Ana

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- Buenas, Rocío.

- Ay mi niño, mi Erick, hoy vienen tus padres, ¿no?

Suspiré, asentí y di varios golpes en la mesa. Me despedí con la mano y subí hasta el piso de Julia. Entré en su despacho y la vi frente al ordenador con una mano a saber dónde.

- ¿Qué haces aquí? Es pronto.

- ¿Y tú?

Me acerqué a ella y colocó su mano rápidamente sobre la mesa, miró la pantalla y la apagó. Di la vuelta su escritorio y encendí la pantalla.

- Sólo quiero dejar de estar preocupada.

- Ver una buena mamada de coño en HD en una pantalla no sirve de nada.

Moví su silla y me agaché. Me volvía loco está profesora. Empecé a lamerla y echó cabeza hacia atrás. Tocaron a la puerta y maldije.

Se colocó bien la ropa y yo me senté en la silla de enfrente. Abrieron la puerta y vi a mis padres, iban acompañados de... Joder, Andrea, pensé.

- Su hijo es un, con perdón, bastardo. Se aprovecha del buen trato de la profesora y saca buenas notas. Ayer tuve que hacer el trabajo de química sola porque él estaba tomando cerveza y marihuana.

Reí y los tres se giraron a Julia y luego a mí. Andrea abrió los ojos y se escabulló. Mis padres me miraron serios y miraron a la profesora.

- Esto, buenos días, espero que...- Julia intento seguir la frase pero la mirada recriminante e intimidadora de mi padre le hizo cerrar la boca.

Mi padres se sentaron en las dos sillas que había a ambos lados de la mía y mi madre me cogió de la mano, intente rehusar su contacto pero me sujetó fuertemente.

- ¿Ayer fumaste y bebiste?

- No, padre.

- ¿Te follas a la profesora?

- No, padre.

- Mientes.- Me miró serio y le desafíe con la mirada. Él siempre era estricto en muchos casos pero creo que por él yo me volví un mujeriego.

Entró Rocío y me sonrió. Saludó a todos los presentes y se sentó alejada de nosotros.

- Bueno, ella es la testigo de la reunión. Nos acompañará en...

- Disculpe, señora. ¿Mi hijo cuántas veces ha sido castigado? ¿Ha follado con ésta? ¿Bebe? ¿Algo?

Rocío tosió y rogué que fuera buena y no dijese nada que me perjudicara.

- En mi libreta sólo se ha registrado un castigo porque un día llegó tarde a clase. No creo que haya mantenido una relación con la profesora porque tiene novio y porque su sensatez le precede. Jamás ha habido alguna queja de que haya estado ebrio. Y sí hay algo, muchos profesores le tienen mucho cariño a Erickson.

Mi padre chasqueó la lengua y se giró a la profesora, yo miré a Rocío y sonreí agradecido.

- ¿Sus notas reflejan sus buenas habilidades o reflejan el buen trato?- Mi madre fue educada y le hizo la pregunta a Julia casi con vergüenza.

- Reflejan claramente sus buenas habilidades en todas las materias.- Pensé en mis habilidades sexuales y sonreí.- Sino, hay más profesores que pueden corroborar con mis datos que les estoy exponiendo.

Llamaron a la puerta y entró The Killer con Ana. Me entró pánico. Ella no diría nada, ¿no?

- Julia, Ana está preocupada por... Ah, esto, buenos días.- Él saludó a mis padres y ellos le respondieron.- Soy Roberto, el profesor de educación física, biología y tecnología de vuestro hijo.

- Soy Frank Frederiksberg, ¿que opina de mi hijo?- El me miró de repente y comprendió lo que ocurría.

- Es un mujeriego que enamora a todas, es de los peores y para nada favorito de los profesores.- Se me cayó el alma al suelo, no podía creer lo que estaba oyendo.- Ojalá pudiera decir eso, pero no. Su buen comportamiento y sus buenas acciones han conquistado a todo el centro.

Se despidió y cuando se giró, me sonrió maliciosamente. Casi me mata del susto.

- Espera, la chica.- Ana levantó la cabeza del suelo y miró a mi padre.- ¿Tú qué dices de él?

- Pues, según los ojos de todas las chicas, él es el chico más guapo. Todo el mundo opina que su físico va a acompañado de sus buenos modales.

La miré y le sonreí. Ella se sonrojó y se despidió junto con Roberto. Ya sabía quién iba a ser mi próxima víctima.

Me giré a Julia y me miró entornando los ojos. Ya había averiguado mis pensamientos. Mis padres se miraron entre sí.

- Entonces todo correcto, gracias.- Mi madre me soltó la mano y se levantó. Mi padre me dió unas palmadas en la espalda y se despidió de Julia y de Rocío.

Cuando salieron suspiré fuertemente y Rocío se rió. Se sentó en donde antes estaba mi padre y me zarandeó para quitarme la presión.

- Ay, mi Erick. ¿Todo fue correctamente?- Asentí. Me hizo gracia que aún se notase su a acento...

- ¿De dónde es tu acento?

- Es colombiano. ¿Y el tuyo, mi niño?

- Mi padre es alemán. Mi madre francesa. El a acento creo que es más alemán.

Miré a Julia que estaba sacando del minibar tres vasos y una botella de wishky. Los colocó en la mesa y sirvió en dos vasos ese líquido. En otro puso un poco de cerveza de una lata.

Brindamos y la cerveza me sentó perfectamente después de esos nervios. La razón por la que no tomaba mucho alcohol o muchas bebidas alcohólicas era que no me gustaba sentirme eufórico y luego deprimido y que si follaba quería acordarme.

- Voy a... Al baño.

- Mi niño, ¿necesitas un preservativo?

- Llevo uno. Gracias Rocío.

Me despedí y las dejé hablando. Yo fui en busca de Ana, la compañera de Katie. La encontré saliendo de su cuarto y le señalé que entrase de nuevo.

- Bueno, chico palabroterío, ¿qué quieres?

- Que no muevas mucho más la boca.

La besé y ella cerró la puerta como pudo. Me llevó a la cama y se colocó encima mío. Le miré sorprendido y me tapó la boca con la mano.

- No vamos a follar. Sólo follas una vez con cada una, ¿no?- Asentí sin saber a dónde iba a parar.- No pienso tenerte sólo una vez, así que lo único que haremos, será que me hagas dedos y yo una mamada, ¿sí?

- Aquí, el que manda soy yo.- Le cogí las manos que me presionaban en los hombros y la puse debajo mío.

Miré su cara de reprocho y le sonreí. Le subí la falda y le hice dedos como ella quería. Fui a levantarme pero sujetó.

- Y me harás la mamada, tranquila.

Tenía que buscar a Katie, ella me debía un buen rato y una buena cubana. Fui a la biblioteca y la encontré leyendo. Levantó la vista y cerró de golpe el libro. No quise saber qué leía porque podía imaginarme la respuesta.

- Erickson.

- Erick, por favor.- El otro nombre lo usaba mi padre para castigarme.

- ¿Qué has venido a hacer?- Me miró esperanzada. No sabía nada.

- Creo que te ayudé y ahora necesito que me ayudes tú.

Al cabo de unos minutos, ella estaba agachada ante mí con sus pechos al aire y mi pene en medio. Las estanterías nos tapaban pero si venía alguien, me daba igual. Me concentré en ese momento. Y pensé que ella era Julia. Me vine rápidamente de esa forma.

- ¿Estoy muy manchada?

- Toda la cara, todo tu pelo y tus pechos.

Me fui y la dejé con la boca abierta. Me daba igual qué le pasase, me daba igual que la vieran así. Me despedí sonriente ante la bibliotecaria y salí.

El Lobo Es MaloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora