Katie

9 0 0
                                        

Bueno, la loca y jodida idea que me dió Scott me convenció. Voy a escribir sobre mis ligues.

Como escribo esto. Ah, sí.

Estaba en clase de literatura y estaba como siempre atento a las perfectas curvas de mi profesora preferida cuando de repente un chica con gafas y flequillo me habla.

- Hola.

Alcé las cejas y me señalé. Miré al otro lado de la sala pero era a mí a quien saludaba.

- ¿Qué quieres?

- Perdón es que me preguntaba si me podías ayudar en, en este ejercicio.- Me pasé la mano por mi rostro y me aguanté la risa.

- No soy la clase de chico que ayuda a la gente, ¿sabes?

Me miró avergonzada y roja y se volvió a disculpar. Un papel me dió en el hombro y miré a Scott. Él se señaló como unos pechos imaginarios y miré de nuevo a la chica. No a ella, a sus pechos y joder, eran perfectos para una cubana.

- Pero haré una excepción.- Se volvió a mí y le sonreí.

Después de ayudarla y todas las aburridas clases estuve con mi grupo en el comedor.

- Este chavalín se ha ligado a la gafotas.- Miré a Hank seriamente.

- No le digas gafotas.

- ¿Te has pillado o qué?- Se rió y miré a los otros cuatro que había en la mesa. Después le miré a él de nuevo.

- No me gusta que antes de tirarme a una, mis amigos le saquen defectos. Después de hacerlo sí, pero no antes. Por cierto, ¿por qué coño estás en nuestro grupo?

El grupo dejo de comer y empezó a golpear la mesa para dar emoción. Los profesores nos hicieron parar y el resto del comedor se quedó mirándonos. Mirándome.

- Porque soy vuestro amigo, ¿no?

- No. Y ahora largo.

Se quedó callado y después comenzó a reír. Todos los del grupo le miraron serios y yo también. Él dejó de reírse y comprendió que iba en serio. Se levantó y se fue. No sin antes dar una patada a una papelera.

- ¿Puedes ayudarme con... Con litera... Literatura?- Me giré a la chica de clase y me di cuenta de que era el mejor momento para atacar.

- Vámonos.- Soné autoritario. La voz que todas adoraban.

- Sí.- Me miró con unos ojos que señalaban su inocencia pura. Joder, deja de mirarme así, pensé.

Le dije que fuésemos un momento a su cuarto y me dejó entrar. Supongo que ella sabría que eso no era sólo una invitación a su cuarto, sino a su cama y sus bragas.

Se sentó en la cama y me miró expectante. Me quedé pensando que si no iba a darme un morreo para caldear el ambiente pero creí que era porque ella era directa.

Me acerqué a ella y coloqué mis manos en sus hombros. Me acerqué a ella y fui a darle un beso, pero entonces su mano impactó en mis labios y me paró.

- ¿Qué? ¿Qué estás haciendo?

- ¿Qué coño haces tú?

- Pensaba que habías venido a mi cuarto a buscar los libros no a besarme...- Se quedó callada. Procesó todo en su mente y se levantó de la cama roja.- ¡Fuera!

Levanté las manos en modo de derrota y me largué de ahí. No merecía la pena por una simple cubana. Había millones de chicas más buenas que ella.

- Blanc, ¿has follado?

- No Scott. Ella no es de esas.- Tomé una botella de cerveza que me ofrecía otro y me tomé de un trago más de la mitad.

El Lobo Es MaloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora