El trabajo que siempre compartía con su mujer, ahora al señor Hufflepuff se le hacía más pesado. La razón de aquello era que su esposa debía quedarse en casa, ya que hacía una semana que había dado a luz a una niña preciosa. Pelirroja como su madre, con ojos celestes como su padre.
Los señores Hufflepuff vivían en un amplio valle de Gales, cuidando todo tipo de ganado. Tenían vacas, caballos, cabras, ovejas, cerdos, gallos y gallinas, burros, todos ellos con sus respectivas crías y, por supuesto, tenía una jauría compuesta por diez perros de diferentes razas, aunque todos especializados en cuidar ganado.
El señor Hufflepuff se secó el sudor de su frente con un viejo pañuelo que siempre llevaba en el bolsillo de sus raídos pantalones y resopló. Siempre llevaba a sus animales a la punta más alta del valle, porque sabía que allí había la mejor hierba para ellos. A pesar del esfuerzo que debía hacer para llegar hasta tal punto, él lo hacía sin rechistar, todo por su querido ganado.
Sabía de sobra que si él se esforzaba tanto, luego ellos le recompensarían con su leche, sus huevos, sus pieles y su deliciosa carne.Cuando la noche amenazaba con cernirse en el cielo, el señor Hufflepuff silbó y todos los animales que poseía le siguieron. No podía negarlo: le encantaba ver cómo los potros o los terneros correteaban alrededor de sus progenitores o cómo balaban las ovejas cuando les acariciaba la cabeza, o la manera en la los burros rebuznaban alegres cuando les mandaba llevar alguna cosa en su lomo... El señor Hufflepuff amaba a sus animales tanto como ellos a él.
Llegó a casa con la luna alta en el firmamento. Metió al ganado en sus grandes y espaciosas cuadras, fue a recoger huevos en la caseta de las gallinas y por fin entró en casa. Su cariñosa y acogedora mujer le plantó un beso en los labios nada más aparecer en el umbral de la cocina.
—¿Dónde está mi pequeña flor? —preguntó sonriendo el señor Hufflepuff, refiriéndose a su hijita.
—Durmiendo —contestó la mujer, en voz suave y baja—. Así que no hagas mucho ruido con tus botas —le avisó señalando el enorme calzado que siempre utilizaba para ir al campo.
—Muy bien, no haré ruido —asintió. Se sentó con cuidado en una silla y empezó a deshacerse de su calzado y su pesado atuendo. Por último, se quitó el sombrero de paja y lo dejó en la mesa. Luego suspiró con cansancio.
El señor Hufflepuff no era viejo. Era un hombre sano, al que su trabajo le había hecho fuerte, era amable con todo el mundo y un buen hombre. No tenía aún los cuarenta años, pero había trabajado como uno de cincuenta. Su pelo era claro, del color de la paja, y lo llevaba corto.
Su mujer siempre recogía su largo y rojo pelo en dos trenzas. Ella tenía los ojos de color café. No se quedaba corta con respecto a que había trabajado mucho en el campo, al igual que su marido.
En realidad, los señores Hufflepuff eran un mago y una bruja, pero que preferían llevar una vida como la de los muggles de la época para no levantar sospechas. Aunque esto a ellos no les suponía ninguna molestia: a ambos les gustaba el campo, los trabajos físicos y laboriosos y los animales campestres. Pero eso no quitaba que hiciesen hechizos en su casa, o cuando nadie les veía, para facilitarse un poco la vida.
La señora Hufflepuff agarró la ropa que se había quitado su marido y la llevó a su habitación, donde dormitaba su hija, tapada con sendas mantas para no tener frío. El señor Hufflepuff la siguió al cuarto.
—Mujer, no era necesario que trajeses tú la ropa. Trae aquí, ve a hacer la cena —le dijo guardando las prendas y poniéndose otras más cómodas.
—Ya está hecha, querido. Helga es tan tranquila y silenciosa que no me da ningún trabajo. He podido hacer un montón de cosas en la casa sin ninguna interrupción —murmuró la señora Hufflepuff, sonriendo abiertamente a su marido. Luego, ambos miraron hacia su hija, que seguía dormida.
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Los Orígenes de Hogwarts
FanfictionTodos conocen la historia de El Niño que Vivió, todos saben cómo venció a El-Que-No-Debe-Ser-Nombrado en muchas ocasiones, todos alaban a su Salvador, a su Héroe, a aquel chico que salvó al mundo mágico de terribles acontecimientos... Pero esta hist...