él.

Se dio la vuelta y éste comenzó a reír al verme tan alejada. Al principio no supe reconocerlo, por el simple echo de que era la primera vez que lo veía sin gafas ni aquel sombrero.

Príncipe Oscuro • Dylan O'Brien  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora