Siberia, Montes Urales, 5 de febrero de 2123. 03:19 am.
Solo el leve zumbido proveniente de los ductos de ventilación arrullaban la suave penumbra que se ceñía en la habitación mientras el cansancio agobiaba mi cuerpo, pero el sueño me esquivaba. A mi alrededor, aquello que han sido otras ratas conmigo dormitaban o murmuraban entre sueños como era usual, sin consuelo o tregua alguna después de otra ardua faena. No sé cuantos soportarían. No sé cuantos más yo soportaría. Aún me pregunto el propósito de toda esta operación y de toda esta organización, y por qué nos habrán seleccionado.
"¿Qué hago aquí?" -Era lo único que podía rondar mi cabeza.
Los días pasan, como de costumbre, aunque con algo un poco más especial: se acerca el fin de este puto infierno. Según uno de los chicos, escuchó que otro había estado husmeado a los superiores y les había oído hablar sobre "soltar a los perros" al mundo: y cómo no, como perros hemos sido desde que llegamos aquí.
-¿Sigues despierto, A? -Preguntó Rashyr.
-Como es usual, querido amigo.
-¿De verdad crees que pronto nos dejen salir? Es decir, solo salimos cuando toca cazar o realizar alguna tarea fuera de La Base. ¿Qué crees que se traigan entre manos?
- Honestamente, lo ignoro -Suspiré-, esto no es algo a lo que estuviéramos acostumbrados.
-¿Y de verdad crees...?
-¡Ah callar, mierda! -Gritó Gael desde el fondo de la habitación-, no jodan, ¿después de como nos trataron hoy, pueden seguir hablando? Duerman ya.
Me sonreí dando un par de golpes hacia arriba, a la cama de Rashyr: me di la vuelta y todo volvió al resumirse en una oscuridad casi perfecta y el arrullo de los ductos de ventilación. Mi mente divagó entre aquellos días y en como llegué a todo esto, pálidos y borrosos recuerdos que parecían desvanecerse.
Mis padres nunca se molestaron por mí, ni siquiera el día que aquel teniente apareció y me llevó reclutado. Me sentí emocionado de salir de casa, pero no veo ya cual era la emoción: ¿en qué pensaba al poner un pie dentro de aquel vehículo cuando me llevaron?
El frío inunda hasta los huesos, y ya es de madrugada cuando por fin logré conciliar sueño. Maldita sea. Después de una hora y media de sueño la alarma suena y todo el escuadrón, como de costumbre, se baja de sus literas o se para de ellas al unísono antes de que en segundos nuestro teniente llegara a nuestra habitación. Rashyr, anuncia su llegada:
-Superior en la habitación.
Paso a paso y con gesto tosco, el teniente Swan tomó lugar junto a la puerta, más hoy tenía un aire particularmente diferente, algo que no era usual y mucho menos en un clima como el que vivíamos en pleno invierno: estaba sudando. Su camisa iba ligeramente por fuera y la correa de su arma... no estaba asegurada.
-Descansen.
Alrededor se escuchó el paso al unísono de todos presentes al cambiar la postura: mis pies ardían del frío, más no llegaba a quemarse. El ambiente pasó de ser acogedor y usual a tener un aura de leve tensión sin previo aviso. Algo definitivamente sucedió -era mi único pensamiento.
-Buenos días -Dijo mientras caminaba despacio, su respiración era forzosa pero pausada-, espero hayan dormido puesto que hoy será un día muy, muy especial para ustedes. -Sonrió.
Sin palabras, en silencio, pude ver el desconcierto frente a ese gesto que jamás se había dejado ver antes: una sonrisa. ¡Una sonrisa! Algo de muy mala mierda iba a pasar y yo sin haber dormido, que risa. Toda una vida para que me tomara de sorpresa aquel esperado momento. ¿Ironía? Mi vida.
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The Inmortals
Ciencia FicciónMuchas veces creemos que la vida carece de un sentido y un propósito cuando el tiempo pasa sin rumbo aparente hasta morir: esto mismo le sucedió a Alejandro, joven español que fue reclutado de forma anónima para formar parte del proyecto Eternity, e...