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El comienzo

| Narra Jade |

Era un día más en el que deseaba dormir otro poco ya que levantarme de la cama significaba hacer deberes y demás actividades que no me llenaban de entusiasmo y cómo cualquier día desperté a causa de mi madre que ya tenia listo el desayuno. Ese olor podía despertar a cualquiera si tenías hambre, claro.

Salí de mi cuarto en pijama y me dirigí a la cocina sin más.

—Buenos días, mamá— le salude alegre ya que comer era lo que cambiaba el humor.

—Buenos días—me respondió mientras estaba a punto de sentarme—Ve a despertar a tu hermano. Debe seguir durmiendo ya que ayer tuvo una pesadilla y no pudo dormir.

Admito que me disgustó pero no tenía opción. Subí las escaleras con un poco de energía infantil intentando cambiar mi disgusto hasta que entré al cuarto de mi hermano quien se encontraba aún dormido. Cómo había predicho mamá.

—¿Carl? Despierta dormilón— comencé a moverlo pero solo me respondía con quejidos—vamos,  despierta que él desayuno esta listo y quiero comer.

Mi hermano despertó adormilado.

—Hermanota—se río y le di un almohadazo.

—Enano piojoso—bufé pero solo sonrió más.

No era tan alta, mi un metro con setenta centímetros era demasiado para el pequeño de Carl. Bueno es enano por su edad. Papá y mamá supieron darme una estatura intermedia a ellos. Genes de papá más que de mamá, a decir verdad.

Carl se levantó y puso sus pantuflas para bajar conmigo lo cuál hicimos.

Ambos bajamos a la cocina y desayunamos con mi madre.

—¿Dónde está papá?—Carl se encontraba en esa edad de andar de preguntón.

—Fue a trabajar—respondió mamá.

—¿Tan temprano?—para mí, la cuestión de la hora era la primera de la que perdía de noción siempre.

—Son las diez, no es tan temprano, Jade— miré el reloj colgado arriba de la nevera y tenía razón.

En fin, terminamos de comer después de un plática no muy entusiasta con ellos dos. Era un día, como dije, cualquiera. Ayudé a mi madre a lavar los trastos sucios y Carl fue a la escuela, la rutina de todos los días.

Cuando terminamos los deberes típicos de la mañana yo fui a darme una ducha. Me vestí y arregle un poco para no sentirme tan aburrida, encendí él ordenador y estuve mirando cosas sin sentido hasta que me aburrí y decidí bajar a la sala. Sabía que debía estar estudiando pero no soy de estudiar en la mañana aunque mamá dice que debería comenzar lo más antes posible. Mamá...quizá mamá estaría limpiando vegetales o alguna cosa de jardinería y podría molestar un poco.

—¡Mamá!— comencé a llamarla pero no me respondía—¿Mamá?— ni señales de ella

Busqué en todos los rincones de la casa pero no había nadie, solo yo.
De acuerdo, esto era extraño ya que ella no salía sin avisar y avisar para ella era ir a mi habitación, abrir la puerta sin avisar, decir lo que tenía que decir y salir sin cerrar la puerta.

Me senté en la mesa del comedor para pensar un poco la situación de dónde pudo ir, quizá una vecina la llamó o olvidó algo de las compras. Así estuve unos minutos hasta que me llegó un mensaje de mi madre al teléfono.

Mamá:

Jade estoy en el hospital con Shane.
A tu padre lo hirieron en una persecución y esta en estado crítico.
Volveré dentro de 30 minutos con Carl ya que lo recogeré de la escuela.
Esperame en casa y no salgas hasta
que vuelva.

Me quedé mirando la pantalla de mi teléfono tratando de procesar lo que había leído. Sorprendentemente mi padre nunca había estado en el hospital en todos sus años de policía y obviamente la preocupación me invadió. Nadie había estado en el hospital excepto mi madre por el parto de Carl y Carl de bebé por su propio nacimiento. He ahí la magnitud del asunto.

No podía parar de pensar y preocuparme más y más.

| Narra Glenn |

—Entrega esta pizza puntual, no quiero que se repita lo del otro imbécil.

Mi jefe era una persona demasiado malhumorada y ahora no podía mejorar ya que el nuevo repartidor era demasiado torpe. Tomé la pizza así como mi moto y me dirigí a la dirección que mi jefe me apuntó en un papel.

Podía tener malos momentos con los clientes, con gente del camino o con mi propio jefe pero podía encontrar puntos buenos en este trabajo. Me encantaba conducir por las calles a velocidad máxima, sentir la adrenalina aunque tenga una pila gigante de multas que me molestaban un poco ya que de alguna manera trabajaba para pagar las multas pasadas, presentes y futuras.

Después de muy pocos minutos llegué a el lugar, entregue la orden y me dirigí de nuevo a la pizzería.
Es una rutina pero no me quejo porque tengo trabajo el cual permite mantenerme. A mí y mis multas.

Una vida no tan interesante.
Hasta ahora.

The Walking Dead || Glenn RheeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora