3|resubiendo|

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Al escuchar su firme grito no lo pensé más de una vez y corrí, corrí como si fuese una maratonista, como si mi vida dependiese de ello

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Al escuchar su firme grito no lo pensé más de una vez y corrí, corrí como si fuese una maratonista, como si mi vida dependiese de ello. Al principio no le creí, pensé que se trataba de un chico que solo quería molestar o que quería sobrepasarse conmigo, pero al ver que efectivamente había alguien peligroso acechándome me aterra.

Unos metros más tarde mis pulmones arden como fuego, y mis piernas no aguantan más, nunca he sido buena para los deportes y en este preciso momento es cuando me reprocho no entrar a ningún para-escolar de gimnasia. Volteo a mirar atrás y diviso a Key lanzando puños y patadas al otro gran hombre que lo ataca. Aunque el incógnito no es tan grande y voluminoso como la montaña, lo ataca con gran facilidad y lo esquiva con gran destreza.

Me siento una cobarde por huir y dejar a Key dando su vida por defender a una extraña como yo, giro sobre mis talones y comienzo a correr hasta ellos.

Oh, voy a morir. ¡Maldita sea!, voy a morir aquí.

A unos metros de llegar hasta ellos saco de la mochila el gran arco y una flecha, repito todos los movimientos de antes y apunto hasta el hombre de la gabardina. Me aterra pensar que en lugar de darle al desconocido le dé a Key pero debo hacer la prueba y tratar de ayudarlo.

Suelto la flecha, observo como pasa rosando la cabeza de este chico y el movimiento provoca que centre la atención hasta mí.

Adiós a todos.

Gracias a su distracción Key le da un golpe en la mandíbula provocando que se desoriente, estiro mi brazo hacia atrás y saco otra flecha. Está vez apunto con mucha más precisión y logro darle en la mano al chico, quién suelta un grito desgarrador haciendo erizar los vellos de mi nuca.

Key corre hasta mí y me levanta en brazos llevándome entre la arboleda y profundizándome en la oscuridad. El pánico se apodera de mí y maldigo mi vida, maldigo mi vuiosidad y mis ganas de conocer cosas nuevas de este estupido pueblo.

-¿Por qué nos atacó?, ¿Por qué te atacó?

-¿crees qué lo sé?- Algo nos empuja sobresaltando a Key y caemos al suelo. Al pequeño segundo el desconocido con gabardina y rostro cubierto por un pasamontañas me levanta tomándome por la garganta, dejándome sin respirar.

-Tú eres muy consciente de ello, tu eres la causante-. Responde con un matiz de furia en su voz. Por un momento creo reconocer aquel grunido pero es en vano.

Mi voz suena baja, es realmente idiota que gaste el poco aliento que me queda en hablar pero debo saber que es lo he hecho mal.

-¿Qué te he hecho?- Presiona aún más mi garganta.

-¡No puedes actuar como si no me conocieras!, ¡no puedes simplemente fingir que nada pasó! ¡Tú nos traicionaste!, ¡traicionaste a todo un gremio!- Grita al momento que afloja mi garganta y me deja caer sin rastro de compasión al suelo. Con mis mantos masajeo la parte dolorida de mi cuello.

La Incursionista Donde viven las historias. Descúbrelo ahora