Desperté la mañana del lunes con el estruendo de golpes que amenazaban con taladrarme los tímpanos. Evan, el molesto de mi hermano era quien tocaba con tanta insistencia la puerta para despertarme e ir a mi primer día en el horroroso instituto del pueblo.
La alarma sonaría unos minutos más tarde, no era necesario que hiciera tal ruido contra la madera de la puerta. Casi podía recordar los momentos en los que llegaba por las mañanas a levantarme para mostrarme sus nuevos videojuegos, o en las mañanas después de noche buena, para que bajara a ver los regalos que me traía el viejo y regordete Santa.
Hasta que Evan conoció a Maite en el instituto, que terminaran juntos y decidieran irse a vivir fuera de la ciudad para adentrarse a la tranquilidad que esto les daría.
Bueno, al final siempre llega la hermana menor a arruinar los planes.
-Tienes media hora-. Dicto antes de marcharse por el pasillo rumbo a las escaleras.
-Ya casi bajo-. La verdad es que ni siquiera había abierto los ojos, pero eso él no lo sabía. Tallo mis ojos aún muy somnolienta después de la limpieza diaria de las mañanas, y camino hasta una de las maletas de equipaje para sacar algo digno de vestir para el primer día. Nada fuera de otro mundo, unos jeans negros ajustados hasta el punto en el que no podría agacharme, una camiseta blanca y zapatos deportivo oscuros.
Bajo las escaleras dando brincos como toda la mujer madura que soy.
-Con cuidado, puedes caer-. Revolee los ojos al escuchar a Evan.
Cuando llego a la cocina tomo un tazón y la caja de los cereales favoritos de mi hermano, relleno mi taza y al final le pongo algo de leche que le quité de las manos a Evan.
-Tenemos que irnos, llegaras tarde-. Ignoré el hecho de que dijo Tenemos y no Tienes. Luego de que tratara de quitarme el tazón de cereales le pegue con el puño. - cómelo en el camino-. Me gruñó como perro rabioso.
-Así no podré conducir, baboso-. Digo entre balbuceos, ya que se me ocurrió responder en el momento exacto cuando metí una cucharada de cereales en mi boca.
-¿No puedes hablar en otro momento?- Me regaña. -Yo te llevaré, necesito hablar sobre algunas cosas con el decano-. Puse los ojos en blanco.
Mi hermanastro a pesar de tener 25 años, se comporta como un viejo gruñón de 40. Aunque admitiéndolo, él sí que es realmente responsable. Suele decir que yo solo debo preocuparme por estudiar y volver a casa con vida, porque sí, soy muy torpe y con mis estupideces podría caerme de cabeza, obtener como resultado una contusión cerebral y causarle un susto de muerte a mi hermano y no, no queremos eso. Bueno, y que con mis 17 años no soy lo suficientemente responsable.
Odio que diga eso de mí.
Sé que siempre soy el centro de los problemas, soy torpe y algo grosera ¡pero no debe de decir eso!
ESTÁS LEYENDO
La Incursionista
VampirgeschichtenBaeva descubre oscuros, anormales y grandes secretos sobre su pueblo. Baeva tampoco es normal. ¿Como no lo habia notado antes? ¿Porqué la confundieron con una persona que vivió cientos de años antes de que ella naciera? Cosas terribles comienzan a...