||One-Shots de DC||

009; Jason Todd

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¡Un saludo!

Título: Él.

Partes: 1/1

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Allí estabas, sentada frente a la tumba de lo que fue tu mejor amigo y primer amor, llorando desconsoladamente en el día de su aniversario de muerte. No podías superarlo, el tiempo había pasado y no podías olvidarlo. Era odioso, pero te encantaba. Era lo mejor que tenías en tu asquerosa vida y lo habías perdido en las manos de un psicópata asesino. Sabías que su identidad como robin llevaba un montón de responsabilidades y riesgos, pero nunca creíste que el moriría de la forma más cruel posible.

Hubo un tiempo que culpaste a Bruce por lo sucedido pero con el pasar del tiempo te diste cuenta que no lo era, la culpa lo tenía el maldito Joker y la ironía del destino que quería arrebatarte todo lo que apreciabas en tu vida.

Lo que más te dolía era el hecho de que no pudiste decirle lo que sentías, no pudiste decirle cuanto te gustaba su locura y forma de hacer las cosas. Que el odio que al principio sentías por él se había convertido en amor al pasar los años. No pudiste pronunciar nunca un "te amo" hacía el y escuchar su respuesta.

Los recuerdos de aquella noche llegaron a tu mente. Podías recordar cada detalle, como sabías que algo andaba mal esa noche, cuando el desapareció, cuando Bruce te prometió traerlo de vuelta y cuando él llegó cargando su cuerpo ensangrentado y maltratado, sin vida. Recordabas muy bien el sonido de tu corazón romperse en mil pedazos, como te abalanzaste hacia el para tratar de despertarlo, sabiendo que no sería así.

Lloraste, gritaste y rompiste todo, los siguientes días fueron lo peor pues el vacío que sentías era enorme, el dolor consumía cada célula de tu cuerpo y no podías aceptar su ida. No querías aceptarla.

Tus tutores legales no hacían más que empeorar tu dolor, recordándote que eras una mierda ante sus ojos y que te odiaban. Pero no podías hacer nada. Ellos eran dueños de tu vida y tu única luz se había apagado.

Las lágrimas bajaban silenciosas por tu rostro con cada doloroso recuerdo que venía a tu mente. Observaste con dolor las letras de su nombre marcadas en la piedra y no pudiste evitar acariciarlas con delicadeza, demonios lo extrañabas demasiado y te dolía ver todo aquello, en el lugar donde había terminado.

A los meses de su muerte, tus tutores decidieron dejarte en la calle al ver lo inútil que eras por tu depresión, no querían mantenerte, ni siquiera podías decir que te querían con vida.

Recuerdas muy bien lo que pasó aquella noche.

"Los odio, los odio, con toda mi alma. Los detesto."

Con cada paso que dabas, tu odio hacía ellos crecía, no podías creer que te habían echado de la casa, aunque de alguna forma lo veías venir.

El frio se colaba en tu fino sweater, la noche era oscura y podías oler el peligro por todos lados. Las lágrimas en tu rostro impedían ver a donde ibas aunque poco te importaba aquello, no tenías a donde ir.

Tu corazón se estrujaba del dolor, lloraba de agonía al igual que vos, tantas veces reconstruido y tantas veces destrozado. Ya no estabas para juegos, ya no estabas para seguir con esta horrible vida, ya no eras fuerte, no te quedaba ninguna pizca de fuerza.