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2008

La mañana era aburrida, no llegaban más que tres personas a ese lugar, se preguntaba cómo podían pagarle. Una librería pequeña que era visitada por señoras que buscaban libros de cocina, los niños buscaban cuentos, las chicas y chicos novelas. Las 3:00 de la tarde habían llegado, se despidió de la dueña de la librería, la señora Arla. Salió de aquel aburrido lugar quejándose del frío, su abrigo no era suficientemente acogedor.

Pasó por la cafetería de siempre, pidió un americano, en la cafetería permitían fumar así que no había problema, tenía en su mano unos cigarrillos, no estaba acostumbrado a fumar además los cigarrillos Camel solo le recordaban a Steve quien los robaba de la cartera de su madre.

Sintió tristeza en su pecho al divisar aquel cigarro, el café fue servido, estaba en la mesa. Un sorbo le dio y lo amargo se sintió bien en su garganta.

Recordó a Kendall mientras veía por la amplia ventana de la cafetería, una chica con cabello castaño y una bufanda roja, se parecía a su hermana, tan hermosa; el único recuerdo que le quedaba fue la última vez que la vio.

Un día lluvioso llamó a la puerta de la casa de su hermana quien lo recibió con gusto, le invitó a pasar, le preparó un café y hablaron de cómo había ido su vida con aquel tipo que lo llamaba Gerald. Decía que era un tipo excepcional, ambos trabajaban y tenían una feliz vida, él se alegró por ella; le preguntó a Archie que había sido de él, le dio vergüenza responder, nunca le había contado sobre Steve, no quería preocupar a su hermana así que respondió diciendo "Bien".

Él le rogó para vivir con ella, su visita era por tal motivo porque no aguantaba más vivir en la casa de su madre quien llevaba a muchos hombres, dormía con ellos y se iban, algunos estaban casados.

Kendall como buena hermana aceptó hospedar a Archie, él estaba emocionado con la idea, en la noche llegó Gerald del trabajo. Kendall se lo presentó, ambos se saludaron.

Cenaron, fue una cena en la mesa, con más personas aparte de él, se sentía bien.

Ellos tenían un cuarto de huéspedes, fue el que Archie ocupó.

En medio de la noche Archie se levantó para ir al baño, abrió la puerta de manera sigilosa y para su sorpresa a  dos metros del pasillo estaba su hermana hablando con Gerald, ambos susurraban, Archie escuchó todo.

— No quiero que tu hermano se quede acá, no me agrada. —un susurro que sonó como si quisiera gritar o estuviera molesto.

— Es mi hermano, no puedo darle la espalda. —se excusó Kendall también molesta por el comportamiento ajeno.

— Tu hermano es gay, ¿Y si trae a chicos a la casa? No quiero que venga gente desconocida.

— ¿Crees que es estúpido y mal educado? Él no es así, sabe respetar.

— Es mi casa, son mis reglas, ¿Quieres quedarte en la calle también? —selló la conversación dándose la vuelta molesto y Kendall se quedó llorando.

Archie ya no tenía ganas de ir al baño, arregló la cama, tomó sus pocas cosas y dejó una nota en el refrigerador "Gracias por tu hospitalidad, Kendall. Te amo". Salió de la casa de su hermana, ella era feliz con ese hombre, no iba a interponerse.

Un suspiro emitió al recordar esos momentos tan duros, bebió su café, el cigarrillo se había esfumado hasta la colilla. Salió de aquel lugar y recordó cuando no tenía trabajo ni departamento y llegaba a beber café, marcar el periódico, donde encontró un departamento económico y un trabajo en una librería.

Últimamente el trabajo no le daba mucho dinero, pero también encontró un trabajo en un bar. Se reunían chicos gay mayormente, su trabajo era de mesero, tenía que usar vestido, pechos falsos, tacones y maquillaje, también peluca. Era un trabajo divertido, algunos coqueteaban porque lo veían demasiado joven, a sus dieciocho años, lo era.

Subió al piso donde estaba su habitación, cuando entró sintió calidez, el frío era molesto en las calles. Quedaban dos horas antes de su trabajo, entraba a las seis. Había comprado unos libros, a él se los daban a precio razonable por ser trabajador, aprendía de ellos ya que no tenía estudios universitarios.

***

Eran las seis, Archie tomó el autobús hasta el bar. Cuando entró se maquilló en los baños, se miró en el espejo, estaba bien; su jefe era el bartender quien preparaba los tragos que llevaba en la bandeja. Pasó por las mesas, algunos le daban propina, otros no.

Había repartido todos los tragos cuando vio a su lado derecho, un hombre le estaba sonriendo, Archie volvió a ver al frente ignorando esa sonrisa maliciosa, llegó su jefe, Martyn.

¿Sabías que ese hombre viene por ti? —susurró con una sonrisa burlona en los labios. — Dicen que da buena propina, deberías intentar algo con él. —rió e hizo un guiño mientras Archie negó con la cabeza.

— Está muy viejo. —bromeó para luego soltar una risa mientras esperaba los tragos.

La jornada terminó a las doce de la noche, estaba cansado. Salió luego de quitarse el maquillaje, la peluca, y demás cosas de su "uniforme"; la noche era más fría que la tarde, buscó en la bolsa de su abrigo, un cigarrillo con un encendedor sacó de este, le prendió fuego al cigarro mientras miraba al suelo, una sombra estaba tras la suya, paso que daba parecía concordar con el de ese tipo. Volvió su mirada atrás, era un hombre con traje, el rostro era irreconocible y cuando llegaron a la siguiente lámpara fue el momento para volver a ver, se encontró con el mismo hombre que estaba en el bar, del que le había hablado Martyn.

Archie aligeró el paso temeroso, era un acosador. No sabía si al detenerse aquel hombre se iría, pero no estaba mal intentarlo, se quedó esperándolo bajo la luz de la lámpara. 

ArchieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora