VI

25 3 0
                                    


Los días pasaban y aun seguían de camino al puerto. Los viajes largos siempre eran difíciles, no solo por el tiempo que se empleaba en ellos sino, por que al ser importantes no había espacio a descansos. 

Renly se encontraba sobre su blanco corcel, medio recostado debido al aburrimiento. Siempre había tenido algo que hacer, ya fuese un sacrificio para que los dioses les dieran buena salud, un ritual para provocar la lluvia y hacer crecer las cosecha o, simplemente someterse ante la voluntad de sus predecesores y de esa forma, conocer el pasado y el futuro. Normalmente, lo que le mostraban no era de gran importancia pero, la última vez no fue así.

Por otra parte, no debemos olvidar que nuestro protagonista, el druida, aun es un joven de tan solo veinticuatro años y que, era la primera vez que viajaba por lo cual, no estaba acostumbrado al aburrimiento.

Él sabía que el motivo de este viaje no era encontrar nuevas experiencias o vivir aventuras sino, salvar el futuro pero, aun así, a sus adentros pedía a gritos que cualquier suceso le distrajera.

- Helliva, necesito volver a conectar con los espíritus del bosque. Me mostraron el destino pero no el camino. Una vez lleguemos al portal y lo crucemos, nos hallaremos en tierra mundana y, sin ayuda, nos perderemos y no llegaremos hasta el humano. Precisaré de aceite vegetal y sangre de ciervo a demás de un árbol en el que apoyarme aunque, estando en un bosque eso no será problema. - 

Helliva buscó entre las bolsas de viaje pero, no encontró las pertenencias del druida. Miró al frente y suspiro molesta.

- Pues tenemos un problema. Tus cosas debieron de caerse cuando te atacó el Gancanagh y, como comprenderás, no vamos a volver atrás. - 

- No es una opción el volver a contactar con mis antecesores. halla en el mapa algún pueblo cercano. Tendremos que hacer una pequeña parada. - 

La mujer de cabellos dorados buscó, por suerte, una ciudad se encontraba a menos de dos horas.

Ambos llegaron a Yanáttirie, la gran ciudad, ciudad en la que se estaba realizando la coronación del hijo de uno de los cinco reyes Sidhe de indir. La capital se encontraba llena de focos, tabernas y hostales. La corte era visitada continuamente por aquellos ajenos al reino, tanto hadas como Sidhes se encontraban en el lugar, bajo la promesa de no provocar problemas.

Helliva y Renly cruzaron un largo puente para llegar hasta el interior de la ciudad, donde todos los aldeanos celebraban con entusiasmo el coronamiento del príncipe Turar, acompañado por sus dos hermanos, Aran y Pityon y, por su hermana, bella pero no tan joven Mennise.

Desconocedores de la ley de Yanáttire, tanto el druida como su acompañante estaban obligados a asistir a la ceremonia pues, la familia real era orgullosa y nunca desperdiciaba una oportunidad para hacerse notar.

Las tiendas y demás comercios se encontraban cerrados a causa de los preparativos para el banquete, el baile, y la decoración por lo que, El pelirrojo de ojos cristalinos y Helliva deberían esperar hasta el amanecer para poder comprar el aceite vegetal y pedir algo de sangre de ciervo al primer cazador que divisasen con dicha presa . Por el momento, debían preocuparse de asistir a la proclamación a nuevo rey.

- Genial... Nos desviamos para hablar con los espíritus y acabamos retrasándonos en nuestro viaje. ¿Qué sentido tiene buscar al humano si a este paso nunca llegaremos al portal?. -

- No seas quejica. Las profecías y visiones que me muestran siempre se cumplen. En ambas profecías conseguimos dar con el humano. Le encontraremos pese a los obstáculos. Si los dioses no quisieran y creyeran que podemos salvar el Nogal, no se les habría permitido a los druidas del otro lado enseñarme los futuros acontecimientos. - 

Las crónicas de IndirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora