Iverness, 5 de abril de 2.123. 04:41 pm.
Izquierda, derecha, rodilla y evado antes de recibir otra patada en vuelta directo al hígado para salir disparado al suelo... otra vez. Muerte era un oponente demasiado jodido de pelar: no sólo su 1.97 de altura dificultaba llegar a su rostro, si no también la rapidez y agilidad que poseía aún para su tamaño y peso, unos 110kg de masa bruta.
Habían pasado días del mismo "entrenamiento" que no era más que tortura: electricidad atado a una cama de alambre, baños en agua helada durante horas, sesiones obligadas de entrenamiento físico a cambio de comida y agua y unas pocas horas de sueño para no morir. "Es para que aprendas a dominar tu instinto de supervivencia" decía Dylan "tu cuerpo no envejecerá, pero igual puedes morir si no lo cuidas de las demás cosas."
-B-ba...bas...ta -alcé mi mano como pude, girando sobre mi-, ¡me... me rindo! -alcancé a musitar. No sólo mi abdomen si no todo mi cuerpo estaba lleno de hematomas de un morado intenso. El refuerzo de carbono-titanio en mis huesos no dejaba que los golpes me los rompieran, así que solo prolongaban más el dolor.
-Te rindes... de nuevo... -suspiró Dylan-, campeón, creí que ya habíamos hablado de esto: si te rindes, ¿Cuál es el punto de todo esto? -agitó su cabeza y dio un chasquido. De inmediato, Muerte se acercó a mi con mayor rapidez de lo usual.
"No, no, no de nuevo." Dylan aún seguía a alcance, pero me había dado la espalda por primera vez. Justo ahí estaba una de sus navajas al cinturón. Respiré como pude y me levanté de un salto. Rodé tan rápido como me fue posible y tomé el cuchillo. Empujé a Dylan tan fuerte como pude volviéndome a Muerte que ya estaba solo a unos pasos de mi.
-¡Ahora sí! -musité. Lancé una puñalada directo al rostro de Muerte, que alzó su mano instintivamente según lo previsto: dejé caer el cuchillo en mi otra mano y directo fue a parar a su estómago. Lo giré rápidamente librándolo de la succión y volviendo a repetir cuatro o cinco veces antes de que me lanzara por los aires unos metros para allá, cayendo sobre mi espalda aturdido de nuevo.
-¡Bien! ¡ESO! ¡E S O QUERÍA VER! -se reía Dylan. Ya podía ver las estrellitas mientras mi cuerpo se retorcía buscando aire-, finalmente lo logramos, Muerte. Bueno... parece que tendremos que repararte pero... nuestro amigo lo consiguió. ¡Espléndido!
Dylan se comportaba de manera maníaca y por demás inquietante: parecía disfrutar muchísimo la escena que le pintaba ahí, retorciéndome de dolor. Caminó hacia mi con calma y se agachó justo a unos centímetros. Mi cuello logró responder a mis órdenes y logré verle directamente a los ojos.
-¿Y qué tal te sientes, campeón? -su risa era sorda, y solo dejaba escapar un ligero chasquido desde su garganta hasta convertirse en una carcajada fuerte y sonora-, ¿cómo se siente estar en la impotencia y la desesperación y finalmente poder liberarla? ¡¿No es eso precioso?! ¡Bienvenido!
De la nada, Muerte apareció por encima del hombro de Dylan completamente erguido y sin ápice de dolor, pero desparramando sangre y goteando visiblemente. Unas gotas cayeron en mi mano y parte del cuerpo, así como otras directamente a Dylan.
-Hey, viejo, a mi no me manches con eso -arrugó su gesto poniéndose en pie-, lleva a Ale a que lo examinen y le curen un poco. Yo le diré al señor Royce que terminó su castigo y todas esas cosas -se volvió a mi-, lo has hecho bien, campeón. Ya te puedes terminar de dormir.
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The Inmortals
Ficção CientíficaMuchas veces creemos que la vida carece de un sentido y un propósito cuando el tiempo pasa sin rumbo aparente hasta morir: esto mismo le sucedió a Alejandro, joven español que fue reclutado de forma anónima para formar parte del proyecto Eternity, e...