Ian y Noah se han convertido en "hermanos" después de que sus padres se conocieran. James, el padre de Ian, perdió a su esposa en un horrible accidente, mientras que la madre de Noah se acababa de divorciar de su esposo frío y controlador; conociénd...
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I a n
2012
Hoy es mi cumpleaños número doce.
Han pasado tres años desde que mi padre se volvió a casar y formamos una nueva familia. Desde ese entonces nos mudamos a una bonita casa cerca de la playa en Los Ángeles con la nueva esposa de mi padre y mi ahora hermanastro. La primera vez que conocí a la familia Pierce me quedé sorprendido con la linda imagen que poseían, una piel porcelana y el cabello negro brillante dándoles una imponente presencia. Jenna, mi ahora madrastra, siempre me ha dicho que no intentaría ocupar el lugar de mi mamá pero que me querría como si fuera su propio hijo. También estaba Noah, el hijo de Jenna, que a pesar de parecer insensible e indiferente siempre estuvo detrás de mí y se comportó como un hermano mayor. Mi padre había hecho una buena elección.
-¡Ian!
Observó en el reflejo del espejo como la puerta de mi habitación se abre dejándome ver a Noah.
-Cuánto tiempo más piensa verte en el espejo -comenta, entrando hasta ponerse detrás de mí-. Te ves bien.
Veo su rostro, su mirada bajando y subiendo. Desvíe la mirada y me gire hacia él, llevaba esa expresión descarada en su rostro. Alzó su mano y revolvió mi cabello juguetón.
-¡Oye! -regañó, apartándolo de un manotazo provocando que suelte una ligera risa que dura unos segundos pero que suena placentera para mis oídos.
-Luces como James, pero mucho más joven. Debes dejar de esforzarte tanto.
Hago una mueca, demostrándole que me está fastidiando. Se encoge de hombros y me mira sentado desde mi cama.
-Es mi padre, ¿qué esperabas?
-Fue un comentario estúpido, perdón -ruedo los ojos-. Entonces, ¿a qué vas a dedicarte cuando seas mayor?
-No sé porque haces esas preguntas si ya las conoces -me mira en silencio esperando a que conteste-. Escritor, como nuestro padre.
-Tú padre, yo ya tengo el mío -dice haciendo énfasis.
-Siempre dices eso -contesto-, suena como si no quisieras que fuéramos tú familia o que yo fuera tu hermano.
-No es esa mi intención, nosotros seguimos siendo hermanos, si eso es lo quieres.
Nos quedamos en silencio.
La habitación estaba pintada en tonos naranjas, combinada con el sutil movimiento de las olas del mar daban un aire veraniego. No me percaté de su presencia hasta que sus brazos me rodearon en un fuerte abrazo haciendo que algo dentro de mí saltara de sorpresa debido a que no estábamos acostumbrados a ser tan afectivos el uno con el otro. Sin decir nada, acomode mis brazos detrás de su espalda y recargue mi mejilla en su hombro. Olía a perfume y a jabón de lavanda.
