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I a n

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I a n


La idea de que se estaban acabando las vacaciones nos tenía a todos un poco decaídos. Ninguno, incluyendo a Jenna, mencionaba el tema aun sabiendo que no debíamos acostumbrarnos a su presencia pues esta sería más notoria cuando él se fuera.

Los últimos días todos nos pusimos de acuerdo en enfocarnos en que haríamos el día de mi cumpleaños y aunque yo quería algo pequeño con mi familia Jenna insistió en hacer una fiesta organizada por ella. Decidí que dejarla hacer eso la mantendría distraída antes de que su hijo se volviera a ir.

Con lo que no contaba era que Noah también estaría muy emocionado con la idea de mi cumpleaños y de regalarme algo para ese día. Intenté convencerlo sobre que no me tenía que regalar nada, pero me di cuenta que funcionaba como distracción. Mantener ocupados a la familia Pierce se estaba convirtiendo en una tarea nueva para mí.

Una tarde cuando Noah fue a recogerme a natación no llevaba el carro rojo de Jenna sino que llegó con una troca azul que no sabía de donde había sacado. Estaba realmente sorprendido, pero cuando entré en el carro y pregunté de donde lo había sacado no quiso responder ninguna de mis preguntas luciendo orgulloso por lo que había hecho.

-¿Puedo saber a dónde vamos? -pregunte después de varios kilómetros recorridos sin haber hablado.

-Deja de ser tan desesperado, disfruta del viaje en auto -responde con un deje de diversión-. Ponte a leer o escucha música, sólo deja de preguntar cada cinco minutos.

Me cruzo de brazos.

-¿Ahora qué? ¿Estás indignado?

-Deja de burlarte -protestó, pero solo sonríe con más fuerza.

-Eres un niño cuando no consigues lo que quieres.

Estira su mano hasta tocar mi mejilla, pero me hago hacia un lado para que no lo haga.

-No molestes, estás manejando.

-No hay tráfico en estas calles, un carro pasa cada diez segundos, relájate -pongo los ojos en blanco ignorando sus palabras-. Además, me muero por besarte.

Se detuvo luego de unos minutos, acercándose hasta mí. Nunca pide permiso para besarme cuando quiere, esa vez fue la excepción. Nuestras miradas fueron la primeras en juntarse y no separarse, seguido de un roce de nuestras narices y la mezcla de menta de su boca con mi aliento a dulce. Su pulgar acarició mi mejilla lentamente haciendo presión hasta acercar por fin nuestros labios. Solía dar besos intensos y apasionados, en cambio este beso lo hizo lento de una manera desesperada, pero sin sobre pasarse. Parecía una eternidad cuando estaba con él de esa manera y así como era fácil meterme dentro era más difícil salir de ella.

-Sigamos, si no llegaremos tarde y no queremos que Jenna se preocupe.

Estaba atardeciendo cuando Noah se detuvo en una parte de la carretera que era particularmente bonita. Supuse desde el momento en que me baje del carro y observé por mí mismo la vista que era un lugar perfecto para observar el atardecer. Me gustaban las sensaciones nuevas, los lugares que se podían sentir y él sabía eso.

Se recargó en el carro mirando relajado como los tonos naranjas iban cambiando a morados. Me acerqué poniéndome enseguida de él, rozando nuestros hombros. Gira a verme, inclinándose para mirarme a los ojos.

-¿Sucede algo? Estás actuando extraño desde que fuiste por mí.

Suspira dejando caer los hombros.

-Solo quería estar contigo, es obvio que hemos estado evadiendo el tema de que pasará cuando vuelva con mi padre, la verdad es que tampoco estoy emocionado sobre eso. No quiero irme. Porque estoy enamorado de ti.

Sus palabras marcan el final del atardecer. El cielo se oscurece siendo iluminado a la par por pequeñas estrellas. Él sigue muy cerca así que me pierdo fácilmente en su rostro mientras sus palabras se repetían en mi cabeza como bucle.

-No es necesario que digas algo -se aleja avergonzado-. Se lo mucho que te cuesta decirme tus sentimientos, pero encontraremos una manera para que los demuestres.

Acortó la distancia entre ambos para rodear mis brazos sobre su torso y recargar mi cabeza sobre su pecho, me sostiene de la misma manera. Se aparta para tomarme de las mejillas mirándome con los ojos brillantes. Tomo su mano para ponerla sobre mi pecho.

-Escuchas eso, son los latidos mi corazón y tú eres la única persona capaz de hacerlo.

Suelta una sonrisa tonta, luce avergonzado y sorprendido a la vez por mi acción. Esa noche en especial se veía más guapo y joven de lo que aparentaba, tal vez era porque se estaba comportando como un adolescente enamorado.

-Debes saber que no solo te traje para decirte eso, quiero proponerte algo -lo miro curioso-. Vámonos por unos días, sólo los dos sin que nadie nos interrumpa, ¿qué dices?

¿Era yo capaz de resistir aquellas emociones que invadieron mi cuerpo? La respuesta era un completo no. Las lágrimas comenzaron a caer sin previo aviso, una detrás de otra sin parar. Intenté decirle lo conmovido que estaba, pero solo balbuceaba incoherencias acompañado de sollozos. Noah intenta tranquilizarme limpiando mis lágrimas, pero al darse cuenta de que no estaba funcionando se acerca para besarme. Con sus manos sobre mis muslos me carga hasta dejarme sobre el cofre del coche.

Para cuando se separa de mí las lágrimas habían cesado. Me sonríe con ternura limpiando mis mejillas húmedas.

-¿Eso qué significa? Espero que sea un sí, sino sería muy vergonzoso.

Negué, mientras reía.

-Quiero irme contigo, más de lo que te imaginas.

Una sonrisa se dibuja sobre sus labios y se acerca para estrecharme entre sus brazos en un cálido y conocido abrazo.

Nos recostamos en la parte de atrás observando las figuras que iban haciendo las estrellas.

-¿De dónde la sacaste? -preguntó, apuntando a la troca donde estábamos recostados.

-La pedí prestada -contesta, mientras juega a entrelazar sus dedos con los míos-. Siempre quise una.

Pienso en la idea de Noah manejando una vieja troca azul y luce como algo que haría él. Me hace sonreír.

-Tengo que pedirte otra cosa -me saca de mis pensamientos, de pronto luce serio-. Visítame en navidad las próximas vacaciones, no seré capaz de aguantar verte dentro de un año, pero si hasta diciembre.

Me acercó a su rostro, acariciando su mejilla con las yemas de mis dedos.

-Será un honor.

Creo que ese día ambos habíamos podido decir que estábamos felicites el uno con el otro.

Sabía que no muchas veces teníamos la oportunidad de estar solos sin alguien del otro lado de la habitación, por lo que decidí tomar la iniciativa para colocarme arriba de su torso. Veo como traga saliva nervioso, mirándome sorprendido.

-La verdad es que todavía no quiero hacerlo -murmuré-, pero hay algo que si podemos hacer.

Deslizó mis manos por su torso hasta el borde su pantalón. No aparta la vista de mi mano incluso cuando desabrocho con cuidado para introducirse en el interior. Hago movimientos lentos que aceleran su respiración y apriete la mandíbula. Me concentre en la forma que reaccionaba para acelerar los movimientos provocando que se estremezca y me detengo.

Noah me mira con determinación antes de cambiar posiciones tomando mis pantalones para bajarlos hasta mis pantorrillas y hacer que mi espalda se arqueara por las sensaciones que era capaz de provocarme con un solo toque.

Esa noche algo dentro de mí, respecto a mis sentimientos, se vieron afectados haciéndome dudar que tan inocentes eran mis sentimientos hacia Noah.

Innocent Feelings | California Lovers #1 | RESUBIENDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora