Capitulo 30. Dudas

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Disclaimer Los personajes no son míos son de Stephenie Meyer, la historia si es mía.

No me maten ni me manden a los Vulturi, no abandonare la historia, falta poco para terminarla pero por razones de trabajo, enfermedad y demás no había podido actualizar, GRACIAS por su comprensión y besos.

Capítulo beteado por Eve Runner, Beta FFAD: www facebook com / groups / betasffaddiction

Capítulo 30

El resto de las vacaciones pasó en un abrir y cerrar de ojos. Rose poniéndose cada vez más grande, creo que de un día a otro la panza le crecía demasiado y creo que el que me la pasara cocinando lo que me pedía tampoco ayudaba mucho.

Ese día el antojo era pizza. Ayer había sido ravioles.

Edward tenía un par de días de haber empezado un nuevo trabajo, al final había aceptado el que Anthon le había ofrecido. Había dejado muchos curriculums pero no había tenido suerte.

Recién eran las siete y Edward llegaría en un rato.

—Bella, deja de pensar en Edward, vas a quemar mis pizzas. Y estos bebés están muertos de hambre. Hoy no pude ponerme mi sostén, o mejor dicho no me cupieron los pechos, ¿es normal?

—A mi me crecieron pero ya para el final, tal vez sea mas rápido en ti, por los cuatro. —Lo que me hizo pensar que mis bubis también estaban más llenas y más sensibles, pero no, no me haría ideas locas.

—Voy a matar a Emmett —me dijo mientras se comía otro pedazo de queso—. He tenido que dejar la planta, me mandaron a las oficinas y no me dejan hacer nada, solo cosas aburridas, papeles y papeles. —Se comió otro pedazo y luego rodó los ojos—. Me recortaron las horas, habló con mi jefe y no me dijo nada. Esto de la maternidad múltiple me está desesperando. Y el doctor ni siquiera cree que llegue a las 25 semanas, y eso es muy malo para los bebés. Ya tengo casi veinte semanas.

Miré a Rose y se veía realmente afectada.

—Los pulmones se desarrollan a las 28, o maduran, o cómo se diga. Además tengo que checar que no me hinche, que si veo lucecitas. Voy a estar en reposo absoluto desde la semana 24, me van a inyectar cosas para madurar los pulmones, y... —Me miró, se le notaba la angustia—. Tengo mucho miedo.

La abracé y le dije que no se preocupara, que todo iba a salir bien, pero la verdad hasta yo tenía miedo. Si tener un bebé era pesado no podía imaginarme tener cuatro.

Saqué una de las pizzas del horno y metí la otra.

—¿Por qué no te recuestas un rato, Rose? Yo te despierto cuando esté la tuya.

—Eso iré a hacer, a dormir —gritó desesperada—. Es lo único que me sale bien, todavía no sé cómo voy a dormir con cuatro bebés.

Rose estaba asustada y por eso estaba hablando demasiado, pero ya la había escuchado pidiéndole perdón a los bebés que no le hicieran mucho caso. Emmett quería tenerla sin que nada le preocupara, pero Rose no era así, a ella le gustaba hacer sus cosas. Pero el doctor le había pedido reposo, mucho reposo y Emmett intentaba hacer lo mejor para todos.

Esperaba que Edward llegara temprano, pero había días en los que se quedaba a trabajar más. Él decía que era una manera de demostrar que estaba ahí porque era bueno y no porque Anthon le dio el puesto.

Anthon vivía con Leah, sí, con ella; según él, ella no era amargada, ni mala onda, pero conmigo seguía siéndolo, pero si Anthon lo decía debía confiar en él. Cuando estaban juntos ambos se veían tan felices. Leah era tan diferente a su primera esposa. No era frágil, al contrario, era muy fuerte, pero según Anthon era una delicada flor que nadie había descubierto.

Descubriendo a PapáDonde viven las historias. Descúbrelo ahora