Al siguiente día, nos despierta la voz de la directora hablando por el megáfono diciendo «Todos arriba, hoy es un día importante, levántense, levántense, levántense». De mala gana, todos nos levantamos de nuestra cama, nos vestimos con la ropa que nos dejaron en la puerta, y salimos al patio.
La directora está de nuevo en una tarima, y en tanto los once estamos afuera comienza a hablar.
—Buenos días queridos, espero que hallan dormido bien, como sabrán hoy es nuestro último día juntos, claro, solo para algunos, entonces quiero que el día sea excelente, y para empezarlo de maravilla y tener energía, quiero que vallan a desayunar antes de comenzar el examen, entre mejor se sientan, más claro saldrá. Entonces, ahora pueden pasar al comedor.
Nos dirigimos al comedor donde ahora hay once sillas, porque hoy estaremos con los chicos, y en cada puesto hay servido: un plato de ensalada, un plato de huevos y tocino, un panecillo de chocolate, y un jugo de naranja, que es mi favorito; además en el centro hay una canasta llena de pan y junto a esta otra llena de frutas. Todos nos sentamos viendo la comida con admiración.
—No sé si alguna vez lo he mencionado, pero yo adoro con locura las ensaladas!— dijo Raiza metiendo una cucharada de la ensalada en su boca.
—No sé si alguna vez lo he mencionado, pero yo adoro con locura el tocino!— le sigue el juego Julieta.
—Y no sé si alguna vez lo he mencionado, pero yo adoro con locura el jugo de naranja!— concluí yo.
Las tres reímos.
—Okay okay, muy graciosas, pero hablo en serio, esta ensalada es celestial.
—Pues este tocino también es celestial— continúa Julieta.
—Y este jugo, es más que celestial— dije yo siguiendo el juego.
—Ya basta!— dijo riendo Raiza—, si siguen así pensaré que quieren ofenderme.
Las tres volvemos a reír.
Comemos todo sin dejar rastro, y salimos de nuevo al patio sintiendo el estómago a reventar.
—Espero que el desayuno haya sido de su completo agrado queridos, a juzgar por sus caras, yo pensaría que sí. Bueno, no podemos perder más tiempo, así que les voy a pedir el favor de que pasen a los vestidores a ponerse la ropa especial que dejamos para ustedes para que puedan realizar el examen.
Pasamos a los vestidores, donde en cada puerta hay el nombre de la persona que debe entrar ahí, «que detallistas!». Busco mi nombre y entro.
Ahí, hay una bolsa de plástico, al abrirla, me encuentro con un traje de cuerpo completo color piel, cuyo material se asemeja al de un costal de papas, solo que este es un poco más elástico.
Al salir del vestidor, un guardia nos indica que vallamos a la ducha que está a la derecha. Hacemos una fila, y noto como cada persona que va pasando hace una extraña cara al pasar debajo del chorro de agua. Cuando es mi turno, comprendo la cara de mis compañeros; era obvio que eso no era agua, era algo más viscoso y caliente. De repente todos notamos, como en traje se va haciendo más pequeño y se pega por completo a nuestro cuerpo.
Otro guardia nos guía hacia una habitación completamente vacía, salvo por dos bancos de madera, donde nos indica que nos sentemos y esperemos.
Unos minutos después, la directora entra tan impecable como siempre, y por alguna razón, hay mucha emoción en su rostro.
—Bueno queridos, seguro que se estarán preguntando qué onda con esos trajes, pues verán, la máquina con la que haremos el examen es bastante avanzada, y pues, no quiero que entren desnudos a ella, pero tampoco pueden utilizar su ropa normal porque eso afectaría el resultado, por eso creamos el traje que tienen puesto, que se asemeja a la piel.
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Instituto de Elementos
FantasyLa epidemia comenzó hace 18 años, el mundo ha sido diferente desde entonces, las vidas de todos cambiaron, las familias se separaron y lograron una forma de retener a los «distintos» haciendo una prueba cada año. Esto se debe a que cada año, cada me...