Mi mejor amigo

Capitulo 9

Me tumbo en el sofá confundida y excitada a partes iguales. Nos besamos y no me siento culpable por ello, pero no se como lo tomaremos ahora, claramente el beso nos dejo afectados a ambos.

Cada palabra suya, se entona con eco en mi cerebro y taladra mis pensamientos mas que cualquier otra cosa, el rose de nuestros labios despertó un torrente de emociones intensas que nunca en mi vida había sentido, y eso me intriga mas que nada porque fue una sensación única y cautivadora.

Me levanto para apagar la música que por algún motivo deje de escuchar desde que Ian me beso, y no puedo evitar sentirme jodidamente sola, quería que se quedara, pero por como iban las cosas fue mejor dejarlo ir, yo estoy muy hundida aun por Ethan, no es correcto que lo utilice para vengarme, una parte de mi rechaza esa idea porque sabe que yo nunca haría eso, si respondí el beso es porque Ian a parte de ser mi mejor amigo, me despierta un sinfín de sentimientos distintos y en ese justo momento todos ellos actuaron por mi, pero un pequeño pensamiento hace mella en mi mente y es que quiero venganza por lo que me hicieron Ethan y Clara, jamás he deseado algo con tantas fuerzas en mi vida como eso. Pero eso no va a poder ser, porque el imbécil de mi exnovio se largo y no parece tener intensiones de volver.

--Bufssss. ¿Por qué tiene que pasarme todo esto a mi?—digo como una queja al aire mientras sirvo un vaso de agua y lo llevo a mis labios, los mismos que todavía saben a Ian. Pierdo la noción de mis pensamientos repasando mi cueva. Desde que informe a mis padrinos que viviría en las residencias del campus, se opusieron rotundamente, pero me plante tanto en la idea que no les quedo más remedio que acceder, pero mi madrina hiso todo un alboroto con que debía ser la mejor de las habitaciones, así que aquí estoy en una de las mas grandes y costosas, tiene una pequeña sala donde se encuentra el sofá de cuero negro frente al plasma en la pared, al fondo una pequeña cocina con un mesón en yeso. Al otro lado se encuentra mi cama matrimonial vestida casi siempre de blanco, con la ayuda de una decoradora decidí que las paredes llevaran los colores rojo y negro, recuerdo que me miro como si estuviese loca, pero por lo que le estaban pagando mas le valía quedarse callada y mantenerme feliz, así que decidió cruzar las cuatro paredes con un triangulo rojo y negro alternándolo. Sonrió ante el recuerdo de mi amigo ayudándome a mudarme y colocar todo en su santo lugar, justo al lado de la enorme ventana que para mi esta clausurada, se extiende mi armario tan grande que abarca casi toda la pared interrumpida por la puerta que da al baño.

Suspiro conforme y en paz, este es mi lugar después de tres años aquí, la verdad es que lo considero mi hogar. Me hago con una bolsa negra de uno del almacenen, para comenzar a recoger el reguero que hicimos, acopio las latas de cervezas, bolsas de chuches y... algo llama mi atención, algo metálico que brilla con la luz, estiro mi mano para encontrarlo debajo del enorme sofá.

--Aquí estas...--es un anillo, el de Ian para ser exacto. Se lo regalo mi padre, me siento en el suelo de golpe con el corazón en un puño solo de recordar:

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--Es para mi...Gracias maestro—mi papa mira a Ian con ternura, es una alianza de plata. El siempre lleva dos en sus manos, una en cada menique, siempre me decía que se había comprado una cuando conoció a mi madre, y otra cuando nací yo. Y desde entonces no se las había quitado en ningún momento—Amor eterno, siempre seré tu guardián—escucho que mi amigo lee la inscripción que lleva por dentro el aro, ambos tenemos nueve años, y estamos en un cuarto de hospital sosteniendo las manos de mi padre. Sollozo en silencio, porque el me ha pedido que no sufra, quiero ser fuerte pero me es imposible, los médicos han dicho que el cáncer no le da tregua y que lo peor esta por pasar. Ian sonríe tristemente con lágrimas mojando su rostro, respira pesadamente y no quita los ojos de mi padre, lo mira con autentica veneración.