Antes que nada, la historia original y los personajes pertenecen a Mary K.S. Ngai.
La historia que leerán es una adaptación propia de la historia original que es un "vídeo corto" hecho por su creadora. Intentare mantener gran parte de la esencia hi...
La conferencia que tuvieron los padres de Fiona con los educadores. Fue un completo martirio.
Aunque el director quería mantener su actitud "profesional", estaba muy enojado por la tardanza de los padres de la alumna, que no pudo contenerse. A eso, se sumaron exclamaciones de la profesora en contra de ella.
Los padres de Fiona intentaron guardar la compostura para no explotar y reaccionar mal (no enfrente de los profesores), mientras Fiona intentaba mantener su mente fuera de la habitación.
La conferencia acabo y salieron del colegio de su hija.
Le habían suspendido una semana... El camino a casa era tedioso y terriblemente callado. Era un día activo y había movimiento en las calles, pero todo cambio cuando entraron a casa. La madre de la joven la dirigió hasta la sala, que tenía ese olor maloliente a rancio y trago.
Y su madre, la obligo a sentarse en el sillón de un empujón.
— ¡Tú me dijiste que esto estaba perdido! —replico su madre mientras le mostraba el frasco.
—Lo sé... —susurro Fiona. Fue cuando su madre lanzo el frasquito en el sofá y Fiona lo tomo entre sus manos por impulso.
— ¿De verdad lo has estado tomando? —pregunto su padre aguantando la rabia.
Pero Fiona no contesto.
— ¡Dime! —exploto el hombre.
— ¡¿Qué hemos hecho para merecer una hija como tú?! ¡Es tan injusto! No solo nos haces caminar hasta tu colegio con tus tonterías. ¡También haces que nos humillen! —dijo la madre con un tono desfalleciente.
—Ahora, tu maestra y el director creen que somos unos negligentes. Es cuestión de tiempo para que "todos" lo sepan. ¡Somos padres de una adicta! —exclamo su padre con un tono burlesco.
— ¿Eso es lo que yo soy para ustedes? —hablo con voz muy queda.
— ¡¿Eh?! ¡¿Qué dijiste?!
— ¡Eso es lo que soy para ustedes! —Entonces la voz de Fiona comenzó a quebrase—. No me prestan atención, estoy igual o más descuidada que esta horrible casa.
» ¡Jamás les importe! Si no querían una hija como yo, no me hubieran traído aquí. ¡Yo no les pedí nacer! Tal vez así, hubiéramos sido felices —dijo Fiona ya al borde de las lágrimas.
— ¡Cuida tu lengua jovencita! ¡Tú nos debes respeto!
— ¿...Respeto? —Fiona se levantó del sillón—. ¿Qué respeto puedo tener por ustedes? Los padres te cuidan, los padres te aman, no te dejan por tu cuenta... ¡Ustedes no son mis padres! ¡Solo son un par de borrachos adictos como yo!