[Ocho: De cosas mejores y nuevas perspectivas.]

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» Es muy hábil en su trabajo.



Todo estaba saliendo bien últimamente. ¿Podía pedir algo más aparte de su fabuloso y perfecto novio? Nada, no había nada más, salvo el bebé que ahora esperaban juntos.

Acarició su vientre por sobre su camisa y asomó una sonrisa en sus labios. Aún era muy pequeño para comenzar a notarse, pero ya sentía que esa pequeña cosita crecía y crecía dentro de él. Era un sentimiento indescriptible, tanto así que ni siquiera pudo explicarle a su pareja. Incluso MyungSoo había comenzado a amarlo.

—No sabes cuántas personas te esperan, bebé. —Sonrió para su reflejo antes de tomar su abrigo y acomodárselo para salir de casa.

Era una tarde soleada. Por fortuna no había muchos correos que repartir en la oficina (su área) y ninguno era urgente, así que podía hacerse cargo de ellos al siguiente día. Por ahora sólo quería pasar tiempo con DongWoo, quien seguramente estaría trabajando con aquel traje negro que le quedaba tan bien... Oh, sí. Tenía ese mismo traje la noche que "ocurrió". Una carcajada emitió, negando suavemente con la cabeza para no recordar esa noche, a pesar de que había sido una de las mejores.

Subió al auto y se puso el cinturón de seguridad, encendiendo el radio apenas se montó en el vehículo. Una de sus cosas favoritas era escuchar las noticias e imaginar a la persona que estaría hablando al micrófono. ¿Qué tipo de expresión tendría? No podía imaginarse nada más que un ceño fruncido y una sonrisa inquietante. Al menos él no estaría tranquilo con todas las barbaridades que ocurren en el mundo.

Giró en una calle y desvió la mirada del camino sólo para asegurarse de que esta era la calle. Aparcó el auto frente a la casa que reconocía de inmediato y bajó del auto, tomando la pequeña bolsa de regalo que tenía en el asiento del copiloto.

Caminó tranquilamente a través del jardín y una vez que llegó a la puerta, tocó el timbre tres veces; como de costumbre.

No pasaron más de dos minutos para que el dueño de la casa abriera la puerta con cara de pocos amigos, misma que cambió apenas vio a su invitado.

—¡Sorpresa! —Dijo con una sonrisa, riendo entre dientes sin poder evitar el aspecto tan devastado que tenía el mayor.

—SungJong, no esperaba que vinieras. —Lo recibió abriendo más la puerta, haciéndose a un lado para dejar pasar al otro.

—Tenía que verte. Esto es de parte de DongWoo, se disculpa por estar muy ocupado y no poder quedar contigo. —Le entregó la pequeña bolsa con pastelillos, entrando cautelosamente a la casa. Miró alrededor del pasillo principal antes de avanzar hacia la sala.

—Muchas gracias. No tiene que preocuparse, tendremos otro día para vernos. —Respondió con una sonrisa mientras seguía al menor.

Se sentaron en la sala, cada uno en un sofá diferente, pero justo frente al otro.

—Todo sigue igual. —Comentó SungJong volviendo a echar un vistazo alrededor.

—Sí, mis padres lo mantuvieron así. —Al igual que el otro, echó un vistazo, juntando sus palmas para frotarlas entre sí. Ambos tenían muchos recuerdos en esa casa, aunque faltaban otras dos personas para contar las anécdotas. — ¿Quieres algo de tomar? —Preguntó al levantarse del sofá.

—Un vaso de agua está bien, por favor. —El mayor sonrió ante su respuesta y desapareció de la vista del menor al ir a la cocina.


50 Cosas que sé sobre MyungSoo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora