VI

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— ¡Así que me esperaste! eres un chico diferente, cualquier otro habría huído. —su voz sonó animada, frotó las palmas de sus manos.

— Te esperé solo para preguntarte qué se te ofrece. —habló decidido y molesto por la animada actitud ajena.

— Pues se me ofrece violarte aquí mismo. —tomó el delgado rostro de Archie empujándolo contra el edificio frente a la lámpara, su mano se deslizó al cierre de su pantalón.

Archie empujó al tipo con una de sus manos, pero volvió a él, eso lo impulsó a proporcionarle un golpe en el abdomen con una de sus rodillas, la mano del tipo se extendió a detenerle el brazo y se defendió con el cigarrillo quemando la palma ajena. El tipo se quejó, Archie aprovechó en huir, luego que corrió unas cuantas cuadras se sintió asustado pero a la vez sintió alegría de haberse defendido por primera vez.
Recordó la escena, un escalofrío sintió en el cuello y cuando entró al edificio se sintió seguro.

14 Febrero, 2008

Ese día en el bar había sido pesado, habían hecho una celebración por el día de San Valentín. Archie sentía que moría del cansancio, iba caminando por la misma calle que lo conducía a su edificio, aunque no quería caminar, por eso se dirigía a la parada de autobús. Estaba distraído cuando algo lo tomó por sorpresa, algo que cubrió su nariz y su boca, solo se iba sintiendo más débil a la hora de luchar por liberarse.

Sus ojos se abrieron despacio, tenía dolor de cabeza, era un cuarto poco iluminado. Estaba sobre algo suave, sus manos palparon, eran sabanas... sintió frío, pasó una de sus manos por los hombros y notó su desnudez. Miró a todos lados buscando su ropa, pero no había nada más que sábanas.

Se cubrió con ellas para evitar el frío, luego de unos segundos entró un hombre. Iba vestido solo con unos pantalones, tenía el abdomen marcado y bronceado, el cabello estaba peinado hacia atrás y reconoció su rostro. Era el hombre del bar, aunque no entendía cómo había llegado hasta ese lugar.

— ¿Acaso estás asustado? Debía vengarme por haberme quemado y golpeado, pero más por dejarme con las ganas de violarte. —se sentó en la cama con una mirada penetrante hacia los ojos ajenos, arrebató las sábanas y se lamió los labios al ver el cuerpo contrario descubierto.

Se acercó al largo cuello de Archie, empezó a proporcionarle besos, le dejó unas cuantas marcas mientras tenía el control de sus manos. Una de sus manos acarició su pecho, aunque su dedo pulgar se detuvo en el pezón rosa de Archie quien emitió un jadeo al sentir un suave pellizco. La mano del tipo bajó hasta su pelvis y se detuvo hasta que se encontró con su pene, Archie se quejó asqueado cuando aquella mano tibia le proporcionaba caricias, recordó cuando Travis hacía eso con él mientras Steve se lo permitía, aún extrañaba las manos de su amor, aún cuando lo maltrataba. Cerró sus ojos, lo más fuerte que pudo mientras las lágrimas no dejaban de salir; el tipo lo movía a su manera, Archie no hacía nada más que aguantar el abuso de aquellas manos desconocidas.

Sus ojos se abrieron, estaba envuelto en las mismas sábanas de la noche anterior, su ropa estaba doblada en la mesa de noche junto con una nota que decía "Creí que esto era suficiente", había dejado dinero, $200.00.
Tiró el dinero al piso, no podía creer que lo había confundido con un trabajador del sexo. No iba a aceptar el dinero que había ganado a cambio de una violación; se vistió, sus cosas estaban ahí por suerte, salió del lugar, no sabía dónde estaba así que esperó un taxi indicando que lo dejara cerca del edificio donde estaba su departamento.

***

Estaba dándose un baño mientras recordaba los golpes de Steve, eran quizá los únicos que soportaba sin asco, solo los recibía. Sentía suciedad en su ser, su cuerpo se sentía incómodo, ni siquiera sus mismas manos quería sentir.

Cuando se vistió y se sentía mejor tomó el teléfono, estaba llamando a Martyn.

— Martyn, habla Archie... lamento que sea por este medio, pero renuncio. —sonó firme su decisión aunque estaba pensando en la excusa que pondría.

— ¿Qué sucede, Archie? Pensé que te gustaba este trabajo. —en su voz sonaba una lejana incredulidad, como si había algo detrás.

— Se me presentó un trabajo mejor. Gracias por todo este tiempo. — su rostro expresó desánimo al decir tales palabras.

— Puedes venir a traer tu último pago el viernes. —cortó asumiendo que era una renuncia total.

Archie interrumpió diciendo que no era necesario, la llamada cesó.

Nochebuena, 2008

Archie con las manos en los bolsillos miraba con melancolía a una ciudad que se hundía en fiestas. Todos estaban llenos de júbilo, aseguraba, mientras él estaba contemplando el cielo en una noche tan helada, la soledad afloró lágrimas en sus ojos y pensó en diversas cosas negativas, eran muchas, su vida no era la más divertida.

Pensó en su madre que quizá estaría dormida porque sus amantes estaban con sus familias, se imaginó a su hermana en una mesa decorada compartiendo la cena con su amado Gerald y estaba él, en la desgracia. Miró la distancia que había del borde de la terraza al suelo, se dio cuenta que era mucha, se preguntó si era suficiente como para morir.

Se imaginó su cuerpo cayendo, sintiendo el sentimiento de miedo, emoción y adrenalina. Todo en un parpadeo, su cuerpo pierde el conocimiento luego de un golpe demasiado fuerte, un apagón en la cabeza. Apoyó los brazos en el borde, sacó un cigarrillo acompañado de su encendedor, el humo del cigarro se esparció y al darle la primera calada una voz hizo que volviera la mirada atrás.

— No estás pensando en suicidarte, ¿Verdad? —preguntó con una sonrisa ladina, se acercó posicionándose a su lado.

— Claro que no, solo estaba pensando en cuánto dolería. —el humo salió de sus labios luego de esas palabras.

— Odio los suicidios, creo que a todos los suicidas... —susurró molesto, aunque Archie lo escuchó.

Archie sacó un cigarro y se lo ofreció, el chico lo aceptó amablemente. Archie encendió el cigarro cuando estaba en los labios de aquel desconocido agradable.

— ¿Qué te hizo odiar a los suicidas? — preguntó curioso mientras observaba el rostro con el que se estaba familiarizando.

— Mi mejor amigo, un día iba a buscarlo para jugar al soccer, pero resulta que su madre estaba llorando... bebió muchas pastillas. —su voz sonaba fría y a la vez quería ocultar la tristeza que le provocaba. — Ni siquiera dejó una nota...bastardo.

— Vaya, eso suena muy triste. Lo siento... —aquella historia lo había dejado petrificado, también tenía un vacío en el corazón.

— No hay nada que lamentar, fue hace años, cuando tenía quince. — exhaló el humo por la nariz mientras miraba al frente distraído, volvió su mirada rápidamente a él. — Mi nombre es Beck.

— Oh... —sin tener más que decir guardó silencio hasta que escuchó el nombre del chico. — Mi nombre es Archie. 

ArchieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora