Capitulo 19. La cita

855 48 4
                                    


Los personajes no son míos, que mas quisiera yo, son de Stephenie Meyer yo solo los uso para contarles la historia que si es mía.

Millones de gracias a todas, en especial a Eve, Aryam y Vanessa sin ustedes que sería de mi.

Capítulo beteado por Eve Runner, Beta FFAD: www facebook com / groups / betasffaddiction

Este capitulo será dividido en dos partes.

Capítulo 19 La Cita

Me levanté con la sensación de que algo había perdido, pero no sabía qué era. Llamé a Rose y me dijo que Tony seguía dormido, pero que me invitaba a desayunar, ella quería platicar conmigo.

Acepté encantada, quería salir de la burbuja de amor de Alice y Jasper, y concentrarme en la nueva Bella. Una Bella más dispuesta a encontrar el amor, que dejaría atrás todo lo que soñaba de amores cursis y buscaría el amor verdadero.
Decidí dejarle un mensaje a Alice en la nevera, prefería no entrar en su habitación. Luego salí a casa de Rose. El día estaba muy frío y quería llegar al metro lo más pronto posible. Escuché que alguien me llamaba, busqué con la mirada y vi a Edward en una camioneta algo vieja en comparación con el auto que siempre solía traer.
Me hizo señas de que lo esperara.
Poco después apareció y se estacionó junto a mí.
— ¿A dónde vas?
—A desayunar a casa de Rose y Emmett, y a traer a Tony.
—Yo iba a invitarlos a desayunar. Venía por ti para ir a buscar a Tony e ir a desayunar juntos.
Sus ojeras estaban más marcadas y su voz se escuchaba realmente triste. Me dio penita y lo invité.
—No creo que se molesten si llevo un invitado. ¿Por qué no desayunamos todos juntos?
Él sonrió, pero su sonrisa era a medias, no era completa. Eso me hacía sentir realmente curiosa, ¿por qué estaba así? ¿Sería por la "cosa esa" que tenía por novia?
—Vamos por la camioneta —me dijo tomando mi mano y como lo venía haciendo, yo la retiré. Él solo me miró y volvió a sonreír a medias—. Creo que me lo gané a pulso, ¿no?
Le hice una mueca y seguimos caminando, pero la curiosidad me ganó y le pregunté: —Edward, ¿por qué traes esta camioneta? No es tu estilo.
—Digamos que es mi nuevo estilo. Al menos por un tiempo.
— ¿Te pasa algo? —La curiosidad había ganado totalmente.
—Tengo muchos problemas en el trabajo, pero espero solucionarlos pronto.
—Espero que todo te salga bien —le deseé con una sonrisa, y en serio le deseaba lo mejor.
—Me gusta cuando sonríes, cada vez que lo haces siento que todo es posible.
¿Por qué? ¡Dios! ¡¿Por qué cada vez que intentaba olvidarlo él se portaba tan bien conmigo?! Entonces mi corazón latía otra vez como caballo desbocado, casi podía ver cómo latía a través de mi blusa; mi corazón podría salirse de mi pecho.
Intenté no sonreír y ponerme seria, pero fracasé cuando llegamos a casa de Rose; íbamos riéndonos, mientras me contaba que Tony le había pedido dinero prestado para poder mandarle flores a Jane.
Cuando Rose abrió la puerta sus ojos pasaron de mí a Edward, y de regreso.
—Traje un invitado más, no te molestas, verdad?
—Pues, ya qué. Pasen, Emmett y Tony se la están pasando bomba haciendo waffles, quiero ahorcarlos, ensuciaron toda la cocina.
Al entrar escuchamos las carcajadas de Emmett y de Tony, en verdad estaban disfrutando.
— ¡Papá! —Tony corrió hacia Edward.
—Sí, claro, a tu mamita que la salude Emmett —me quejé y casi enseguida me arrepentí.
Emmett tomó vuelo y corrió hacia mí, me levantó y me abrazó fuertísimo. — ¡Mamá! —gritó.
—Emm... Emm, no me dejas respirar.
—Tío Oso, ¡deja a mi mamita! —exigió Tony.
—Noo, ahora tu mamita es mía, te doy a Rose por tu mamita.
Tony se detuvo a pensarlo un poco. —No, quiero a mi mamita, porque va a tener a mi hermano.
Todos nos quedamos paralizados.
Emmett sin el menor tacto me dejó sobre un sillón.
— ¿Por qué dices eso? —le preguntó Emmett.
—Tú me dijiste —le respondió Tony, como si fuera obvio.
— ¿Qué te dije? —cuestionó un intrigado Emmett.
—Que cuando una mamita y un papito duermen juntos salen los bebés, pero que la mamá los guarda en la panza por mucho tiempo.
Rose arqueó una ceja y Edward se puso todo rojo.
—No fue así exactamente —intentó decir Edward, pero Emmett contraatacó. Lo tomó del cuello como apretándolo con el brazo.
— ¿Entonces? Explícate —inquirió Emmett.
—No, Emmett, cálmate —rogó, mientras Emmett seguía estrangulándolo—. Bella y yo solo dormimos juntos, no hicimos bebés. Ella tuvo piedad de mí y me dejó dormir con ella un día.
— ¿Segura? —me preguntó Emmett, inquisitivamente.
—Sí, Emmett. No cometería el mismo error dos veces. Creo que ya crecí.
Edward me miró y vi algo más que tristeza en sus ojos. ¡Diablos! Insisto, ¿por qué cuando decido olvidarme de él pasa esto?
— ¿Entonces tendré un hermanito? ¿O no? —cuestionó Tony.
Edward se agachó a su altura y le dijo: —No, Coso. Mira, solo cuando los papás se quieren mucho mucho mucho... es cuando salen los bebés. Tu mamá y yo nos queremos, pero solo poquito, así que no tendrás otro hermanito.
— ¡Ash! Ya no me gusta esto, yo había empezado a juntar los juguetes que no me gustan para dárselos a mi hermanito, así en mi cumpleaños me podían dar más juguetes. ¿Por qué no se quieren mucho mucho mucho y me dan otro hermanito? Pero tiene que ser niño porque a las niñas no les gustan los autos.
— ¿Quién te dijo que a las niñas no nos gustan los autos? A mí me encantan. ¿Por qué crees que trabajo donde los fabrican? —le regañó Rose.
—Pero tú eres especial, tía Bonita. Tú no eres como las otras niñas; como Bitt, a ella no le gustan y dice que ella quiere un bebé, siempre quiere un bebé, yo le dije que cuando mis papás tuvieran al de nosotros se lo iba a prestar unos días. Ahora se va a enojar cuando le diga que no vamos a tener un hermanito —dijo muy serio y se nos quedó viendo—. ¡Por favor, solo para que no se enoje Bitt hagan un hermanito! —nos pidió, juntando sus manitas.
—Sí, hagan un hermanito para Tony, les quedan muy bonitos —rogó Emmett, imitando el tono de súplica de Tony.
Rose nos miraba divertida y solo movía la cabeza negativamente, al final se unió. —Sí, denle un hermanito a Tony, anden.
Edward y yo estábamos igual de colorados.
— ¿No íbamos a desayunar waffles? —comentó Edward, tratando de cambiar el tema.
—Sí, pero no se me olvida que le deben un hermanito a Tony —replicó Emmett.
El resto del desayuno fue mucho más tranquilo. Cuando Tony fue a buscar algo, Rose nos miró y nos dijo que iban a empezar un tratamiento para concebir mediante inseminación artificial y que en un mes no podía tener sexo.
— ¿Sabes lo que es eso, hermano? —exclamó Emmett—. La muerte.
Cuando Tony regresó tenía en la mano un iPad.
Y lo veía fijamente.
—Papá, ¿qué significa "demanda"?
Edward abrió los ojos y le preguntó a su vez: — ¿Por qué? ¿Dónde lo leíste?
—Aquí en el iPad de mi tía Bonita, dice que la demanda de autos... —Se detuvo—. No entiendo
—Tony, te dije que solo podías jugar, ¿por qué estás leyendo mi reporte mensual?
Tony alzó los hombros. —Yo quería jugar Angry Bird y me salió esto. Papá va a comprarme uno, porque en la escuela me la pidieron —contó feliz.
Me quedé viendo a Edward.
—Cierto, ya te lo había dicho, ¿recuerdas? No es obligatorio, pero para ciertas actividades sugirieron que lo mejor era comprarle uno... pensé que sería un buen regalo de cumpleaños.
—No se vale, yo quería otro regalo de cumpleaños —expresó Tony enojado—. Eso es para la escuela.
— ¡Tony! —le dije, llamándole la atención.
—No es justo, yo pensé que cuando encontráramos a mi papá, iba a tener mi perro y no se puede; luego quería tener un hermanito y tampoco pueden; ahora no voy a tener muchos regalos de cumpleaños.
—Tranquilo, campeón —le pidió Edward—. Primero, no le levantes la voz a tu mamá y segundo, vas a tener muchos regalos, los de tus abuelos, tus tíos y los que te lleven tus amigos.
—Pero... —Iba a comenzar a protestar cuando Edward lo miró y enarcó una ceja. Tony solo se quedó callado y dejó de replicar. Creo que a mí me manejaba más fácil.
Era bueno para Tony que tuviera un papá, ese pensamiento me hizo sentir triste. ¿Qué hubiera pasado si yo le hubiera avisado a Edward que estaba embarazada? ¿Nos llevaríamos bien? ¿Seríamos felices? Sacudí mi cabeza, como si eso me ayudara a sacarme esas ideas.
Después Tony volvió a entretenerse con el iPad y Rose siguió platicando.
—El tratamiento lo intentaremos tres veces y si no funciona intentaremos in vitro.
La abracé. —Todo funcionará a la primera, ya verás.
—El único inconveniente es que puede ser un embarazo múltiple y que me tienen que bombardear con hormonas para que ovule más; puede ser doloroso, pero todo sea por un osito.
Aproveché el momento para vengarme de las muchas veces que se habían burlado de mí.
— ¿Y si les sale una niñita chiquita, de cabello negro y algo hiperactiva? Digo, puede salir como la tía Alice.
Las caras de Emmett y de Rose eran tan chistosas que Edward y yo comenzamos a reírnos.
—O un rubio alto, no sé... un cobrizo —comenté, mirando a Edward—. Que sea medio lento para... —Iba a decir que para descubrir quien lo ama, pero alcancé a reaccionar —. Descubrir que tiene un hijo.
—Todo, menos chiquito e hiperactivo —dijo Rose sonriendo—. ¿Se imaginan? Por cierto, Bella, quiero que conozcas a mi hermano.
—Ya lo conozco, me cae... —Me quedé pensando—. Por el momento digamos que puede ser un buen tipo.
— ¿De dónde lo conoces? Tiene unas dos semanas que llegó y apenas lo veo.
—Pues tiene días en mi casa, muy instalado con Alice.
Lo que pasó nunca me lo esperé.
— ¿Estás loca, Bella? ¿Cómo dejas que esté con Alice? ¿Qué? ¿No sabes lo que le hizo? —gritó Emmett.
—Mi hermano no le hizo nada, ella sabía que salía con la otra —gritó Rose, en respuesta.
— ¿Qué le hizo? —me preguntó Edward.
Todo lo hablábamos en un tono de voz bajo, mientras Emmett y Rose seguían peleando.
—Papá, ¿por qué pelean?
—Cada uno defiende a su hermano, ¿por qué no nos vamos y les compro un helado antes de ir a casa?
—Está bien, pero un helado pequeño, Tony últimamente ha comido mucha azúcar.
—Entendido.
Cuando llegamos a su camioneta, Tony abrió los ojos y exclamó: —Papá, ¡qué fea camioneta! Está más bonito el otro coche.
—No siempre se puede tener todo y en este momento toca esta camioneta, y a mí me gusta, podemos llevar muchas cosas en ella.
— ¿Podríamos poner otra silla para el bebé? ¡Por eso compraste esta camioneta! ¡Sí, voy a tener un hermanito! —gritó Tony emocionado.
—No, Tony. Nada de bebés.
Tony se sentó en su silla y se cruzó de brazos.
—No me importa lo que ustedes digan, yo sé que voy a tener un hermanito. Yo lo sé.
La seguridad con la que lo decía casi me hizo dudar.
— ¿Te imaginas que esté embarazada de nuevo? —Negué con la cabeza—. Me puse inmensa, después de que fui consciente de mi embarazo fue como si Tony solo creciera y creciera.
—Me hubiera gustado verte, de seguro te veías hermosa.
—Pues creo, o al menos todos me lo decían para hacerme sentir mejor.
— ¿Por qué no te diste cuenta antes de que estabas embarazada? —me preguntó sin despegar la vista de la calle.
—Creo que internamente me negaba a creerlo. No sé, nunca me pasó por la cabeza. Hasta que algo se me movió en la tripa y fui al doctor.
Miré por el retrovisor y vi a Tony totalmente dormido. —La verdad, creo que ni siquiera lo imaginé, nunca me preocupé por los anticonceptivos.
Eso me llevó a pensar en mi cita de esta noche, miré a Edward y me sonrojé.
—Esa vez ha sido la única que no pensé en usar protección, creo que... ni siquiera lo tomé en cuenta —comentó serio.
— ¿Edward, puedes hacerme un favor? —¡Dios, qué vergüenza!
—Si está en mis manos, claro.
—Necesitocomprar condones puedescomprarlos pormí —dije. Supe de inmediato que estaba muy roja y sentía mucho calor.
— ¿Qué? —gritó Edward
—Shh... Tony está dormido. Mira, mientras tenía los dolores del parto una enfermera me dijo que si hubiera usado anticonceptivos no tendría esos dolores.
Edward me miró con los ojos entrecerrados.
—Sí, Bella, yo te los compro —me dijo, pero no pude identificar el tono de su voz; no estaba segura si estaba enojado, triste o divertido.
Se detuvo en una farmacia y bajó, a los diez minutos regresó con unas bolsas.
Miró atrás y al ver que Tony seguía dormido habló: —Toma, te compré una caja de treinta, así no tendrás que pasar pena en algún tiempo.
— ¿Treinta? ¡Santa madre! ¿Esto cuándo me lo voy a acabar?
—Pues eso depende de qué tan activa seas, te puede durar unos días o un mes.
Intenté imaginármelo, pero simplemente solo podía ver a Edward. En verdad, Bella eres un completo desastre, toda tu autoconvicción se va al caño con una sonrisa.
De pronto escuché la risa de Edward.
— ¿De qué te ríes?
—Es que si hubieras visto tu cara, pasaste por todas las emociones. Te veías tan linda y tan enfadada al mismo tiempo.
— ¿Edward, puedo preguntarte algo? Si no quieres contestarme, no lo hagas. Es solo curiosidad. —Edward me miró y asintió.
— ¿Qué tan rápido o tan lento se consideraría normal?
— ¿Qué? No entendí.
Sabía que estaba roja. No necesitaba ver mi reflejo en el vidrio para saberlo.
Puse los ojos en blanco. — ¿Qué tanto debería durar una caja de este tamaño para una persona normal?
Con el ceño fruncido y los ojos entrecerrados dijo: —Bella, ¿qué considerarías como normal? Todo depende de la persona. Como te dije, hay gente que solo le dura unos días y a otras que le puede durar meses.
Lo miré. — ¿A ti cuánto te duran?
—Últimamente... un siglo —respondió enfadado, sin apartar la vista de la calle—. Esperemos que tú tengas más suerte que yo.
Llegamos a casa con Tony dormido.
—Yo creo que anoche no durmió mucho —le comenté—. Emmett y él juegan mucho con videojuegos.
—Mi hermano a veces es tan infantil, pero me gusta. Creo que yo me he tomado demasiado en serio la vida. Siempre queriendo ser el mejor, tener lo mejor; aunque realmente no fuera lo que deseaba.
—Lo que realmente deseaba era... —susurró al final. Realmente no supe si lo dijo o lo imaginé.
Salimos de la camioneta. Edward llevaba a Tony en los brazos, completamente dormido, ni siquiera se había inmutado al sacarlo.
El elevador para subir se detuvo y de él salió Tanya, nos miró y noté el rencor en su rostro.
— ¡Qué lindos se ven! Hacen la pareja perfecta, un perdedor con otra perdedora. Suerte —dijo burlándose.
—No le hagas caso. Bella, tú no eres ninguna perdedora.
¿Yo? ¿Y qué había de él? Iba a decirle que él tampoco lo era, pero en ese momento Tony se movió y dijo: —Una hermanita, sí, quiero una hermanita.
Los dos aguantamos la risa lo más que pudimos, pero al final la risa nos ganó.
—Me encanta que hable dormido como tú —dijo sin dejar de reírse—. ¿Recuerdas la vez que dijiste Edward es tan guapo y dormida te pusiste roja? Ese día Emmett se hizo pipi en los pantalones.
Me le quedé viendo. —No, no lo recuerdo, pero me alegra que los Cullen se divirtieran a mis costillas mientras dormía.
—Alice y Emmett tienen hasta videos. —Lo miré indignada—. ¿No lo sabías? Juro que pensé que lo sabías.
—Si lo hubiese sabido te juro que no me hubiera quedado a dormir nunca más en tu casa.
—Siempre pensé que lo sabías.
—Esta me la paga la enana. —Estaba enojada, quería esas cintas.
Llegamos a la casa justo en el momento que Tony abría los ojos.
— ¿Ya llegamos?
—Sip. Anda, ve a hacer tu maleta para que pases la noche con tu papito —le dije y Tony se bajó de Edward y corrió.
—Creo que le atrae la idea de pasar la noche conmigo.
—Eres su héroe, en este momento haría cualquier cosa que le dijeras.
—Eso me da miedo, he tomado decisiones tan tontas y malas... —Se quedó callado. Volteé a mirarlo y juro que sus ojos estaban vidriosos.
—Bella, tienes que hablar con Alice, no puede dar espectáculos de sexo mientras Tony esté aquí.
— ¿Eh? —Me había cambiado el tema en dos segundos.
—Tony me preguntó por qué el novio de su tía Alice se comió sus calzones, cuando le pregunté por qué decía eso me dijo que los escuchó.
— ¡Cielos! Hablaré con Alice, ¿no podrías ayudarme un poco?
—Si está en casa podemos hablar con ella de una vez.
—No lo sé, pero es mejor tocar antes de entrar. —Sacudí mi cabeza al recordar lo que había visto.
En ese momento la puerta de su cuarto se abrió, salieron Alice y Jasper gritando. Bueno, más bien Alice gritando y Jasper intentando calmarla.
—Entiéndelo, Alice, es trabajo. Sí, son varios días en Aruba con María, pero voy solo como fotógrafo. Ya no estoy interesado en ella.
—Pero ella en ti sí. Ella me llamó y me lo dijo.
—Solo quiere molestarte.
—Pero fue tu pareja.
—Alice, si te pones celosa de cada persona con la que he salido no podría trabajar con ninguna modelo.
—No digas eso, me pongo... ¡Arg! —gritó. Jasper la levantó un poco y la abraza contra su pecho.
—Quedamos en intentarlo, en darnos una oportunidad, en que confiarías en mí—le decía Jasper sosteniéndola contra su pecho.
—Pensar en ella y en ti... me revuelve el estómago.
—Ali, mi vida, sé que fui el cretino más grande, que no merezco ni tu perdón, ni tu confianza, pero por favor confía en mí.
Alice suspiró y se abrazó más a él. —Te amo, Jasper, más que nada en el mundo; solo no me lastimes.
—Nunca más, mi vida.
Mi suspiro fue lo que les hizo saber que estábamos ahí.
—Alice, Jasper —dijo Edward a manera de saludo. Yo conociéndome como me conocía, estaría roja y me limité a mover la cabeza a manera de saludo.
Caminé hacia la cocina, sacando el helado pero recordé "lo otro" que venía en las bolsas.
No quería que Alice se enterara. Edward debió notarlo porque comenzó a hablar con Jasper y con Alice sobre su comportamiento mientras Tony estuviera en la casa. Se los llevó hacia la sala.
Llevé la caja de condones a mi habitación y la metí en una de las gavetas altas, no quería que Tony la encontrara.
Salí con rumbo a la habitación de Tony. Al abrir la puerta, Edward estaba con él.
—No puedes llevarte todo, solo una pijama y un cambio de ropa.
Tony lo miró con esos ojos que daban tanta ternura. Edward iba a permitir llevar lo que quisiera o al menos yo lo haría.
—Dije no, Tony, solo lo que vas a ocupar. Puedes llevar juguetes, pero no tantos.
— ¡Papá! —protestó.
—No, Tony, ya lo hemos hablado. No me gusta cuando te pones caprichoso, ni conmigo, ni con tu mamá; eres un niño muy inteligente como para hacer berrinches.
—Pero papito, yo...
Edward ya no le dijo nada y Tony entendió.
La forma en que Edward lo trataba y le llamaba la atención me hacía quererlo más. ¿Por qué no podía ser un mal padre para poder odiarlo? A penas pensé eso me recriminé; no podía desear un mal padre para mi hijo, aunque a mí no me amara.
Mi corazón se resistía a odiarlo y más aún a dejarlo de amar.
Mi cabeza estaba diciéndome que dejara de espiar y siguiera con mi vida, pero mi corazón estaba ahí con esos dos hombres.
Gemí en silencio. ¡Dios, arráncame la mitad del corazón! Entré a la recámara y vi que ya tenían la mochila con todo lo necesario.
—Listo. Mamita, estamos listos. Vamos a acampar en la sala de papá.
—Nos vamos. Bella, que disfrutes de tu cita —dijo Edward y Tony se acercó a darme un beso.
Edward aprovechó que estaba distraída y también me dio un beso en la mejilla, pero muy, muy... cerca de la boca.
Me quedé estática, no sabía qué hacer o qué decir, ahí parada como tonta. Hasta que Edward volvió a hablar.
—Alice me pidió que te dijera que no llegara a dormir. Suerte.
Y salieron de la casa, departamento o de donde sea, pero me quedé en la más absoluta soledad.
Me sentía excitada, nerviosa. Al entrar a mi recámara me encontré con un outfit completo. Una falda, con una blusa muy linda; ambas prendas se veían cómodas. Ropa interior muy sexy y unos zapatos de cuñas, todo en colores tierra. Al lado veo una hoja con instrucciones:
"Báñate, depílate y ponte la crema que dejé sobre la cama, da un toque de brillo a la piel que vuelve loco a los hombres. Te quiero, disfruta.
Alice.
P.D: Usa la ropa que te dejé. No uses pantalones, es más fácil desvestirse.
P.D: Las cuñas son altas, pero al tener la suela corrida no te caerás".

¡Diablos! Alice es... Alice.
Seguí sus instrucciones y me vestí.
El timbre sonó y contesté.
— ¿Sí?
—Bella, soy Alex, ¿subo?
—No, ya bajo, espérame.
Antes de salir revisé que llevara todo lo que necesito en la bolsa, llaves, teléfono, chicles, un labial y tres condones.
Dejé escapar el aire y salí del departamento. Cuando llegué al lobby me encontré a Alex, hermoso con una camisa muy elegante, corbata y el saco en la mano; creo que nunca lo había visto vestido así... Tan guapo. Sonrío y camino hacia él.
Mi maldito corazón traicionero susurra: "No se ve tan guapo como Edward", pero mi cabeza me dice: adelante.
Llegamos a un restaurante, es lindo. No es demasiado elegante, pero es realmente lindo.
—Bueno, Bella, ¿qué te parece el lugar? Fue sugerencia de Sophie.
—Me gusta, al menos no nos mandó a algo... —Pensé la palabra—. Raro.
Alex se rio. —Lo pensé y antes de ir por ti, me di una vuelta. Al ver que nada era raro... pues aquí estamos.
Los dos no podemos contener la carcajada y reímos. Se siente tan bien estar con Alex, sin tener ninguna presión.
La cena transcurre entre risas y comida deliciosa. Con Alex me siento yo, sin fingir, es como estar con... ¿Mi mejor amigo? ¿En serio, pensé eso? Trato de cambiar lo que pienso y tomo otro trago del delicioso vino.
Al terminar la cena, me lleva a casa.
Las cosas pasan de manera natural, sin forzar nada, al llegar a la puerta me besa, un beso lento, tierno. Me pide permiso para que su lengua entre a mi boca y se lo doy.
— ¿Tony? —pregunta Alex.
—No está. Estamos solos —digo contra su boca, volviéndolo a besar.
Sin hablar continuaba besándome y lo llevo hacia la recámara. ¡Voy a tener sexo! Casi quiero gritar.
Las manos de Alex se mueven bajo mi blusa, me toca un pecho y suelto un pequeño quejido. Intento desabrochar los botones de su camisa, mientras hace lo mismo con los míos; mis manos torpes no me permiten hacerlo a la velocidad que quisiera. Él mete una mano bajo mi falda y aprieta mi nalga. Eso me apresura.
Comienzo a desabrochar mi falda y él a quitarse el pantalón. Estamos ahí, los dos de pie, prácticamente desnudos y algo nos impide avanzar.
Alex me mira. —Bella yo... no puedo. Lo siento en serio, lo siento.
—Tranquilo, Alex. Creo que es mejor así.
— ¿Tú sigues enamorada de Edward?
Lo miro y sé que mi mirada me delata—. ¿Quieres la verdad o una mentira?
—La verdad, Bella. Estoy harto de mentiras.
—Sí. Por más que lo intento sacar de mi corazón él no se deja.
—Bella, tengo que contarte algo...

******************************************************************

GRACIAS, nunca me cansare de decirselos. Espero les gustara mucho el capitulo. Que es lo que Alex le contara a Bella? pueden darme sus teorías.

Descubriendo a PapáDonde viven las historias. Descúbrelo ahora