VII

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10 Abril, 2009

Habían pocos globos, un pastel pequeño en la mesa de la sala con velas en él. Estaban en lo oscuro, cuando las velas se apagaron debido a que Archie las sopló unos aplausos se escucharon y las luces se encendieron.

Archie rió, tenía un sombrero de cumpleaños y Beck se sentó a su lado en el sofá, introdujo los dedos en el pastel tomando crema para embarrar el rostro de Archie, ambos rieron.

— ¿Te cuento algo gracioso? —preguntó tomando un sorbo de cerveza para luego continuar. — Odiamos el pastel.

Archie rió, ambos lo hicieron.

— ¿Por qué lo compraste, idiota? — rió mientras con una servilleta removía la crema en su cara.

— ¡Protocolo social! —exclamó como si fuera algo lógico, ambos rieron otra vez.

***

Luego de hablar en nochebuena Beck invitó a Archie a su departamento, le sirvió una cerveza y ambos se sentaron en un sofá. Ambos se preguntaron por qué estaban solos esa noche en la que todas las familias se reunían.

Beck le explicó, su familia era cristiana así que su fiesta era demasiado tradicional y aburrida así que prefería beber cerveza en casa, ellos habían hecho que él sintiera desprecio por la navidad. Archie no quería enfatizar en su vida, así que solo dijo que estaba lejos de su familia. Beck era una persona que preguntaba demasiado o quizá era porque no tenían nada más que hablar.

Él tenía veintiún años.

Archie por primera vez pudo hacer un amigo, él le brindó su amistad.

Mayo, 2009

Arhie estaba rogando para que llegara el reloj a las tres, ese día cobraba su sueldo. Cuando la aguja del reloj estaba en el número tres por impulso golpeó la mesa con la palma de su mano, se ganó unas miradas desconcertadas debido al ruido. La señora Arla se acercó con un sobre, él le agradeció muchas veces y salió de ese lugar, se encontró con Beck en la salida, lo estaba esperando.

— Por fin sales, ¿Qué tanto hacías? —preguntó exasperado mientras ambos empezaban a caminar.

— Estaba trabajando... obviamente, además sabes que es a las tres en punto que salgo. —indiferente volvió a verlo hasta que una sonrisa se formó en su rostro.

— ¿Sabes? Me pasó algo genial, estaba tranquilo...bebiendo un batido, cuando Noah llegó a hablar conmigo. —una sonrisa estaba impresa en sus labios, parecía feliz.

— ¡Vaya, eso es bueno! —exclamó dándole suaves palmadas en el brazo—. ¿Te dio una respuesta?

— ¡Sí! Definitivamente.... somos novios. —rió como si no pudiera ocultar su felicidad—.

Junio 2009

Las caricias en su cuello se sentían bien, estaba disfrutando de el beso que le proporcionaba Elliot, se separaron lentamente y Archie le miró a los ojos encantado. El beso había sido tan dulce, así como los ojos color miel de Elliot.

Archie besó la nariz ajena y luego apoyó la cabeza en su cuello, Elliot le brindó caricias en los brazos desnudos para luego atacar sus labios de nuevo, Archie suspiró cuando aquellos labios chocaron con los de él y lo disfrutó en demasía, los besos bajaron al cuello haciendo que Archie emitiera un jadeo.

— Steve. —dijeron sus labios mientras volvía a sentir aquellas caricias de las que se había perdido aunque se dio cuenta del error hasta que los besos cesaron.

— ¿Steve? ¿Quién es? —molesto enfrentó a Archie.

— Perdón. —desanimado se frotó el rostro con sus manos, suspiró. —Es una larga historia que no quería contar, pero eres mi novio.

Elliot era el hijo de la señora Arla, ella estaba cada vez más enferma, él cubría el puesto de su madre debido a su situación, valorando el esfuerzo que ella había puesto en tener ese lugar funcionando. Elliot siempre le brindaba sonrisas, era amable con todas las personas que llegaban y realmente muy apuesto, a Archie le gustaba.

Vestía bien, el cabello era largo, le llegaba hasta los hombros y los ojos eran color miel, tenía una sonrisa encantadora y era demasiado alto, un cuerpo atlético; todo comenzó cuando una vez Archie estaba urgente de ir al baño, había aguantado demasiado tiempo y entró sin antes llamar a la puerta, pues creyó que no había nadie, para su sorpresa estaba Elliot con un chico besándose.

Archie se quedó de piedra, cerró la puerta pero siempre se dieron cuenta de que los vio, Elliot salió del baño junto con el chico, le pidió disculpas.

Desde ese día le gustó más, últimamente intercambiaban sonrisas, Archie disfrutaba de ver los camanances que se formaban en ambas mejillas de Elliot. Una noche estaban a punto de cerrar y cuando se iban Archie decidió vestirse, esta vez Elliot lo pilló en ropa interior y creyó que no había problema, eran hombres. Elliot empezó a quitarse la ropa también, Archie lo miraba de reojo y le gustó más... su cuerpo era demasiado.

— ¿Acaso te gusto? —preguntó con esa sonrisa que mostraban sus hoyuelos.

— No es así... —su voz se escuchó fría aunque estaba nervioso.

Elliot se había quitado los pantalones, estaba a punto de ponerselos cuando los tiró al piso y arrinconó a Archie en la pared, se quedó de piedra cuando sintió su olor y tragó saliva. Elliot inició besando los labios de Archie quien correspondió de la manera en que lo había imaginado. Las manos de Elliot que estaban a los costados de Archie bajaron al abdomen y al terminar aquel beso Archie abrió sus ojos encontrándose con los ajenos de color miel que lo cautivaron.

— Tú sí me gustas, Archie. —sonrió y luego besó el lunar que Archie tenía sobre el labio.

— Mentí, me gustas también... —Archie se apoderó de los labios ajenos con lentitud. 

ArchieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora